Recuerdo las palabras de un importante político israelí, el cual creo que en su momento fue quien presidía las sesiones en la knesset, que en cierta ocasión dijo estar convencido de que nunca más se produciría otro holocausto, y llamó paranoicos, a quienes pensaban (entre los cuales me incluía entonces como ahora) que vamos, y cada vez se hace más evidente, camino de asistir a otro holocausto. Un vistazo al mundo antes de la segunda guerra mundial y es inevitable hacer comparaciones con el presente y sentir escalofríos al descubrir que hoy, sesenta años después, el mundo se enfrenta no sólo a una nueva etapa de destrucción, sino a un nuevo holocausto en el que una vez más los judíos son el objetivo, no obstante, si llegara a suceder...¿dentro de otros sesenta años también habrá quien lo considere un mito? Sin duda, porque el crimen moral se nutre de imbéciles que matan, ya sea en nombre de una ideología política o en nombre de los dioses, pero que matan porque tanto su fe como su pensamiento son profundamente totalitarios y en consecuencia excluyentes. Tiempo es de que las naciones que creen en la vida, en el derecho, en la justicia, y en la libertad, de una vez por todas saquen a patadas a toda esa jauría de hienas y coyotes que únicamente contemplan su paso por este mundo como una sucesión de oportunidades para odiar, matar, asesinar, y provocar el caos ya sea en nombre de ala, Jesús, o sea en nombre de Marx. Porque nunca la vida de un ser humano es menor en valor que una idea, una creencia o un despropósito totalitario que pretenda imponerse mediante la proclama del odio. El 18 de julio de 1937 en Alemania se expondría por última vez la decadencia de las democracias occidentales, denunciándola a través de su arte, arte decadente que era tachado de judío en no pocos casos, frente al arte puro y excelso representado por el genio del arte alemán, poco después todo lo que no fuera arte ario sería pasado por el fuego hasta convertirlo en cenizas. Para Hitler, la Europa de la libertad, de la democracia, de los valores del derecho y de la justicia para todos no era otra cosa que -el decadente mundo occidental- que debía ser purificado por el fuego del nazismo, a la sazón, ideología totalitaria atea aunque se disfrazara con la túnica de la religión y recitara los mantras incendiarios de los antisemitas y judeófobos cristianos san Jerónimo o Lutero. Para la Alemania nazi no había más civilización y más cultura que la emanada de las mentes germánicas y arias y por lo tanto no solo todo lo judío sino todo lo que fuera sospechosamente judío (lo fuera o no) todo lo que pertenecía a la Europa libre debía de ser borrado de la faz de la tierra y de los anales de la historia. La Alemania nazi, con su reich, venían a salvar al mundo. El 20 de diciembre del 2005 el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad prohíbe la difusión de la -degenerada música occidental-. En todas sus modalidades y variantes. De Monteverdi a los Sex Pistols. Frente a su -decadencia indecente-, la pureza espiritual de la música emanada del islam. Ahmadineyad ha proclamado que: “Es necesario preservar a la República Islámica de Irán de la indecente música de Occidente. En adelante deben evitar promover la música occidental y decadente, y poner el acento en la música nacional y tradicional, pero también en la música que recuerda al período de la Revolución”. El 17 de mayo de 1938, Hitler convencería a las naciones, entre sorprendidas e incrédulas, de que sus intenciones eran absolutamente pacíficas, en su discurso en el Reichstag. Las declaraciones de Papen, quedaban así aparentemente desvirtuadas. El 4 de mayo del 2005 Kamal Jarrazi, ministro de exteriores iraní afirma ante la Asamblea General de la ONU que -Teherán está dispuesto a dar todas las garantías exigidas de que su energía atómica tiene fines exclusivamente pacíficos-. Tal como reza el comunicado de prensa -NUEVA YORK (DPA) - Irán insiste en su derecho a enriquecer uranio con fines pacíficos, declaró ayer el ministro iraní