He dejado transcurrir un período, sin escribir en ningún periódico ni dar a conocer opinión en ninguna forma. Lo hice, a partir de mi ingreso al Consejo Directivo de la Amia, procuré analizar en conciencia lo que estamos haciendo. Voy a reiniciar el diálogo.
La política nacional ha sufrido un cambio muy importante que abre caminos de esperanza, no entraré a analizarlo, creo que vamos por ahora por buen camino.
Lo internacional cambió. Sadam Husein e Irak ya no podrán comparar a los judíos con los perros o con los leprosos. Lamentable-mente hemos vuelto a percibir que los europeos no tienen nada contra los perros, pero sí bastante contra los judíos. Muchos de ellos pueden repetir con Sadam que están unidos a él por el odio a los judíos. ¿Fue ese odio el que ha llevado a tantos manifestantes a quemar banderas con la estrella de David, mientras gritaban consignas en contra de Israel, en contra de los americanos y a favor de Sadam? ¿Es la judeofobia el sentimiento que une a árabes y determinados sectores de europeos, latino-americanos, asiáticos, etc. para aceptar el terrorismo de estado y todo lo que se le parezca como arma válida? ¿Puede convertirse un déspota corrupto y asesino como Arafat en un luchador romántico? Todo ese odio ha tratado de convertir el vacío terrorismo palestino, en una especie de epopeya romántica, liberadora en la que sólo faltaría y no siempre, incluir el retrato del CHE.
Los adeptos al asesino Stalin, los adoradores del nacional-socialismo el fascismo, para desgracia de los demócratas, siguen creyendo que sólo en su propia omnipotencia y en sus ideas, como los únicos capaces de crear un mundo sustentable y para eso impulsan a la muerte, a la destrucción, a la desaparición del pueblo judío, reniegan del progreso, del pluralismo, de los derechos humanos y de las libertades básicas. Es el viejo antisemitismo exterminador medieval que conformó el pensamiento colectivo más brutal que conoció la Europa del siglo XX.
Nosotros, con los valores de occidente y a pesar de la mezquindad de muchos de los que quieren aparentar ser nuestros aliados, los estamos derrotando con las ideas históricas que nos dieron origen, con el sacrificio de los soldados y de la técnica de los países desarrollados que nos apuntalan para desterrar el terrorismo y por ende el antisemitismo.
El problema, fuera de Medio Oriente y en el Me-dio Oriente, está en el montón de personajes, líderes y soldados que continúan con su odio racial, que pretenden la muerte y desaparición del pueblo judío y de la civilización que éste representa, aferrándose a teorías contra Israel, antisionistas, que son solo en realidad mascaradas del mismo odio que provocó la Shoá, la Inquisición y tantos otros desastres de la humanidad fundados únicamente en el odio al judío, sin ninguna otra explicación.
Hemos visto incluso en Argentina a los sectores más dispares criticar la guerra contra Irak, defender la Intifada y ensalzar la lucha por la expulsión de los judíos de su tierra. Hemos visto quemar banderas americanas y hemos escuchado a muchos periodistas y muchos políticos que creíamos amigos de la democracia y de la civilización, que voluntariamente se colocaron del lado de Sadam, de Arafat, en un error inexcusable.
Si mucha gente común se equivocó, si arrastrado por una izquierda que pretende ser la cobertura intelectual del nuevo antisemitismo que se arrastra por Europa y diversos lugares del mundo, una izquierda que se traiciona a sí misma, trai-cionando a la democracia.
Estas fuerzas han logrado nuevamente que en Europa y en el mundo ser judío empiece a ser difícil, olvidando todas las lecciones de la historia. La judeofobia actual encuentra nuevos camuflajes, crece y se asienta para terminar apoyando el integrismo islámico, ideología totalitaria y militarista, claramente enemiga de la modernidad.
Los judíos debemos trabajar para que el antiamericanismo derivado de complejos que se arrastran des-de hace muchos años, que se ha extendido y brotado en América latina, desaparezca ya que el antiamericanismo es, por definición antisionista y antisemita.
Exijamos al mundo que se firme "la hoja de ruta", LA PAZ.
El estatismo y el fascismo son la base del viejo antisemitismo exterminador, el mundo dual está regresando a sus propios demonios. No lo permitamos.
Todo lo expuesto indica que debemos apoyar el plan de paz actualmente en discusión en Israel, como salida fundamental a una encrucijada muy difícil y cuya so-lución implicará concesiones recíprocas muy duras.
Es necesario que los rencores entre los dirigentes de la comunidad judía Ar-gentina desaparezcan. He sufrido personalmente la discriminación dentro de la comunidad, por la postura que asumí antes y después de los desastres bancarios que denuncié con antelación a los mismos. Estoy cansado. Opino que los que se equivocaron deben actuar con honradez, no perseguir dentro de la comunidad, desde los puestos que ocupan en Instituciones centrales, a quienes supieron y dijeron la verdad de los tiempos pasados. Los problemas no se resuelven im-poniendo el alejamiento del que no pensó como el que manda, para mostrar falsas superioridades. La comunidad debe defender la unidad y el pluralismo. Pero ambas son situaciones permanentes y no hay unidad sin pluralismo y no hay pluralismo sin unidad. Israel y los tremendos problemas del pueblo judío en la hora actual, la desocupación, el hambre, el abandono, la deserción escolar, la crisis en todas sus expresiones obligan a arrojar los resentimientos y tratar sin egoísmos improcedentes, de lograr que todos juntos construyamos las Ins-tituciones de nuestros antepasados, que en su momento, construyeron en la Ar-gentina.•
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