El llamado carnaval judío no tiene origen pagano, es parte de la historia de nuestro pueblo. En realidad, rememora la salvación de la comunidad judía durante el gobierno del Rey Ajashbe-rosh (Asuero). Con una cuota de picardía judeo-oriental, describe una intriga de palacio en la que la Reina Esther, una de las favoritas del monarca, colabora con su tío Mor-dejai para desbaratar un complot antisemita, liderado por el Primer Ministro Amán, en el cual una de las víctimas, junto a los judíos, hubiera sido el mismo Rey. El momento de mayor tensión llega con la víspera de la matanza programada, en la que Esther organiza un banquete en la corte que es aprovechado para ganar los favores del Rey, su atención a los reclamos de los judíos, y el castigo al malvado. Para fijar el día de la ejecución de los judíos se recurrió al azar: "pur", y de allí deriva el nombre de la fiesta: purim, en plural: echar suertes. Esta historia está descripta en Meguilat Esther (el rollo de Esther), e integra la tercera parte de la Biblia: Ketubim (escritos). Costumbres de esta festividad La principal y más conocida por todos es disfrazarnos. ¿Por qué lo hacemos?. En Meguilat Esther se cuenta la historia de esta valiente mujer que, para llegar a ser Reina y ayudar a su pueblo, tuvo que esconder su identidad, y hacerse pasar por no judía, modificando hasta su nombre. Así, Esther se disfrazó y ocultó a Adasa (su verdadero nombre), logrando el objetivo; aunque después reveló la verdad. Esther, se deriva de "leastir", en hebreo esconder. Por eso, nosotros nos disfrazamos, para recordar como lo hizo nuestra heroína hace muchísimos años atrás. Otra de las costumbres, es hacer regalos ("mishloaj manot") y el reparto de golosinas exclusivas de la fecha. Es tradicional celebrar con una seudah (banquete) y la inclusión de algunas comidas propias de la fiesta como las "oznei amán" (orejas de amán), rellenas con diferentes confituras. El precepto central de Purim es la alegría. Como ya dijimos, en esta festividad la gente se disfraza, bebe y se alegra porque recordamos la abolición del decreto de matanza a los judíos, y al estar alegre, un judío debe sentir la necesidad de alegrar al prójimo y más en momentos como los que estamos viviendo en el país. Por eso enviamos co-mestibles y dinero para llegar al corazón de los que menos tienen. Por último, llevado a los tiempos actuales, los judíos, como miembros de este bendito país, y junto al resto de nuestros hermanos esperamos y tenemos la esperanza de una Reina Esther o de un Mordejai que nos vengan a salvar, como lo hicieron con nuestro pueblo condenado en Persia. No permaneciendo im-pasibles frente a la situación que nos toca vivir en condiciones donde sólo algunos dirigentes comunitarios vi-ven en una isla que no es real, despreocupándose de la inmensa mayoría de padres y alumnos de la deteriorada red escolar, y de una comunidad que ve cerrar sus instituciones frente a la pasividad de éstos dirigentes. Jag Sameaj. © LA VOZ y la opinión
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