La extensa geografía Argentina está sembrada de Comunidades judías casi en todas las Provincias. En algunas Colonias encontramos huellas de un pasado esplendoroso y de un presente que se debate por su supervivencia. Por preservar una identidad judía, forjada en estas Pampas, hace ya más de un siglo. Siempre tuve, y sigo teniendo un especial cariño por esos judíos, rostros curtidos por el sol, de manos de labriegos, que pueden contar historia fascinantes de "Cuando éramos muchos, que la plaza se llenaba de voces juveniles, en las calles pueblerinas se escuchaba hablar Idish y aún los gentiles lo hablaban". Este apego al interior, me viene de mis inicios como Morá, en mis años casi adolescentes en Moisés Ville; lugar al cual llegué enviada por el Vaad Hajinuj y mi querido Lerer Shmuel Rollansky Z"L; en aquellos años juveniles, era todo un desafío enseñar en el Seminario de Maestros de la "Jerusalem de Argentina". Jóvenes de todo el país, sobre todo de las Provincias de Entre Ríos y Buenos Aires, llegaban para estudiar en el Seminario, atraídos por la existencia del "Instituto Sarmiento", donde podían cursar sus estudios Secundarios Oficiales, y el Seminario internado donde se formarían como Maestros judíos, Morim para enseñar en las Escuelas judías del Interior del País. Este romance perdura en el tiempo, mi vínculo con Moisés Ville, familiar, afectivo, emotivo y profesional, se sostiene no sólo en los recuerdos, sino en lazos familiares: mi esposo Jaime Jarmatz, mi hija mayor Ruty, nacidos en aquel punto tan significativo para la historia judía y para nuestra historia familiar. Después de haber vivido seis años en Moisés Ville y haber desplegado una intensa labor educativa, pasamos a Buenos Aires, donde seguí desarrollando mis estudios y tareas en las Escuelas Secundarias judías. Pero el vínculo con el interior seguía. Viajaba enviada por el Vaad Hakehilot, llevando actividades culturales, películas, seminarios; sumaba vivencias. Me reencontraba con ex-alumnos, morim y directores. Canciones y capacitaciones, kabalat shabat y actos de Iom Hashoá. En muchas oportunidades, organizaba y encabezaba delegaciones de alumnos y docentes, viajes de intercambio, de conocimiento, de estudio y de inolvidables vivencias, compartidas con sus pares del interior. Así surgieron lazos con la gente del interior, reforzados después por el Proyecto "Baalei Tefilá", que nació de la necesidad de seguir manteniendo el judaísmo en aquellas pequeñas kehilot del interior. Este último año cubrimos para Iamim Noraim los requerimientos de 25 kehilot, movilizando 53 jóvenes judíos -alumnos y ex-alumnos, que llevan la plegaria, el majzor y el shofar, la canción y el jag, a lejanas kehilot, donde a veces la vivencia de Iom Kipur y el Kol Nidrei son las únicas actividades judías en el año que logran despertar esa fibra judía... esa nostalgia por lo nuestro y la decisión de seguir siendo judíos. Este tema merece un artículo especial- que escribiré en una próxima entrega este año. Por la índole de la tarea que desarrollo en el Vaad Hajinuj de AMIA, visité muchas escuelas del interior. Podría contar un sin fin de anécdotas y vivencias. En casi todas las escuelas judías de nuestra red en el interior hay morim que egresaron del Seminario de Moisés Ville, se formaron allí. Desde Salta hasta Bahía Blanca, pasando por Rivera, Paraná, Concordia, Mendoza, Córdoba, Posadas y San Juan, Concepción del Uruguay, Ceres -pasando por otras colonias- aún se puede encontrar al maestro judío, a la morá, referente de la comunidad toda, que educando, enseñando nuestra milenaria cultura, preparando con los chicos el Séder de Pesaj y el Iom Haatzmaut. Construyendo con ellos la Sucá, o enseñando los Diez Mandamientos, asegura nuestra continuidad, ese legado milenario que recibimos de nuestros padres y maestros, y que transmitimos con amor y con pasión. En estos tiempos de avance tecnológico, donde podemos por Internet conseguir valiosos materiales, que ayudan al desarrollo de la tarea educativa; igual nada reemplaza el encuentro humano. El sentarse juntos y analizar un texto de Rosh Hashaná o Januca, el compartir con los alumnos aquellos clásicos cuentos y midrashim, leyendas y pasajes de los Profetas, y cantar las canciones de siempre, así vamos transmitiendo a las generaciones jóvenes. Para terminar, me viene a la memoria mi visita, en el último año, a la pequeña Escuela J. N. Bialik de Rivera. Era viernes, yo venía de Bahía Blanca. Después de un largo viaje, llegué justito para el Kabalat Shabat. Puedo escuchar aún las canciones de aquel puñado de chicos, sus ojitos brillantes y alegres, con banderitas de Israel, especialmente preparadas para la ocasión, ya que ese día festejaríamos Iom Haatzmaut. La morá Celia Goisen -una ex-alumna- orgullosa de los chicos a quienes ella, con tanto amor y dedicación enseñaba hebreo, historia, tradiciones. Rivera, hasta ese momento, para mí un lugar de donde provenían muchos alumnos que estudiaron en Moisés Ville. Ahora, en la cordial recorrida y visita era algo más que un punto en el mapa, un imponente Beit Kneset. Una hermosa fiesta de Iom Haatzmaut esa noche donde resonaban los himnos argentino y nuestro Hatikva -ahí tuve la demostración clara- de cómo se forja la continuidad. No son palabras teóricas ni discursos retóricos. Es en la acción constante y sostenida, en el envío de docentes capaces; es cuidar esas escuelas del interior, por más pequeñas que sean, porque sólo así podremos lograr una continuidad, no sólo lo que fue, sino apoyar lo que sigue latiendo y existiendo.
Esther R. Jarmatz Asesora del Vaad Hajinuj Hakehilatí, A.M.I.A. Directora de la Escuela Secundaria "Beit Israel" Directora del Proyecto "Baalei Tefilá", Oficiantes para el Interior Profesora del Seminario Rabínico.
|
|
|
|
|
|