del Exterior, Kamal Jarrazi, ante la Asamblea General de Naciones Unidas, adonde se debaten los efectos del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Teherán está dispuesto a dar todas las garantías exigidas de que su energía atómica tiene fines exclusivamente pacíficos. El 28 de julio de 1925 saldría publicada una infame obra que destila odio racial hacia polacos, checos, rusos, gitanos...pero muy sobre todo hacia los judíos. Para quienes Hitler únicamente tendrá palabras de odio, aniquilación, y muerte. Esta obra infame sería la base ideológica del nazismo alemán y esta obra infame es hoy lectura obligada en todo el mundo islámico. El holocausto, la shoa, solo fue el resultado de los pervertidos pensamientos de un esquizofrénico que creyó ser "un elegido", el predestinado para salvar al mundo de la presencia judía. Ya que para Hitler Europa entera, y Rusia con su comunismo, no son otra cosa que naciones gobernadas por un (supuesto pero inexistente) poder judío en la sombra. El 15 de diciembre del 2005 afirmará Ahmadineyad, presidente de Irán que: "Los judíos han inventado el mito del genocidio judío y lo han elevado por encima de Dios, las religiones y los profetas. Si alguien en su país cuestiona a Dios, nadie le dice nada. Pero si alguien niega el mito de la matanza de los judíos, los portavoces sionistas y los gobiernos a sueldo del sionismo se ponen a vociferar”. El 23 de agosto de 1939 Alemania y Rusia, Hitler y Stalin, el lobo y el oso, enemigos irreconciliables, posturas ideológicas diametralmente opuestas, lo inconcebible, Europa y el mundo asistirían del todo sorprendidas al pacto de no agresión firmado por Ribbentropp y Molotov y ratificado entre estos dos países. En realidad pura estrategia, Alemania sabía que el bloqueo por el oeste era seguro, tan solo se garantizó el suministro de materias desde el este, cereales, ganado, carbón, plomo y cinc. Rusia de paso, hacia negocios y se frotaba las manos con el reparto de Polonia y los puertos de Lituania. 23 de agosto 1939. Alemania y Rusia saben que ni Inglaterra ni Francia se atreverán a entrar en conflicto, Alemania entre tanto está lista para desatar el caos en Europa. Diciembre del 2005. Vladimir Putin, presidente de Rusia, se proclama fiel defensor del mundo islámico. ¿Amor desinteresado o huele a negocio?. Ahmadineyad está a punto de poseer armamento nuclear. Y este Ahmadineyad sabe que Europa no solicitará que se haga efectiva lo que la carta fundacional de la ONU, expresa como orden imperativa de inapelable sentencia ante situaciones provocadas por Irán: expulsar de la comunidad internacional al gobierno iraní e impedir – militarmente, no hay otra manera – que el régimen de los ayatollahs fabrique su primera bomba atómica. La usará contra Israel, sin duda alguna, y luego contra el resto de Europa. Y en cuanto esté listo desatará el caos en el mundo. En 1939 el conde Ciano diría sobre el ministro de exteriores nazi-alemán: -¿puede haber mayor cerdo que Ribbentropp?- el jefe del estado rumano, Rydz-Smigly, lo expresaría en una conversación con el embajador francés: “Con los alemanes arriesgamos nuestra libertad, pero con los rusos seguro que venderemos nuestras almas.” Entre 1920 y 1939, Hitler acusaría a los judíos de todos los males del mundo, para quienes no escatimó adjetivos tan falsos como insultantes, preludio de la destrucción y puerta del holocausto, entre 1939 y 1945 la industria del exterminio de todo un pueblo se pondría en funcionamiento. Hoy, año 2005, el presidente de Irán utilizará los mismos adjetivos insultantes y agresivos para referirse a Israel y a los judíos, y proclamará que el mundo islámico niegue la más honda tragedia, el crimen más horrendo jamás perpetrado por el hombre contra sus semejantes, retando así a occidente para que, en un intento de enfrentarlo a sus fantasmas, opté por el silencio y por la inacción una vez más. Si occidente no habla, no grita con la fuerza de la razón, no hace callar a quienes se preparan para la guerra, de nuevo Europa tendrá