Por Roxana Levinsky: “Herencias, de la inmigración judía en la Argentina. Cincuenta figuras de la creación intelectual.”
De la creación intelectual Búsqueda, transformación, actividad incansablemente febril, ansia de interrogarse y hacer, son algunas de las vías regias de comprensión de una de las facetas humanas más sublimes: la creación. La creación es de los senderos humanos más exquisitos. Simplista sería pensar que tal arte, tan sólo refiere a la creación artística propiamente dicha, el sustantivo creación podrá ser el encabezado de toda actividad de un espíritu constituido por aquella incansable sed de búsqueda y realización creativa que transforma la realidad.
En el plano de la creación intelectual, la vastedad y heterogeneidad de campos de aplicación es tan amplia como la infinita posibilidad que brinda aquella invaluable herramienta que es la razón. El intelecto, sitio tan subjetivo como inmaterial de la reflexión y el conocimiento, instrumento privilegiado que nos hace humanos, no puede ser sin su contraparte también inmaterial, también humana: la pasión. Y de la confluencia de ambas inmaterialidades surge la creación intelectual que las trasmuta en intervenciones materiales en el mundo.
En las páginas del último libro de Roxana Levinsky, “Herencias”, vemos emerger a quienes habitan hoy este mundo de la creación intelectual judeoargentina. En ellas, escuchamos las invalorables obras que estos hombres y mujeres han sabido crear, fruto de sus dones intelectuales, pero también de sus pasiones hechas desvelos por ansia de transformación.
En sus páginas nos hablan cincuenta voces de la creación intelectual de los últimos años, entre ellas: Pedro Cahn, Bernardo Kliksberg, Daniel Filmus actual Ministro de Educación -primer ministro judío de la historia argentina en el área de educación -, Marcos Aguinis, Gregorio Klimovsky, Horacio Verbitsky, Jorge Alperín, Daniel Sabsai, Silvia Bleichmar, Enrique Tandeter y Hector Yánover -ambos fallecidos hace poco tiempo pero cuyas entrevistas incluidas en el presente libro los guardan en una eterna memoria-, y tantos otros de igual renombre.
No es éste el primer trabajo publicado de Roxana Levinsky. En su haber cuentan ya tres libros editados: “La Escuela y sus Pequeños Autores”, “La Escuela y sus Pequeños Filósofos” y “Scholem Aleijem 1934 – 2004”. Profesora de Lengua y Asesora en la Escuela Sholem Aleijem, una de sus obras, editada y compilada por ella, está dedicada a conmemorar el setenta aniversario de la Escuela Sholem Aleijem. Mujer creativa e inquieta, aun si se ha incorporado en los últimos 15 años a la labor de la Escuela, ha sabido beber e impregnarse, así como también reformular y reinterpretar el ideario “Sholem Aleijem” de hace 70 años. Su avidez de saber e interrogarse sobre aquello que desconoce la hacen una persona llena de iniciativa que devuelve con creces aquello que se le brinda. Es indudable que Roxana posee aquel espíritu de la Escuela Sholem Aleijem, que, siguiendo su tradición, promueve y ayuda a abrir caminos.
Todas las conversaciones que con ella he mantenido, a veces con un tinte polémico, han sido siempre tanto enriquecedoras y productivas como placenteras. El cariño hacia ella y el reconocimiento por su trabajo y dedicación, impulsan estas líneas llenas de afecto y respeto.
Herencias de la inmigración judía en la Argentina
“Dijo Mar Zutra: A base de diez principios fue creado el mundo: Sabiduría, inteligencia, conocimiento, fuerza, exigencia, valentía, justicia, ley, ayuda al prójimo (tzedaka)”
No existe más bella síntesis que estos diez principios escritos en la letra del Talmud para dar cuenta de aquellos aspectos que componen las vidas y obras de las figuras de la creación intelectual judeoargentina que pueden leerse en “Herencias” de Roxana Levinsky.
