Ya la tira «cómica» del humorista Gustavo Sala y el diario argentino Página 12 me pusieron en tono de humor, veo que mi imaginación - como decía Miguelito de Mafalda - me va a jugar uno de esos días moviditos.
Me imagino a Gustavo Sala llegando dentro de un vagón de carga a Auschwitz con su esposa y sus hijos; éstos aterrados de miedo y abrazándose a él.
La locomotora se detiene en Birkenau, las puertas de los vagones se abren; gritos, alaridos: ¡Raus!, ¡Raus!; ovejeros alemanes ladrando y mordiendo las ropas de quienes descienden y de aquéllos que son empujados fuera de los vagones.
Gustavito, que se toma todo a la joda, camina silbando bajito con el humor que lo caracteriza. Sus pequeños hijos le preguntan: «Papi ¿Qué es esto? ¿Qué pasa aquí?».
«No se preocupen pibes - les responde -; enseguida empieza la Fiesta. ¿No ven que todos están disfrazados? Aparte ya casi es febrero; estamos en épocas de Carnaval».
De repente, un alto oficial de la SS se le acerca. «¿Por qué estás tan contento?», le pregunta.
«A mi los muchachos de Página 12 me enseñaron que «al mal tiempo, buena cara». Si uno no encara la vida con un poco de humor, está listo»
«¿Quienes son esos niños?», insiste el oficial.
«¡Son mis dos hijos - le dice el humorista -; lindos pibes ¿no?»
«Sí; realmente lindos. Cristo dijo 'Dejad que los niños vengan a mí'. Elige a uno de ellos», lo encara el militar.
«¿Cómo? No entiendo - responde Gustavito sin que la sonrisa se le borre de la cara - ¿Elegirlo para qué?»
«Si eliges uno, mataremos sólo a uno. Si no eliges ninguno, mataremos a los dos», insiste el oficial.
Gustavito se va poniendo pálido. Eso no era exactamente lo que le habían contado en Página 12. «¿Usted está loco? A mí me dijeron que me traían a una FIESTA. ¿Dónde está el DJ?»
«¿Uno o los dos? - grita el oficial, perdiendo la paciencia, mientras otros guardias se acercan con sus perros ladrando amenazantes - ¿Eliges uno o nos llevamos a los dos? ¡Decide de una buena vez?»
"¡Pero no puede ser! Aquí hay una confusión - dice Gustavito, disimulando media sonrisa - En todo caso, llévenme a mí con ellos»
«Tú estás en condiciones de trabajar. Nos dijeron que eres humorista. En este lugar siempre hace falta alguien que le levante la moral a la tropa. Los soldados no se acostumbran al olor de los crematorios, se ponen irascibles y a veces hay que animarlos, contarles chistes y todas esas payasadas que a ti te gustan. Bueno ¿Ya elegiste?», amenaza el oficial.
«Llévense a la nena - murmura Gustavo - En mi familia siempre dicen que mi nene salió igual al padre. En una de esas va a ser humorista como yo»
Los guardias le arrancan a la nena de la mano y se la llevan mientras ésta no para de llorar. Gustavo alcanza a verla descender las escaleras hacia las duchas.
Media hora más tarde, mirando el humo que sale por las chimeneas, saca su block de hojas, un lápiz y se pone a dibujar una nueva tira cómica.
Este relato es totalmente ficticio. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.
Mi imaginación no da para más.
Que Dios te conserve el humor Gustavo Sala. En estos carnavales podés disfrazarte de niño judío cremado; en Auschwitz hubo apenas un millón. Podés conseguir varias fotos con modelos para copiar.
Después de todo, lo importante en Página 12 es que siga la FIESTA.
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