LA VOZ y la opinión


Periodismos Judeo Argentino Independinte
Carta abierta de la Sociedad Israelita de San Luis
Estoy viendo con tristeza pero, afortunadamente, no sin algo de asombro como se están destruyendo las comunidades locales a través de políticas centralistas mal dirigidas; digo “mal dirigidas” sólo porque no quiero pensar que sean malintencionadas y en rigor de verdad, porque no me constan las verdaderas intenciones. Sólo miro los resultados y esa mirada surge exclusivamente desde la realidad de mi comunidad y la intuición que brota casi espontánea después de muchos años de actividad comunitaria.
Según mi opinión, desde la crisis del 2001 se han comprado voluntades y se ha trabajado incorrectamente con las comunidades del interior.
Estoy orgulloso de mi comunidad y simultáneamente siento mucho dolor por la conclusión que estoy expresando aquí. Lo pensé mucho, lo expuse ante la Comisión Directiva de mi comunidad y ahora lo hago ante todos Ustedes porque no puedo dejar de hacerlo. Porque de alguna manera reparo la culpa de haber creído en la capacidad de gestión y custodia de los dirigentes de grandes comunidades.
De paso por Mar del Plata, en este enero de 2005, pude tener contacto con la dirigencia comunitaria local y me contaron como AMIA produce actividades en las comunidades de la Costa Atlántica durante el verano sin dar participación a la dirigencia comunitaria local. Yo quede indignado y asombrado con la confesión que me hacían y me dije: “Es una lastima que la realidad los encuentre de rehenes de algunos subsidios. De algún modo tienen que perder algo de dignidad para mantener activa su comunidad” y continué pensando: “que suerte la nuestra de estar tan lejos de Buenos Aires”.
Sin embargo, cuando llego a San Luis me encuentro con un mail masivo de la Comunidad de Mendoza en la que invita a llenar una encuesta que comienza así:
“Estimado Dirigente o ex-Dirigente comunitario: Estamos trabajando en la implementación de un programa de MENTORING cuyo objetivo es la formación y desarrollo de jóvenes de las comunidades de San Luis, San Juan y Mendoza como futuros líderes comunitarios. Al responder ésta encuesta usted…”.
Yo estoy seguro que la Comunidad de Mendoza sólo pretende ayudar y les agradezco por ello, pero como dice el dicho: “de buenas intenciones esta empedrado el camino del…” y yo supongo que pensaran que la conclusión inmediata debería ser: “¡Gracias por pensar en nosotros. Gracias por ocuparse de nosotros!”... aunque no nos avisen.
El verdadero sentimiento es otro. ¿Uds. creen que nosotros ignoramos nuestras necesidades o pensamos que la ayuda de comunidades más grandes no es necesaria? ¡¡¡Por supuesto que no!!! ¡Necesitamos ayuda y mucha! Pero ¿Cuál? y ¿Cómo? ¿Debemos aceptar ser satélites pasivos y sin identidad? ¿Debemos aceptar la falta de respeto a la dirigencia local?
¿Quieren hacerse cargo también de nuestras deudas? Porque, como se imaginarán, ahora deberemos afrontar, aparte de nuestros propios problemas, debilidades y carencias, la pelea interna de nuestros dirigentes por intromisión foránea en las políticas locales y, consecuentemente, en forma inmediata o mediata, la pérdida total de identidad local.
A finales del 2003 participe de un Foro vía e-mail de un llamado Vaad Hakehilot del Interior donde se expusieron muchas de las quejas que hoy estoy mencionando y participe también de la reunión del Vaad Hakehilot central convocada con el objeto de llegar a un acuerdo y nominar la nueva Comisión Directiva en enero de 2004. Sintomática elección a partir de la cual el Foro dejo de existir.
Allí expuse, y pregunté expresamente a Abraham Kaul, quien presidía la reunión y exponía insistentemente que AMIA debía ser reconocida como la comunidad líder, que extendía un paraguas protector sobre el resto del país y por ese motivo debía ocupar la presidencia del Vaad Hakehilot en forma permanente. Pregunté: ¿cual era la visión de AMIA de la silla que en ese momento yo ocupaba en la reunión? ya que Kaul nos instruía a los dirigentes comunitarios del interior, palabras más palabras menos, que “si queríamos hacer política de la grande nos fuéramos a vivir a Buenos Aires”, todo esto seguramente para contrarrestar las críticas expresadas en el Foro Kehilati del interior.
