El trasfondo histórico
En el siglo XVI tuvieron gran difusión entre los judíos los estudios cabalísticos, especialmente en Turquía y en Palestina. Mucho creyeron próxima la llegada del Mesías que traería la Redención. Y surgió también una Cábala práctica, que pretendía acelerar el Final de la Diáspora mediante la purificación y el arrepentimiento.
En el siglo XVII, una gran oleada de rumores conmovió al mundo hebreo. Se señalaba el año 1648 como el destinado a grandes acontecimientos. Ese mismo año, en Turquía, un hombre llamado Shabetái Tzví se autoproclamó Redentor del Pueblo de Israel.
Había nacido en la ciudad de Esmirna, el 9 de Av del año 1626. En su juventud se adentró en lo estudios cabalísticos, hasta el punto de confundir realidad y fantasía.
Durante un sermón sabático en la sinagoga de Esmirna, se atrevió a pronunciar completo el sagrado nombre de la Divinidad (“shem hameforash”). Consternados los rabinos, decretaron su excomunión (“jérem”), exclusión de la comunidad de los fieles. Emprendió entonces una serie de viajes. Estuvo en Gaza, en Jerusalem, en Siria y en Egipto. En todas partes ganó adeptos.
Luego se dirigió a Constantinopla ( Estambul), a fin de convencer al Sultán de que entregara Éretz Israel a los judíos. Lejos de ello, el monarca mandó encerrarlo en prisión.
También allí siguió recibiendo delegaciones que venían a apoyarlo, así como correspondencia de sus seguidores en el mundo.
Cuando el autocoronado Rey Mesías advirtió su fracaso, le pidió al Sultán que le permitiera convertirse a la religión musulmana, a condición de que lo dejara en libertad. El Sultán aceptó su propuesta.
Fue éste un golpe terrible para sus adeptos. Después, muchos de ellos lo imitaron y se convirtieron al Islam.
Una visita inesperada
Hace un tiempo, tres años aproximadamente, llegó a la sede del rabinato, en Jerusalem, un visitante insólito. Se trataba de un miembro de la secta sabetaísta de Estambul. Su propósito era conversar con quien era en ese momento el Rabino Jefe Sefardita, Eliahu Bakshi Dorón, acerca de un eventual retorno de la Secta a la religión judía. El Rabino, como suelen hacerlo también sus colegas ashkenazitas cuando de conversiones al judaísmo se trata, respondió a la propuesta con frialdad y suspicacia.
Habla Elgaz Zurlo
El visitante, Elgaz Zurlo, le comentó al Rabino que en Estambul y en otras ciudades de Turquía viven hoy descendientes de aquellos primeros partidarios de Shabetái Tzví que, siguiendo el ejemplo de su líder, se convirtieron a la fe mahometana. Ellos se comportan públicamente como musulmanes, a la manera de los “marranos” españoles (“anusim”) en su momento, respecto a la fe católica. Pero en la intimidad han mantenido vivos sus lazos con el judaísmo y siguen cumpliendo algunos de sus preceptos; claro que en secreto, para no despertar sospechas entre sus vecinos. En los últimos tiempos han debido redoblar su cautela, dado el auge del fundamentalismo y de las conductas fanáticas.
Dijo Zurlo que había venido a estudiar la posibilidad de trasladar a los sabetaístas a Israel y de propiciar su retorno al judaísmo.
La visita tuvo lugar en momentos en que los medios de comunicación israelíes dedicaban mucho espacio al problema de los “falashmuras”, los miles de judíos de Etiopía que alguna vez adoptaron el Cristianismo. De los discípulos de Shabetái Tzví no se hablaba.
Elgaz Zurlo bien podía pensar que si los “falashmuras” pasaban a la categoría de arrepentidos que retornan a la buena senda (“Jozrim bitshuvá”), y el Estado les daba la misma ayuda que a los demás inmigrantes, ¿por qué no favorecer del mismo modo a los descendientes de aquéllos que habían sido auténticos judíos, y luego víctimas de los manejos de un aventurero?
“Somos los únicos musulmanes que no transponen el umbral de una mezquita”_ dijo Zurlo_ “ y el corazón nos dice que hemos seguido siendo judíos. Por lo tanto, queremos retornar al judaísmo sin mayores dificultades”.