Siendo fiel a una concepción de lo intelectual en tanto materia, guía y savia de un modo de trabajo cuyo contenido puede tomar distintas formas, distribuye a nuestros grandes intelectuales en un abanico que va de las ciencias exactas al campo de la salud tanto del cuerpo como del alma, del derecho a la gestión y promoción de libros, de la filosofía a la educación y el periodismo. Así en sus páginas encontramos matemáticos, físicos, biólogos, médicos, psicoanalistas, filósofos, pedagogos, abogados, periodistas y libreros.
“Herencias” está compuesto a partir de entrevistas hechas por la misma Levinsky a los grandes intelectuales de nuestra época. Las entrevistas poseen la frescura del registro oral relatado en primera persona. Con la libertad que da el arte de una entrevistadora que tan sólo guía un decir, sin reducirlo al rígido tono secuencial de preguntas y respuestas, nos acerca un material claramente testimonial donde los relatos de vida de estos ilustres seres atrapan inevitablemente al lector.
Con la singularidad que le imprime la voz de cada uno de estos intelectuales, recorremos su infancia, su juventud, el nacimiento de su vocación, sus avatares familiares, sus penas, esfuerzos y gratificaciones, escuchando así las vidas que dieron origen a las obras.
Los relatos están enmarcados por descripciones hechas por la pluma de Roxana donde además del aspecto físico, con aguda percepción y estilo literario, nos delinea rasgos que dejan entrever la personalidad de aquella voz que relata.
Los recorridos por los cuales transitan las voces entrevistadas hacen que el presente libro sea no sólo una compilación de entrevistas, sino la configuración de pequeñas autobiografías, que no por sintéticas pierden intensidad, sino más bien lo contrario. Esta configuración anuda las voces no sólo a partir de la creación intelectual, sino por ser además encarnaduras de un tiempo del pasado inmigrante.
El pasado de estos hombres y mujeres se remonta a Besarabia, Galitzia, Rusia, Medio Oriente, Polonia, Ucrania, Rumania, Alemania y Transilvania. Hace poco más de un siglo, sus abuelos, sus padres y a veces ellos mismos han desembarcado en tierra argentina. En sus vidas se da el anudamiento entre una infancia fuertemente marcada por el pasado en otra tierra y una juventud y adultez marcada por la historia transcurrida en la Argentina, constituyéndose así estas existencias en puentes de la experiencia judeoargentina. Y ha sido precisamente esta singularidad generacional uno de los motivos que inspiraron la labor de Roxana, tal como nos lo dice en las páginas que la introducen:
“Mediante el testimonio de estas figuras, tal vez los últimos puentes vivientes entre este presente y aquellos arribos ya centenarios, auxiliada por el relumbre de afectos, imágenes, ritos, sabores creencias, símbolos, marcas y mandatos sobre los que se recuesta una identidad profunda, intenté rescatar del anonimato, como un muestrario de tantos miles que pisaron suelo argentino, ese pasado inmigrante.”
¿Cómo han transitado el pertenecer a aquel puente de pasado inmigrante y presente argentino? ¿Cómo han combinado ambos tiempos? ¿Cuál ha sido la herencia que les ha quedado de aquellas generaciones? ¿Qué los hará definirse como eslabón posterior de aquellos padres y abuelos? ¿Qué de todo aquello que desembarcó en estas tierras ha sido condición de posibilidad de lo que hoy son?
Preguntas que atraviesan toda la presente obra; preguntas que en tanto tales poseen múltiples respuestas; preguntas que agudamente Levinsky sondea a través de la interrogación con la cual cierra cada una de las entrevistas: “¿qué es ser judío?”