Dije en aquel momento: "Yo pertenezco a una comunidad del interior, chica, sesenta familias aproximadamente, vengo por mis propios medios porque nuestra kehila no puede pagar un viaje, entonces escuchando los argumentos de AMIA, los entiendo, los acepto y hasta los justifico. Pero, díganme por favor: ¿que hago acá sentado, cual es mi papel, mi función? Que ve AMIA acá sentado. Que importancia tiene que este acá sentado. Y, antes que me contestaran, continue: ¿sabe AMIA, que tiene el 80% de los judíos de argentina, que las kehilot del interior tienen el 90 % del territorio bajo su influencia? ¿Sabe AMIA que mi kehila, pequeñita, tiene que lidiar con los políticos locales que se forman en su relación con nuestra colectividad a través de estos contactos locales y que este contacto, bien o mal hecho, los marca para siempre? ¿Sabe AMIA, que tiene que lidiar con la "alta política" en Buenos Aires, que lo hace con esos políticos locales que salen de Santa Cruz, La Rioja o San Luis, políticos que luego tienen que soportar el 100% de los judíos argentinos? Y si no, piensen que de los últimos cinco presidentes (sin contar los que duraron horas) cuatro son del interior. Y por último: ¿Sabe AMIA que cuando asumió Rodríguez Saá recibí muchísimos mails de gente que quería saber como era Rodríguez Saá y que pensábamos que podíamos esperar de él y ninguno de esos mails con esas elementales y razonables cuestiones fue de AMIA, DAIA o el Vaad Hakehilot?
Reitero: ¡Ninguna de esas preguntas provino de AMIA, DAIA o el Vaad Hakehilot!
Las preguntas provenían de dirigentes del interior, de entidades varias y personas sensatas que preguntaron sensatamente a quienes sensatamente les podrían dar una contestación sensata. Simplemente porque durante 20 años nuestra comunidad se las tuvo que ver con él. Simplemente porque el buen o mal trabajo de relación de la Comunidad Judía de San Luis con el Gobernador ahora afectaría a toda la comunidad judía de la argentina y especialmente, la más grande, la de Buenos Aires. No importaba si había que votarlo o no, si era o no digno del cargo. No teníamos que ponernos en jueces. Sí podíamos analizar los pros y los contras de una personalidad que nosotros conocemos con mayor realismo que la visión mediatizada que pudieran tener los habitantes de Buenos Aires.
La contestación de Kaul fue que entendía que debíamos haber hecho un buen trabajo porque a los pocos días de asumir, Rodríguez Saa fue a la AMIA a entregar Planes Trabajar para que los administrara, pero continuo expresando su convicción: “el bacalao se corta en Buenos Aires”. O sea: “tiene razón pero marche preso”
Según mi humilde entender, la “Política Grande” a la que se refería el presidente del Vaad Hakehilot, AMIA y probablemente, en un futuro cercano, de DAIA; tiene más olor a vanidad centralista que a realismo político. Es más bien insensatez que desconoce la realidad geográfica-territorial y política de la argentina en favor de los manejos adictivos de los vericuetos del poder.
Esa “Política Grande” no es tan grande, es sólo aquella a la que durante tantos años nos acostumbraron los políticos argentinos, es la política mediocre y perversa que disputa el poder pero les importa un comino las consecuencias a largo plazo para el bienestar comunitario.
Desde ese momento decidí discontinuar mi asistencia a las reuniones del Vaad Hakehilot o DAIA, sin escándalo, sin acusar a nadie, sólo esperanzado en comprobar en algún momento que tales reuniones podrían brindar a mi comunidad un poco más que la información de puede brindar un mail.
Debo aceptar que AMIA tiene la organización, la capacidad y el dinero suficiente para imponer sus políticas, pero me parece que este “lujo” destruirá poco a poco las organizaciones locales. Estoy seguro, que cuando AMIA necesite ese dinero para Buenos Aires o cambie su política, las comunidades del interior tendrán que enfrentar el cierre de la canilla con su propia organización destruida.
Y para demostrar esto basten dos ejemplos, que aún cuando provienen de otra institución son directivas centralistas acordadas con AMIA y que clarifican por que “ayudar” no necesariamente significa “ayudar”.
Uno: el programa de asistencia del Joint con los tickets canasta que en la contingencia fueron invalorables pero en la planificación no tanto ya que el programa se olvido de analizar las consecuencias de la salida, lo que dio como resultado finalmente el cierre del grifo con el: “ahora háganse cargo Uds.”. Este tema que fue tratado en las conversaciones del Foro de Kehilots del interior y todos estuvimos de acuerdo que esta ayuda tiene y tendrá consecuencias muy gravosas para el futuro de las entidades locales.
