Que a esta altura de la soireé alguien medianamente informado ponga en tela de juicio que Carlos Tellel-dín recibió una gruesa suma de dinero (se conocen hasta las cuentas bancarias en que fue depositado) en dos cuotas e incluso una muy sabrosa mensualidad para que acusara al ex comisario Ri-belli y a un grupo de policías bonaerenses de haberle arrebatado una Trafic un pedazo de cuyo motor apareció entre los escombros de la AMIA (todo indica que puesto con la mano por policías federales que habían decidido de antemano inculparlo) equivale a los "cándidos" que aun ponen en duda que Marta de García Bel-sunce pude haber sido asesinada por alguien que no pertenezca a su grupo de familiares y allegados íntimos. Bull shit. Por supuesto que Tellel-dín sabe a dónde fue parar aquella camioneta y por ende aquél motor, pero siendo como es un miembro periférico de una extendida banda en cuyo centro se encuentra lo más granado del "grupo de tareas" de la Policía Federal durante la pasada dictadura militar, morirá sin decirlo, pues bien sabe que hacerlo representa una condena de muerte, mientras cerrar el pico re-presentará una condena mu-cho menor, que en su mayor parte habrá cumplido cuando se dicte; que al fin de cuentas bien podría ser condenado a penas similares por otros delitos y que, al fin y al cabo, durante seis o siete años cobró, además de casi medio millón (de pesos/dólares) una suculenta mensualidad capaz de provocar erupciones de en-vidia tiñosa no sólo entre los convictos, sino en la inmensa mayoría de los asalariados. También es harto probable que a esta altura de los acontecimientos Ribelli haya averiguado con bastante e-xactitud quienes pusieron las bombas que demolieron la AMIA, segaron las vidas de 85 personas, hirieron de gravedad a más de cien y arruinaron las de muchos más. Habiendo sido el comisario más joven de la bonaerense, el lugarteniente de su jefe, el Polaco Klocdzyk, y el principal "recaudador" de la repartición, tiene los medios para haberse desasnado hace ya mucho. Pero tampoco Ribelli dirá esta boca es mía, ya que no hay manera de vincularlo con la troupe de malvadísimos terroristas internacionales, casi siempre iraníes, a la que Galeano -con el beneplácito y auspicio de la Side, el Mossad, la DAIA y el me-nemismo- le atribuye todas las culpas. Siendo como es, un "pata negra", sabe que no le conviene meterse con los antiguos "arcángeles" de la Federal, que no dejarían sin castigo tamaña indiscreción. Y, por cierto, tiene el suficiente dinero guardado co-mo para no temer por su futuro y aguardar pacientemente a que suceda lo inevitable: esto es, que se lo ponga en libertad puesto que, entre sus variados crímenes, no se encuentra el de la AMIA. En fin: que una papa hirviendo que ha caído en manos del gobierno de Néstor Kirchner. Estados Unidos, Israel, el menemismo pero también parte del duhaldismo quieren que las cosas queden como están y se condene tanto a Telleldín como a Ribelli y sus subordinados (ojo, también están sentados en el banquillo policías que no lo eran), en este caso aunque sea formalmente. Para eso es fundamental que las investigaciones hechas por la SIDE sobre su propia actuación - aunque parciales y en parte amañadas- jamás vean la luz pública sin censura y no declaren ante el TOF3 los jefes del contraespionaje local. Esto es lo que permitirá seguir haciendo como que a la pobre Marta la mató un extraño.• J.P.
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