que aceptar más pronto que tarde que descenderá a los abismos de sus propias miserias. Lo dice la prensa francesa: “En la hora en la que se va a jugar la suerte de la Europa contemporánea, los jefes de Gobierno deben hacer frente a sus terribles responsabilidades ante la Historia del Mundo. Pues el peligro de guerra sobrepasa con mucho la medida del destino de algunos pueblos. Esté donde esté la victoria, esté donde esté la derrota, se corre el peligro de que las ruinas acumuladas a un lado y a otro de los frentes de batalla sean las ruinas de una civilización.” La historia se repite, este no es un titular actual, sino el reporte de Le Petit Journal, París 24-08-1939, pero como si realmente lo fuera, ya que una vez observados los pasos de las naciones implicadas, la suerte estaba echada, y la sentencia no admitía apelación. Al presidente de Irán parece que le molesta que en occidente la negación del holocausto provoque mayores reacciones que la negación de la existencia de dios, pero como decía Chapman Cohen -Los dioses son cosas frágiles; pueden ser asesinados con un atisbo de ciencia o una dosis de sentido común-. El holocausto no puede ser negado porque la evidencia tiene nombres propios de los que Auschwitz tan solo es, quizá, el más infame pero no el único, Sobibor, Treblinka, Birkenau, Dachau, Bergen Belsen, Kaiserwald...nombres todos que llevan el sello de la irracionalidad, del odio, de la muerte, y del exterminio. Pues si el presidente de Irán puede demostrar la existencia de dios, de su dios, que ilumine al mundo con la delicadeza y sutilidad de lo invisible. Pero como en el episodio de Elías que relata el libro de los Reyes, cuando esté, al comprobar que el dios ante el que se prosternaban no parecía escucharles les dice -gritad porque dios es, quizá esté meditando o tiene algún trabajo, o tal vez va de camino o tal vez duerme y hay que despertarle- Pretender defender lo invisible e improbable frente a lo dramáticamente evidente y trágicamente probado, es un insulto no sólo a la razón y a la verdad incontrovertible sino al recuerdo. Y si Europa no impone esta razón por la razón misma, inevitablemente se condenará a repetir la historia o a permanecer muda y ciega ante el advenimiento del poder de lo que no existe trayendo consigo los viejos y siempre ancestrales anhelos de ver destruido al pueblo judío donde quiera que habite. La negación del holocausto, hecho vivido por millones de personas, comparándola con la idea de un dios al que nadie ha visto solo pude surgir de mentes enfermas, enfermas del mal que Thomas Szasz, médico y ensayista define como simple enfermedad mental al escribir que -Si hablas con Dios estás rezando; si Dios te habla a ti tienes esquizofrenia-. Quizá sea esto realmente, que mientras una parte del mundo lucha por dejar atrás sus paranoias, la otra parte todavía se encuentra inmersa en el profundo océano de su esquizoide cosmovisión y esquizofrénicos argumentos. La negación del holocausto es condenar a la humanidad a no recordar que la tragedia puede volver a repetirse en cualquier generación y sobre cualquier pueblo, aun cuando ese pueblo siempre acaba siendo el pueblo judío, porque el silencio del hombre hacia sus semejantes puede ser, y de hecho es, peor que el silencio de un dios alado al que nadie ha visto y con toda seguridad nadie verá. Este es el grave error de negar el holocausto, de negarle al pueblo judío el derecho a recordar que en cada generación surge un faraón dispuesto a exterminar a Israel. De negar a la humanidad el derecho y el deber de que nunca más el hombre pueda poner en práctica una industria de muerte y destrucción para terminar con la vida de sus semejantes por ninguna causa y ninguna motivación, sea política, ideológica, religiosa, de género o racial. Estamos viviendo momentos que otros ya vivieron, la historia parece repetirse una vez más, depende de todos nosotros que el final no sea el mismo. Rafael T.Perez Zaragoza-España diciembre 2005
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