Ser judío “Me parece que el rasgo que distingue a los judíos es que la persecución y la exigencia de sobrevivir hacen de él una persona muy persistente, muy voluntariosa, muy trabajadora, muy de fijarse objetivos, muy de enfrentar las circunstancias. La diferencia no es la que genera la cultura, sino al revés: el hecho de tener que sobrevivir en condiciones adversas, en permanente esfuerzo, fue refinando una forma de aproximarse a los problemas y una inteligencia diferente”... “Yo creo que la barbarie alemana originó en mucha gente de mi generación una especie de síndrome del sobreviviente, como una suerte de espacio de indiferenciación, de azar, donde todo fuera posible, porque tengo la sensación clara de que si mis padres no se hubieran ido a tiempo yo no hubiera existido (...)”
Estas palabras pertenecen a Pedro Cahn, eminente médico dedicado a la investigación sobre SIDA, director científico y creador de la Fundación Huésped. Leemos en ellas el sentido que ha sido el impulso de su gran obra que lucha contra una de las enfermedades más temibles de nuestro presente. Percibimos en sus palabras la herencia que los avatares de las generaciones predecesoras imprimieron a su existencia.
Si bien la pregunta por el ser judío es tan singular como el recorrido de una vida, como los múltiples modos de apropiarse de una herencia, descubrimos en las respuestas de éstos, nuestros judeoargentinos eminentes en su campo intelectual, unos rasgos que se repiten en la gran mayoría de ellos. Rasgos que despiertan orgullo y afecto en el lector humanamente sensible: la solidaridad con el prójimo, la equidad, la justicia y la sensibilidad para con el que sufre. Para tan sólo citar algunas de las diversas voces que nos hablan de estos valores éticos:
“Nada más natural si se es judío que abrazar las banderas de la tolerancia y la equidad.” (David Baigún.)
“El Antiguo Testamento es un tratado político-social formidable (...). El pueblo judío no es idílico, en el judaísmo nada se idealiza, hay que batallar cotidianamente por el bien. (...) No hay un pueblo elegido. Lo que hay es la entrega de un mensaje poderoso para que sea compartido. En hebreo hay una exigencia que es central en el judaísmo que es “tikun olam”,(reparar el mundo): nosotros no somos un pueblo elegido para dominar sino para ayudar a crear un mundo mejor para todos. No es una superioridad, es una obligación”. (Bernardo Kliksberg)
Estas herencias, indiscutiblemente, se reflejan en las obras de estos hombres y mujeres. Obras dedicadas a desarrollar las propias aptitudes intelectuales en pos de labrar otro mundo, atendiendo a los diversos sufrimientos de los hombres que lo habitan, promoviendo la cultura, investigando, interrogándose, educando a los futuros, haciendo justicia.
Leer cómo sienten, piensan y actúan conforme a la herencia judaica estas grandes figuras de la creación intelectual permite que sus palabras y hacer sean parte también de la herencia de quien los lee, ya que la interpelación es inevitable. El apartado “ser judío”, que se repite incesantemente, convoca a la propia reflexión porque aquellos que en estas páginas responden son también nuestra herencia.
Para concluir, quisiera transcribir unas palabras del “Librero de Babel”, tal como Roxana lo llama. Aquel hombre cuyo cuerpo hace pocos meses se despidió de la cercanía del contacto, pero cuyas palabras, obra y recuerdo deseamos perduren imborrables. Aquel hombre que frente a la pregunta qué es ser judío respondió: “Comprendí que mi relación con ´el pueblo del libro´ era ésta: ser el mejor librero de Buenos Aires, el que había leído todos los libros, el que conocía todos los catálogos”. Héctor Yánover nos dice en estas páginas:
“Somos judíos, venimos con el libro puesto, con el ideal de liberar al mundo, de cambiar las estructuras sociales. Todas cosas de judíos locos, porque a fin de cuentas, ¿qué es eso de liberar a la humanidad, sino ideas de mishiguene?” (Héctor Yánover).
Sin embargo, qué hermosa y vital ha sido y es aquella-nuestra, como dice Yánover, “mishigass”-locura.
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