El régimen de la República Islámica de Irán consideraba a la Argentina como un país seguro para realizar operaciones, mucho más que Brasil y que Chile.
Así, resultaría posible plantar la semilla para un estado Islámico en Argentina.
Para ello, la Argentina brindaba una amplia gama de facilidades, como por ejemplo en cuanto a posibilidades en la tramitación de las visas.
Por otra parte, la Comunidad Judía de Argentina (la mayor de Sudamérica) era tomada como un firme objetivo.
Durante la década de los 80 hasta los 90 hubo un fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre Argentina e Irán, un fuerte intercambio tecnológico, militar y nuclear. Pero, desde febrero de 1990 cambió la política argentina hasta que a fines de 1991 se suspendió el embarque de equipos nucleares a Irán, como la asistencia y provisión de materiales, deshonrando los tratados firmados entre el INVAP e Irán, lo que motivó una dura respuesta diplomática iraní.
El atentado a la Embajada de Israel fue un ejemplo de las herramientas utilizadas por Irán en el contexto de las “políticas de acuerdo” por la suspensión de la asistencia comprometida por la Argentina en materia nuclear y tecnológica.
El ataque a la AMIA no fue otra cosa que una represalia por haber dispuesto el gobierno argentino de manera definitiva el cese de aquella asistencia (Argen-tina consolidó la suspensión definitiva en mayo de 1992, en una nota en que la Comisión Nacional de Energía Atómica, así se lo hacía saber a la cancillería. La nota hace referencia a las sospechas del Departamento de Estado sobre la responsabilidad de Irán en el atentado a la embajada de Israel).
Sin perjuicio de todo aquello, no puede perderse de vista que las relaciones Irán-Siria eran un elemento de suma importancia en la geopolítica de medio oriente, así como que el hezbollah quedaría militarmente paralizado sin el apoyo de Damasco.
Existen suficientes elementos para pensar que el régimen sirio cuanto menos tenía conocimiento previo acerca de que se llevaría adelante la operación terrorista.
LA DECISION
En 1979 un grupo de clérigos shiitas, liderados por el Iman Khomeini, tomaron el poder en Irán.
Desde entonces el país es gobernado por un régimen teocrático.
El triunfo de la revolución islámica en Irán fue fuente de inspiración para los grupos extremistas.
Irán, desde que vivió su revolución, a finales de los años 70, creó una suerte de teocracia fundamentalista. Ha ido promoviendo o facilitando que diferentes grupos puedan llevar a cabo actos de terrorismo internacional.
Irán fue acusado de, entre otros, el atentado (en 1990) contra el líder de la resistencia, Kassem Radjavi en Ginebra y en 1992 contra opositores en el restaurante Myknos de Berlín.
Hubo una decisión iraní, en el liderazgo de la guardia de la revolución, y con la aprobación del líder supremo. ¡Había que realizar un atentado imponente!
Cuando aún retumbaba la bomba contra la Embajada de Israel, se realizaba una reunión clave en la ciudad de Mascad, que en persa, significa El Mártir.
El 14 de agosto de 1993 se reunieron los funcionarios de más alto nivel del gobierno teocrático de Irán y allí decidieron el atentado contra la AMIA.
La reunión fue presidida por Alí Khamenei, líder espiritual del régimen de los Ayhatolas.
Los atentados realizados en Argentina, tanto el realizado de 1992 y el ocurrido en 1994, fueron realizados con la aprobación explícita del líder religioso de Irán.
Del cónclave participaron Alí Rafsan-jani, ex presidente de Irán, Alí Velayati ex Canciller, HIJAZI, ministro de inteligencia y Falayhan, ministro de Seguridad.
Los funcionarios iraníes designaron a Alí Falayhan como encargado de la operación.
Falayhan le encargó al Hezbollah y a su jefe de Operaciones Especiales, Imad Mugniyeh, la organización del atentado en Bueno Aires.
La conclusión es que los dos atentados en Argentina se realizaron con la colaboración de inteligencia y operativa de Irán y el hezbollah.
Hay por lo menos dos áreas secretas que son las que llevan adelante las operaciones especiales, una de ellas es la que se denomina “departamento de operaciones especiales”, en cuya cabeza está Imad Murnie.
En 1982 cuando Israel invade el Líba-no, nace el grupo fundamentalista islámico Hezbollah.
Después de que Israel ocupara más de un tercio del territorio libanés, surgió el Hezbollah como un partido.
El Hezbollah actúa en el sur del Líba-no, donde hay una importante comunidad shiita.
El movimiento está estructurado, como otros movimientos islámicos, con áreas de actividad social, de beneficencia, escuelas, centros de estudios religiosos y el departamento militar.
Fue el Hezbollah el encargado de establecer las primeras células dormidas en la Triple Frontera (Argentina, Brasil y Para-guay).
Además de la Triple Frontera, el Hez-bollah tiene bases operativas en Australia, Canadá, África y otras partes del mundo.
Al igual que en Irán, el Hezbollah quiere establecer un gobierno teocrático en el Líbano a través de la guerra santa.
Su pensamiento es de la guerra santa mundial, de un pensamiento que en el fondo es una guerra del Islam contra todo lo que no es musulmán, incluso contra musulmanes que no son vistos por ellos como musulmanes, entonces todo el mundo es considerado su escenario.
