La poesia del sufrimiento Nelly Sachs, la primera mujer judía en ganar un Premio Nobel (el de Li-teratura, en 1966), fue en esta disciplina la 6a mujer que se adjudicó el más preciado galardón del mundo contemporáneo. Lo recibió conjuntamen-te con el escritor israelí Sh. I. Agnón. En años posteriores ganarían dicho Premio otros escritores judíos como Saúl Bellow (1976), Isaac Bashevis Singer (1978), Nadine Gordimer (1991), Elías Canetti (1981) e Imre Kertész (2002). Nelly Sachs, judeoalemana, residente en Suecia desde 1940, fue premiada en representación de éste último país. Es autora de una literatura trascendente. Su obra fue la de una ar-tista desgarrada por la Shoá y comprometida con la es-piritualidad judía. Temprana inclinación artística Había nacido en Ber-lín el 10 de diciembre de 1891, en el seno de una familia de judíos alemanes amantes del arte. Fueron sus padres William Sachs y Margarethe Karger de Sachs. Su verdadero nombre era "Leone", aunque desde muy pequeña la llamaron "Nelly" y así es por todos conocida desde enton-ces. Vivían en "Tiergarten-viertel", uno de los más elegantes barrios de Berlín. Ella fue educada por ins-tructores privados. Desde pequeña estudió música y danza, teniendo una casa en la que la literatura ocupaba un importantísimo lugar. Su primera gran pasión, desde la niñez y hasta los años iniciales de su juventud, fue la danza. Pensaba hacerse bailarina, pero pronto irrumpió en ella la poetisa, estando sus primeros versos especialmente dedicados al baile. Su padre, acaudalado industrial era un decidido amante de la música, y a la pequeña Nelly le encantaba bailar lo que él oía. Así, pudo ella contar siendo ya una mujer adulta: "Desde mi infancia acompañaba la música de mi padre con mi danza, en medio del entusiasmo y de un arrebato total". Ya a los diecisiete años publicó poesías en las que mostraba singulares dotes literarias. Eran los tiempos anteriores al advenimiento del nazismo, y en ella aún confluían los conceptos del mundo intelectual medieval, teñido del misticismo cristiano. Luego leyó a Ste-fan Zweig y a Leo Hirsch, y se embebió más tarde del lenguaje de los Salmos, de la interpretación jasídica y del Zóhar (El libro básico de la Cábala). Llegada a Suecia Como parte de una familia judeoberlinesa, no quedó fuera del tremendo proceso de persecución na-zi. Casi toda su familia fue exterminada por el hitlerismo, pero Nelly y su anciana madre lograron sobrevivir. La poetisa sueca Selma Lagerlöf (ganadora del No-bel de Literatura en 1909) intercedió ante el Príncipe Eugenio de Suecia, y ello hizo posible que Nelly y su madre recibieran los corres-pondientes visados para marcharse a Suecia en el tardío junio de 1940, en que ya no les era permitido a los judíos abandonar Alemania. Cuando arribaron a Es-tocolmo, Selma Lagerlöff había fallecido (el 16 de marzo de aquel año). En su nuevo lugar de residencia, Nelly estudió intensamente el idioma sueco y se puso a traducir las poesías y obras líricas en dicha lengua. Pudo así lograr que, en la postguerra, gran parte del público europeo tuviese acceso a la admirable lírica sueca. Al mismo tiempo, no descuidó su propia obra: siguió escribiendo y publicando en idioma alemán, con ininterrumpido vigor. Todos los críticos han señalado el alto lugar en el que colocó ella la literatura en lengua alemana. No qui-so volver a vivir en Ale-mania, pese a las distinciones que le otorgó la Repú-blica Federal Alemana. Fue, en cambio, una obstinada amante de la lengua nacida en aquel territorio. Podría parangonarse esto al ya clásico ejemplo del judaísmo sefardita, que expulsado de Sefarad (España), si-guió manteniendo su idio-ma durante siglos. La literatura de Nelly Sachs ha llevado a los sitiales más altos los contenidos judaicos de la poesía y la literatura, así como la más bella prosa en idioma alemán. Desde su arribo a la capital sueca, a los 48 años de edad, vivió con su ma-dre enferma en un departamento del tercer piso de un edificio de la "Bergsunds-trand", calle de un barrio con mayoría de obreros y empleados, situado junto al lago Malär, en el sur de Estocolmo. Al agravarse la enfermedad de su madre (que falleció en 1957), ella se hizo cargo y no la quiso internar en ninguna institución. La madre ocupaba una cama en el que había sido antes el cuarto de es-tar, mientras que ella recibía a los invitados en su cocina, que pasó a ser también su cuarto de trabajo. La poetisa del destino judío Ante la duda de Primo Levi acerca de la posibilidad de que siga existiendo la poesía después del horror de Auschwitz; y contra la opinión de Theodor W. Adorno, quien responde ne-gativamente a ese interrogante, la obra de Nelly Sachs es un rotundo mentís. Ella no sólo supo hallar las palabras y las imágenes para semejante horror. En su poesía confirió a la mística judía su más alto sentido redentor y enlazo las más violentas figuraciones del martirio con la más elevada espiritualidad de la literatura judía. La obra literaria de Nelly Sachs es la más grande afirmación de que los verdugos de Ausch-witz y demás campos de ex-terminio, mataron a millones de nuestros hermanos pero nada pudieron contra el espíritu y la sensibilidad del pueblo judío. En su vasta producción tienen cabida los tremendos avatares del judaísmo y el más hondo sufrimiento por su destino. Poco quedó, lue-go del ascenso nazi en Ale-mania, de aquellos, sus poemas iniciales de los años veinte, en los que aun prevalecían las influencias de la poesía cristiana medieval emparentadas con el romanticismo alemán. Nelly Sachs redescubre las raíces de la herencia literaria judía a través del Zóhar (interpretación mística de la Torá). Pronto el jasidismo ocuparía también un preponderante lugar entre sus fuentes ju-daicas. Desde sus primeros orígenes en el romanticismo y en el expresionismo alemán, pasando por el imaginativo mundo surrealista, arriba al lenguaje de la lírica sueca. Pero la trascendencia de su obra se ha debido es-pecialmente a la esencia del espíritu judío, esbozada a partir de los años cuarenta y tras huir del nazismo. En su pluma ya nunca faltarán la Torá, los Profetas ni los Ja-sidim. Su literatura tendrá entonces como motivo ex-clusivo el sufrimiento de sus hermanos y la redención de un destino judío. Fue por eso llamada "la poetisa del destino judío". La Shoá no sólo modificó su vida, también inspiro su arte. Llego a afirmar que "...si no hubiera podido escribir (acerca de la Shoá)... no habría podido sobrevivir...". Y que: "...la muerte fue mi maestra... mis metáforas son mis so-nidos...", explicando el por qué de su actividad literaria centrada en una temática tan tremenda. Su obra Si pasamos sintética re-vista a sus obras, nos encontramos con los siguientes títulos:"Leyendas y narraciones", dedicado a Selma Lagerlöf, 1921; un importante número de poesías suyas aparecieron publicadas en diarios de Berlín y de Munich, entre 1929 y 1931. Ya radicada en Suecia, pu-blica en 1942 "Vivir bajo amenaza", donde describe la persecución, la búsqueda de una Patria, la fuga, y se reflejan los últimos siete años (1933/1940) que pasó en la Alemania Hitleriana. La intensa actividad que desarrolla en Estocolmo de-riva en muchos títulos, de entre los cuales cabe citar: En las moradas de la muerte, 1947; la antología "Olga y granito", 1947; "Eclipse de la estrella", 1949; "A-braham en Sal, Juego para palabra, mímica y música", 1950; "Eli o la Pasión de Israel", 1951; la antología "También el Sol es apátrida", 1957; "Elegías a la muerte de mi madre", 1957; "Nadie sabe más", 1957; "Huida y transformación", 1959; "Sansón cae a través de milenios", opera transmitida por la radio alemana del sudoeste, 1960. En 1961 publica "Viaje adonde no hay polvo", donde aun con una omnipresente demanda de la muerte, puede la vida festejar su triunfo; en 1964 se edita una compilación de sus poesías, titulada "Poesí-as Tardías". Sumemos a esto la pu-blicación de numerosos po-emas y relatos en las más especializadas publicaciones literarias