Mi país es tan pequeño que su área, en los mapas del mundo, no alcanza ni para inscribir su nombre en ella. Es el único país del mundo donde los que lo establecieron fueron los que pagan los impuestos en los demás países. Es un país con fronteras sin límites. Es el país más angosto del mundo; es el país de la angustia. Es el país en que se escribe en hebreo, se lee en inglés y se habla ruso. Es un país en que cada ciudadano tiene derecho de decir lo que se le antoje. Pero no tiene ninguna ley que lo obligue a escuchar. Es el país más adelantado de Medio Oriente, gracias a sus atrasados vecinos. Es el país que separa la religión del estado. Y por eso, la religión sola es la que domina todo. Es el país de las elecciones en las que no hay ninguna alternativa. Es el país que supo superar el boicot árabe, pero no la huelga de los basureros municipales. Es el país que forma parte integral de sus sindicatos de obreros. Es el país donde una notita puede mover montañas y donde montañas engendran sermones. Es el país donde nadie quiere trabajar, por eso se construye una ciudad nueva en tres días y durante el resto de la semana se hace fiaca. Es el país en que se produce menos de lo que se consume y en Israel justamente, es donde nadie se muere de hambre. Es el país en que no se esperan milagros, pero se los toma en cuenta. Es el país donde el aire está contaminado y donde todos respiran libertad. Es el país donde todos los humanos son soldados y donde todos los soldados son humanos. Es el país que tiene 54 años de edad pero tiene la experiencia y sabiduría de veinte siglos. ¡¡¡ ESTE ES MI PAÍS, ISRAEL... !!!
Por Efraim Kishon Ganador del Premio Israel de Literatura 2002
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