Y dos: Nosotros tenemos el orgullo de exponer, como muchas comunidades chicas del interior, una participación activa del 70 por ciento de la comunidad. Es decir, somos pocos, pero de esos pocos participan todos. Históricamente organizábamos la cena de Rosh Hashana y cada uno pagaba su tarjeta. El que no podía, no podía, y lo absorbíamos entre todos. A ese cuadro cultural llegamos después de muchos años de trabajo. Pero alguien, iluminado por su magnificencia (estilo Susanita de Quino que quería participar de los te canasta con masas finas para recaudar fondos y comprar fideos destinados a los pobres) ideó el programa para “unirnos” en Rosh Hashana y nos subsidiaron la cena. Resultado de tamaña generosidad: en la cena para el festejo de Januca, tuvimos un déficit extraordinario que afrontó el fondo comunitario, por la cantidad de gente que pensó que no había que pagar más.
Y no doy otro ejemplo porque no tenemos más ayuda de afuera salvo dinero para un programa de capacitación pero que esta diseñado íntegramente en San Luis.
¡Claro!, de lo que estoy hablando no es la política grande a la que se refería el presidente de AMIA.
Entonces: basta de gastar dinero en cinismo. Necesitamos y aceptamos ayuda pero no queremos ocupar una silla honorífica para figurar en la memoria de fin de año de AMIA, el Joint o el Vaad Hakehilot.
Después de lo expuesto, creo que será fácil comprender porque somos reticentes a aceptar ese tipo de “ayuda”. Creemos más bien que deberíamos intentar reconocer, dentro de las diferencias entre kehilots, la real capacidad de cada una y la real necesidad de cada una. Y como, cada una de ellas puede escalar un peldaño por vez para afianzar un crecimiento real.
Esa “Ayuda” (con mayúsculas) no vino cuando solicitamos consejo y antecedentes sobre la aplicación del impuesto inmobiliario a los templos, no vino cuando preguntamos sobre la ley de condonación impositiva unilateral a la Iglesia Católica y no vino cuando dimos a conocer las alternativas de la llamada Ley de libertad religiosa y de pensamiento, situaciones que se daban en nuestra provincia.
En esas cosas necesitamos ayuda y en esas cosas hubo silencio absoluto, el silencio del socio que solo quiere repartir las ganancias pero nunca las pérdidas.
En realidad no espero mucho, sólo que lo que escribo sirva para la reflexión y aún cuando esa reflexión llegue a una conclusión distinta. O, quizás, que alguien con poder, capacidad e idoneidad haga algo por corregir lo que haya que corregir.
Es probable que mi visión sea algo escatológica, pero es lo que deduzco:
El primer objetivo de esa estrategia fue dirimir poder con el Vaad Hakehilot sin dirimir quien es el verdadero representante de la Comunidad Judía Argentina, convirtiéndola en un “sello de goma”. Y ese objetivo fue cumplido.
El segundo objetivo fue dirimir poder con la DAIA sin dirimir la representatividad política otorgada por mandato de todas las entidades, vaciándola de contenido. Y ese objetivo esta a punto de ser cumplido.
El tercer objetivo es dirimir poder con las entidades locales a través de una regionalización de facto, pero sin dirimir las responsabilidades acerca de las actividades locales preservando el manejo de la llave del oxígeno de cada Ishuv en Buenos Aires. Creo que ese objetivo esta en pleno desarrollo y es lo que me motivó a escribir esto.
Esos objetivos nunca fueron nuestros. Las políticas “chicas” de las pequeñas organizaciones judías que han luchado durante más de 100 años a mantener unida la comunidad, nunca pensaron en dirimir poder, nunca desconocieron el valor de AMIA en ese mismo papel.
Es la política de mi responsabilidad, por eso, lo único que puedo hacer desde esta comunidad pequeña, que durante el año 2005 cumple 80 años como institución organizada; es decirles que no cuenten conmigo para vaciar el Vaad Hakehilot o estimular la pelea AMIA – DAIA. Decirles que si quieren convertir nuestra colectividad argentina organizada a través de un sistema federado, en un régimen tiránicamente unitario comandado por AMIA y secundado por aláteres regionales. ¡No cuenten conmigo!
San Luis, 26 de enero de 2005.-

Arq. Daniel Hodara
Pte. Sociedad Israelita de San Luis
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marzo 2005 - Adar I / Adar II 5765
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