de Europa y los Estados Unidos. Chimeneas sobre las moradas de la muerte La primera obra con la que logra Nelly Sachs un inmediato reconocimiento es En las moradas de la muerte, publicada en 1947. En esta obra, que dedica "a mis hermanas y hermanos muertos", ya se percibe el sentido de la existencia judía que arranca en ella desde el originario fondo religioso. Nelly Sachs intenta comprender y brindar sopor-te tanto a víctimas como a verdugos. Ella ve la amenaza del mal como un absoluto, que no afecta sólo a las víctimas aunque en ellas se encarne. Leemos entre otros versos, los que siguen: "...¡Oh, manos! ¿Qué hacíais cuando erais manos de niños pequeños?...-manos estranguladoras ¿había muerto vuestra madre, vuestra esposa, vuestro hijo?... ¿sólo podíais sostener la muerte en las manos, en las manos estranguladoras?- ¡Oh ladrones de legítimas horas de muerte!, de los úl-timos suspiros, ladrones de párpados: «buenas noches» ¡Oh las chimeneas sobre las moradas de la muerte!, in-geniosamente ideadas, cuan-do el cuerpo de Israel se iba, deshecho en humo, por el aire... ¡oh, las chimeneas! ...caminos de libertad para el polvo de Jeremías y Job...". Y también leemos la congoja de quienes deben llorar a sus muertos. Nos lo dice en estas estrofas: "... A vosotros, que construís la nueva casa: Cuando eleves de nuevo tus paredes... tu hogar, lugar de reposo, mesa y silla... no cuelgues en él tus lagrimas, que han muerto, que ya no vivirán más contigo en la piedra, ni en la madera,... sino llorar dentro de tu sueño, el breve sueño que todavía debes hacer...". Inmediatamente después, una nueva obra suya gana el reconocimiento de los críticos internacionales y del público, cuando en 1949 publica "Eclipse de estrella", dedicada a la me-moria de su padre. Aquí leemos entre otros desgarradores versos, lo que sigue: "... cuando como humo el sueño penetra en el cuerpo, y como un astro apagado, que en otro lugar se enciende, el hombre va al abismo, cesa la lucha, corceles arrastrados, que se han sacudido el peso de su jinete. Liberados de su ritmo cotidiano quedaron los pasos, que golpeaban el enigma de la tierra como poleas de pozo. Todas las muertes artificiales retornaron a sus nidos ensangrentados...". La obra de Nelly Sachs que más repercusión ha tenido es, sin duda, "Eli, un Misterio sobre la Pasión de Israel", publicada originalmente en 1951. El martirio de Israel es precisamente el eje central de la obra. El desgarrador grito de dolor adquiriría los contornos de la religiosidad en forma de poesía. Tal como en todo el resto de su producción, no necesitó de amenazas ni de venganzas. Muchas veces se encargó ella misma de aclarar que su personaje, "Eli", expresaba al herido antes que al vengador. Ésta trascendente crea-ción se interpretó incluso por radio, donde se la pudo oír como ópera y con música de Moisés Pergament. Más tarde, en 1962, se lleva a cabo la escenificación de "Eli" como ópera. Se escucha en ella el angustiante sonido de la flauta de un niño pastor -Eli de ocho años de edad- cuando sus padres son capturados - y luego asesinados- por un soldado de la Alemania nazi, en Polonia. El son de su flauta se hace agudo y conmueve vivamente en el momento del asesinato de los padres. Mijael, un zapatero re-mendón, seguirá luego los rastros del criminal hasta encontrarlo en una aldea ve-cina. Por último, atormentado y lleno de remordimientos, el soldado asesino cae rendido a los pies del zapatero. En la pieza se intercalan, asimismo, temas de la leyenda judía de los "La-med Vav Tzadikím" ("Los 36 Justos Ocultos"). En "Eli, un misterio so-bre la pasión de Israel" Oímos aquí, en la voz de la lavandera: "...Lo traigo para ti, Samuel, lo llevo por atajos, para la noche, donde los murciélagos ho-jean en el aire, como yo hojearía en la Bi-blia, para buscar la elegía; allí sale humo, allí arde y caen piedras. Te traigo la camisa de tu nieto la camisa de Eli...". Resuena luego la desgarradora voz del hombre que desafía su muerte: "... Donde esta el orden, el orden mundial... Estoy en la vida, no estoy muerto... no estoy colgado... ni quemado... ni echado en la tierra vivo... -rugiendo-. Es un error, un error, me rompo, me rompo... Soy un tronco... estoy en la arena que era mi carne...". Vale precisar que Wal-ter Jakob, quien preparaba la primera escenificación de este drama, recibió una nota de Nelly Sachs que, con fecha 9 de febrero de 1962, le advertía: "... Parece que se ha malentendido a Eli, comprendiéndolo como un vengador... él es más bien la silenciosa, nada dramática figura legendaria, que se desliza a través de todo este misterio sufriéndolo todo...". Y en la misma esquela expresa su preocupación por no ser ella malinterpretada, al agregar más adelante: "... Quisiera que mi obra fuese comprendida como un eslabón de la reconciliación entre los hombres, y no malentendida por esa oscura voluntad que quiere arrastrarme, no sólo a mí sino también a los que he escrito, al ámbito del odio...". A su vez, luego de que "Eli..." fuese interpretado en la ópera y en la radio afirmó Nelly Sachs que cuando ella escribió dicha pieza, estaba "... bajo la reciente impresión de la espantosa experiencia del periodo de Hitler... cuando el humo era trocado en fuego...". Diversos críticos han señalado que el sustantivo "Misterio" -que aquí subtitula la obra - aparece reiteradamente en Nelly Sachs. Y que no se refiere a ritos ni leyendas, sino que lo que la autora persigue es la creación del lenguaje, como único misterio del universo. Fue así como, enfrentada con la insuficiencia del lenguaje poético, intentó un abordaje más abarcativo a través de la escenificación. Las imágenes, las sombras, la mímica y las palabras, contemplaban en el escenario los huecos de la poesía. Ella intentó siempre que las palabras recuperasen su santidad; y por eso dio batalla en el universo de las letras. Premios y distinciones En los primeros años de postguerra, fue incorporada como Miembro de la Aca-demia Libre de Artes de Hamburgo, en la República Federal Alemana. Entre los premios y distinciones que obtuvo, pueden señalarse los siguientes: Premio de Literatura de la Asociación de Líricos Suecos, en 1957. Distinción de Honor de la Asociación Federal de la Industria Alemana, 1959. En Meesburg le otorgan el Premio Droste, en 1960. En 1961 gana el Premio de la Ciudad de Dortmund (que a partir de 1962 recibe el nombre de "Premio Ne-lly Sachs"). El "Premio de la Paz" creado por la Industria Edi-torial Alemana le fue otorgado el 17 de octubre de 1965, en Frankfurt. Y, el 20 de octubre de 1966 comparte el Nobel de Literatura con Shmuel Iosef Agnón. Es entonces la primera mujer judía que gana el Premio Nobel. Entre los considerandos, las autoridades que la distinguieron en aquella oportunidad expresaron que "... con intenso y emotivo sentimiento, Nelly Sachs hizo oír al ancho mundo la voz del Pueblo Judío tras la te-rrible tragedia que lo afectó... ella ha expresado sus líricos lamentos con dolorosa belleza y en dramáticas leyendas ... su simbólico lenguaje corporal combina un inspirado idioma moderno con el retorno a la antigua poética bíblica... identificada plenamente con el misticismo ritual de su pueblo. La señora Sachs ha creado un mundo de imágenes que no esquiva la terrible realidad de los campos de exterminio ni la industrialización de cadáveres, pero al mismo tiempo eleva a los perseguidores, al revelar el genuino duelo de los hombres que se han deshonrado...". Nelly Sachs, al compartir el Premio con el escritor israelí Shmuel Iosef Ag-nón, recordó ante las autoridades del Nobel el común origen con un escritor judío que representa al nuevo Estado de Israel. Bien se-ñaló que: "... Agnón representa al Estado de Israel... yo represento la tragedia sufrida por el Pueblo Judío...". Camino de fuego y estrellas A partir del advenimiento del nazismo, su poesía, su lírica y, desde ya, su obra dramática, tuvieron como eje el horror y el dolor. Así, cuando escribe: "... flecha de gritos, arrancada