El líder del Hezbollah desde el atentado contra la AMIA hasta hoy es Assan Nasrallah.
En su cabeza hay una dirección religiosa, con un secretario general, el sheik Nas-rallah, aunque en sí, la subordinación es total a la comandancia de los guardianes de la revolución en Irán o lo que se denomina Comité “EL Quds” o Comité Jerusalén de los guardianes de la revolución iraní.
Es una organización muy verticalista, y Nasrallah es el comandante de la organización en todos sus frentes, en todas sus filas y en todas sus operaciones.
LA LLEGADA A LA ARGENTINA
El 27 de agosto de 1983 ingresaba por primera vez a la Argentina, Moshen Ra-bbani, un entonces desconocido clérigo que pertenecía a los servicios secretos del régimen de Irán.
Varios años después se sabría cuál ha-bía sido su verdadera misión en Argentina: conformar las primeras células terroristas en Buenos Aires.
La primera tarea de Rabbani fue ser el líder religioso en la Mezquita Al Tahuid, en el barrio de Floresta. En este barrio de Buenos Aires vive una importante comunidad musulmana shiita.
Aquí reclutó a los pocos argentinos que luego tendrían un papel fundamental en el atentado.
Desde un principio La Mezquita de Flo-resta mantuvo una estrecha relación con la Embajada de Irán en Buenos Aires.
Además de sus tareas religiosas, Rabbani creó la Hermandad Musulmana Argentina y se abocó a formar grupos extremistas.
La elección del nombre no fue casual, algunos grupos terroristas lo usan en Me-dio Oriente. La primera aparición pública de la Hermandad fue en 1991 en la ex confitería El Molino, en la esquina del Con-greso Nacional.
Hay videos donde se ve a diplomáticos iraníes dando discursos extremistas, en un acto donde llaman a la destrucción del Estado de Israel, e incluso se vanaglorian del asesinato de Anuar Sadat, el primer líder árabe en firmar la paz.
Rabbani era uno de los asistentes y escuchaba atento.
La figura de Moshen Rabbani, ha sido central, tanto en la fase de realización de la actividad e inteligencia para determinación de los blancos y la construcción de las carpetas que preveían de alguna manera distintas opciones.
Unos meses antes del atentado contra la AMIA, Moshen Rabbani regresa a la Ar-gentina como Consejero Cultural de la Embajada de Irán.
Su nueva investidura le brindaba inmunidad diplomática, nadie lo podía detener. Rabbani realiza varios llamados telefónicos a Irán, a una oficina del servicio secreto.
La SIDE ya estaba investigando a Rabbani y alguna línea de personas que iban a sus mezquitas, en Flores y en Cañuelas.
Rabbani construyó su grupo de colaboradores con dos familias libanesas: Los clanes Sain y Assad.
Los clanes que Rabbani había ido constituyendo y desarrollando como esa red de la que hablamos, tenían como tarea esencial proveer soporte a la realización de estos atentados.
De la familia Sain se destacaron dos mujeres: Silvina y Karina.
Silvina era la esposa de Samuel Sal-man el Reda Reda, el jefe operativo del atentado a la AMIA.
El Reda Reda, colombiano de origen libanés, llegó a Buenos Aires el 1 de julio de 1994, dos semanas antes del atentado.
Se alojó en la casa de sus suegros. Su misión era realizar tareas de inteligencia sobre el edificio de la AMIA.
Desde un locutorio cercano a la AMIA realizó varios llamados telefónicos al Líbano y la Triple Frontera.
También se registraron llamadas telefónicas al Hezbollah desde la casa del clan Sain, la familia política del El Reda Reda.
Tras el atentado a la AMIA todos estos números dejaron de utilizarse.
Durante los meses previos al atentado a la AMIA hubo un inusual movimiento de miembros del Hezbollah en la Mezquita de Floresta.
Uno de los más importantes era Nidal Bazoun quien aparece filmado en un video junto a Moshen Rabbani.
Bazoun fue alojado en la casa de Claudia Assad, otro miembro destacado del entorno de Moshen Rabbani.
Llamativamente los clanes Assad y Sain abandonaron Buenos Aires tras el atentado, dejando todas sus pertenencias.
Hoy viven en Beirut y en el sur del Líbano.
En esa época comienzan los primeros trabajos de inteligencia, a través de la estructura del (Mois o el Bebak) que es la inteligencia iraní y también de células que estaban implantadas en la Republica Argentina
La embajada de Irán en Buenos Aires cumplió un papel fundamental en la planificación del atentado.
Días antes del atentado a la AMIA llegaron a la Argentina una cantidad inusitada de correos diplomáticos iraníes. Todos estos correos diplomáticos iraníes abandonaron el país antes del 18 de julio, el día del atentado.
Las tareas fueron supervisadas por Ahmad Reza Ashgari, jefe de la inteligencia iraní en Buenos Aires.
Al igual que Moshen Rabbani, Ashgari participó de la reunión donde se decidió el atentado contra la AMIA y también abandonó la Argentina 10 días antes del atentado, antes de que finalizara su misión diplomática.
Quién y cómo se cometió el atentado a la sede de la AMIA es otra historia, que hasta ahora, no tiene final.•
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