La respuesta del Rabino Bakshi fue categórica: los actuales sabetaístas de Turquía son absolutamente mahometanos, y si pretenden pasar a las filas del judaísmo, deben hacerlo con todo el rigor que marca la “Halajá” (Legislación Rabínica).
Transcurrió un tiempo, el señor Zurlo concretó su conversión al judaísmo y afirma que miles de sabetaístas estarían dispuestos a hacer lo propio. La condición es que no los obliguen a cumplir todas las prescripciones del “Shulján Aruj” (el Código que regula la vida diaria del judío observante). Piden obtener el status de “jilonim” (laicos), y que se los reciban en calidad de nuevos inmigrantes. Por supuesto, los rabinos ortodoxos no prestan su acuerdo.
A través del tiempo
Muchos años después de la muerte de Shabetái Tzví (1676), el movimiento a que él había dado origen seguía en pie, aunque siempre combatido por los rabinos de Polonia y de Alemania, que decretaron la excomunión (“jérem”) de sus adeptos (su exclusión de la grey judía).
Hoy sabemos que siguen existiendo en Turquía, pero no resulta fácil llegar hasta ellos. Las comunidades judías de Estambul y de Ankara los rehuyen. Hasta los pequeños hijos de estos falsos conversos a la fe musulmana, suelen ignorar el significado de los Escudos de David (Maguén David) que adornan sus habitaciones. Y sólo antes de morir, sus padres les revelan su verdadera identidad.
Este fenómeno histórico está siendo estudiado ahora por investigadores de la Universidad Bar-Ilán, entre ellos el Prof. Avraham Elkaiam, que se mantiene en contacto con los sabetaístas. Ellos prefieren seguir en la clandestinidad, simplemente porque en las ciudades turcas reina un fuerte antisemitismo, pese a las buenas relaciones diplomáticas con Israel. Por fortuna, la policía y el ejército mantienen el orden público. Al mismo tiempo, los falsos conversos procuran no llamar la atención para no ser detectados. Pero se sabe que muchos de ellos habitan los barrios del oeste de Estambul.
El popular canal televisivo de Katar “Al Dyazira” emitió no hace mucho un programa en el que se dijo que “en Turquía viven centenares de miles de descendientes de los seguidores de Shabetái Tzví, y que son ellos los que dirigen el país y encabezan la ´conspiración judía´”. Turquía tiene hoy un régimen democrático, pero la gran mayoría de su población es musulmana. Y desde que el Partido Islámico llegó al poder, se teme que algo suceda.
Los investigadores del Movimiento Sabetaísta saben que, aún en la actualidad, guardan sus miembros ciertas tradiciones y plegarias en las que insertan alusiones a su Mesías; y que tratan de hacerlo en el mayor de los secretos. Sin embargo, por otro lado, muestran un alto índice de asimilación. Se calcula que en el término de unas pocas generaciones no quedará de ellos ningún vestigio, ya que los casamientos con creyentes mahometanos están a la orden del día.
Existen hoy señales de su presencia, tales como la costumbre de enterrar a los muertos en determinado sector del Cementerio de Estambul; y la de sellar el contorno de las tumbas. En cada lápida colocan un retraro del difunto, costumbre que los muslmanes no practican. Digamos de paso que, por sus características, esos rostros no se parecen al de un árabe ni al de un turco auténtico.
100 años atrás era más sencillo identificar a los sabetaístas, porque ellos militaban en el Movimiento de los “Jóvenes Turcos”, el mismo que en 1923 derrocó al viejo régimen otomano y llevó al poder a Kemal Ataturk, que transformó a Turquía en un país moderno. Ataturk había pasado su juventud en Salónica, la ciudad griega donde la comunidad sabetaísta tuvo, hasta la Primera Guerra Mundial, un significativo número de miembros. Hoy circulan extraños rumores, según los cuales Ataturk mismo era judío, los jefes del actual gobierno serían descendientes de “la Secta” y los generales son sospechados en el mismo sentido. Varios factores en juego en un tiempo histórico complicado configuran un panorama poco alentador. Por eso, en Israel hay judíos que piensan que es de desear que los sabetaístas, esos judíos a medias, puedan recobrar su identidad y una vida digna en la Tierra de Israel. Para ello sería necesario que alguien se ocupara de su suerte, mostrando una mayor comprensión, acorde con los postulados de la Casa de Hilel... (con benevolencia).
|
|
|
|
|
|
|
|