de las sangrientas aljabas... grito de Job a los cuatro vientos, grito oculto en el monte de los olivos, como un insecto desfallecido contra el cristal...". A pesar de ello, explicitó una y otra vez que su intención no era la de convertir a los perseguidos en perseguidores. Dijo de ella el crítico alemán Kurt Pinthus que "... parece que el grito de dolor por el más inhumano asesinato en masa de toda la historia de la huma-nidad, alcanza en muchos de sus himnos la definitiva altura de lo poético...". "Fue una pródiga autora, su generosidad temática no conoció fronteras. Compu-so desde canciones bíblicas hasta piezas de marionetas, recorriendo los más diversos senderos del arte literario". Acerca de su teatro dramático, dijo la ganadora del Nobel que "...En él in-tento la realización de un teatro de la palabra, de la mímica y de la música... un teatro del futuro, en el que, como en los antiguos misterios, el hombre entero se ha de expresar, incorporando también mímicamente el cuerpo a esta expresión...". Y supo, asimismo, Ne-lly Sachs, definir con precisión los objetivos de su obra, al expresar: "...No dejare de seguir paso a paso el camino de fuego y estrellas de nuestro pue-blo, ni de dar testimonio con mi pobre ser...". Sus poemas, tan ricos en imágenes, no se abren sino lentamente al lector; recargados, como se ha señalado, de pensamientos y visiones que no vuelven la mirada sobre aquella otra gran poetisa judía que fue Else Lasker Schüler.La poesía de Nelly Sachs significó un especial combate contra el tiempo. En ella no faltó el éxtasis, en tanto búsqueda de la interiorización en la religión judía. Su extraordinaria obra lírica nos mostró a una mujer creadora aún frente al dolor, la muerte, la ruina. Noche de la Humanidad En la obra literaria de Nelly Sachs vemos como el judaísmo nos provee una plataforma de existencia ba-sada en los fundamentos y las escencias de su religiosidad. Y como muchos au-tores lo han señalado, la de ella es una singular perspectiva para abordar la herencia sagrada, aun partiendo de las singulares formas de la vida secular. Leamos, así, las siguientes frrases: "... Abraham, tú que desenterraste de la constelación de llanto de Babilonia el Eón de la vida viviente, tú arrojaste la semilla del celestial labrador hasta la tarde de fuego de hoy, en la que arden las espigas...". En toda su obra prevalece esta esencial fuerza de su lenguaje, que busca mancomunar el sufrimiento de Israel como "noche de la humanidad" ("el padecer es escondite de la luz", escribió) con una visión profética surgida del jasidismo, donde ha encontrado la certeza de una nueva relación entre Dios y el mundo de los hombres, ("Si los profetas se levantaran en la noche de la humanidad, como amantes en busca del corazón de la amada, ¡oh noche de la humanidad! ¿Tendrías un corazón para perdonar?"). Hace ya varias décadas, señalo certeramente Char-lotte Schiffler que "si los jóvenes quisieran deshacerse del peso histórico y no hablar ya más de culpa, la poesía de Nelly Sachs les saldría al encuentro". Y vale también recordar lo que de los libros de Nelly Sachs dijera el crítico Georg Ludwig Jost: "...no es en la biblioteca donde se han de poner los volúmenes de su obra... antes bien hay que llevarlos dentro del equipo para la tempestad ...allí donde van las cosas esenciales...". Su delgada figura, su alta y tierna voz, los amables movimientos de sus manos y esa especial sensibilidad para contactarse con todos los que la rodearon, se marcharon de esta mundo el 12 de mayo de 1970. Tenía ella 78 años de edad. Ese año fallece también Sh. I. Agnón. Nelly Sachs nos dejo su obra, que la ha inmortalizado. Y también ese universo del lenguaje como misterio último de la creación. Por ello, concluiremos esta nota con palabras de la escritora: "... Pueblos de la tierra, que no haya quien diga muerte al hablar de vida, o quien diga sangre al hablar de cuna..."!• © LA VOZ y la opinión
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