Señores DAIA
De nuestra consideración: Vuestra mención a nuestro libro Ultramar Sur, que versa sobre la llegada de criminales de guerra en submarinos a nuestro país en fecha posterior a la finalización de la Segunda Guerra Mundial es incorrecto. En ninguna parte del libro afirmamos que el sucesor de Hitler, almirante Karl Dönitz, el ministro de la Producción, arquitecto Albert Speer y el capitán de fragata Heinrich Lehmann-Willenbock hayan huido a la Argentina en un sumergible, enormidad que apareció como epígrafe en una extensa nota realizada por periodistas del semanario La Primera. Una de las virtudes de nuestro libro es que demuestra en base a documentación oficial proporcionada por diferentes gobiernos, que un grupo de al menos media docena de sumergibles atravesó el Atlántico Sur rumbo a las costas argentinas. Aunque es posible que uno de ellos haya sido hundido por los torpederos brasileños que los persiguieron, está meridianamente claro que los arribados son el doble o más que los "dos y solamente dos" que no pudo dejar de reconocer el informe de la oficial Comisión de Esclarecimiento de las Actividades Nazis en la Argentina (Ceana) en referencia a los rendidos en la base naval de Mar del Plata el 10 de julio y 17 de agosto de 1945. Fuimos extremadamente cuidadosos en cifrar en al menos medio centenar a la cantidad de jerarcas nazis que desembarcaron de dos de aquellos submarinos: según dos ex tripulantes del acorazado Graf Spee (hundido en 1939 frente a la rada de Montevideo) que ayudaron al desembarco de dos submarinos y lo testimoniaron años después en el Congreso de la Nación, de ambas naves desembarcaron unas 80 personas. En su huída hacia la Argentina, los submarinos alemanes hundieron varias naves y fueron atacados en varias oportunidades. La documentación aportada en nuestro libro parece haber sido determinante para que recientemente la Armada de los Estados Unidos adjudicara a un submarino alemán el hundimiento de la corbeta USS Eagle 56 (con un saldo de 49 muertos) cuando durante 57 años se había obcecado en contra del testimonio de los sobrevivientes en afirmar que se había debido a una autoexplosión de su caldera. Del mismo modo, hemos sido notificados que la Marina Brasileña ha reabierto el sumario del hundimiento del crucero Bahía, y el único oficial nos escribió dando su conformidad por la seriedad de nuestra afirmación de que fue torpedeado por uno de los submarinos rendidos en Mar del Plata. En ese acto criminal, cometido la mañana del 4 de julio de 1945, a dos meses de terminada la guerra en Europa, los prófugos torpedearon al crucero con el saldo de 336 víctimas mortales, entre ellas los últimos cuatro norteamericanos ultimados por los nazis.
Sin otro particular, saludan a Uds. muy atentamente. Carlos De Nápoli y Juan Salinas
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