El pueblo de la república puede vivir tranquilo. El país se ha salvado. Serena y firmemente, con mano enérgica, nuestras autoridades acaban de eliminar el grave peligro, el tremendo y pavoroso peligro, que solapada y traidoramente acechaba a la Nación. Nuestra riqueza económica, nuestras industrias básicas, nuestra cultura, nuestras más caras y queridas tradiciones, nuestro hogar, nuestra patria, en fin, acaban de salvarse de una terrible hecatombe. Sean loados y glorificados los salvadores de la República. Sus nombres serán perpetuados en el mármol y el bronce junto al de los grandes próceres de la patria. La posteridad al recordar esta efemérides memorable de nuestra vida constitucional, inscribirá con letras de oro esta página gloriosa de nuestros faustos históricos... Las generaciones del futuro reverenciarán junto a nuestros más preciados símbolos al famoso y patriótico decreto. El decreto glorioso que salvó a la República de su bancarrota total. No se trata por supuesto de un decreto solicitando el retiro del diplomático extranjero que trata de conspirar a espaldas de los tratados diplomáticos; No. No se trata de un decreto que regule la riqueza económica de un país, mediante leyes que tiendan a abaratar la vida del pueblo, aumentar los salarios de los obreros y empleados, en proporción al costo de la vida actual; No se trata de un decreto que controle la propaganda venal totalitaria; No. Se trata, simple y llanamente, del luminoso decreto, el histórico decreto. Que impide ala entrada al país , nada menos que de los 36 refugiados israelitas del Cabo Santa Esperanza. Que so pretexto de huir de sus hogares desbastados por la guerra europea, trataban de penetrar al país con"criminales " propósitos de dominación racial; de esos 36 refugiados, integrados en su mayoría por mujeres y niños, que esperaban el momento propicio para lanzarse como fieras sobre nuestro pueblo inerme y confiado. Ellos fueron, a buen seguro, quienes urdieron el gran cuento de la penetración totalitaria; esos 36 refugiados hipócritas fueron los que con su oro vil, compraron las conciencias de nuestros políticos e indujeron a la "Comisión Investigadora de la Cámara" a tejer una gran patraña que consignan los informes legislativos, que documentan las andanzas de un ilustre diplomático, representante de una nación amiga; Esos 36 conspiradores, son los que con el fin de dividir la familia argentina echaron a correr el calumnioso venticelo del fraude y la persecución política; ellos, y nada más que ellos crearon con su aviesa y torcida propaganda el clima de desconfianza que caldea el espíritu de los electorados de Buenos Aires, San Juan etc. Pero loados sean los manes de nuestros grandes próceres que supieron inspirar a nuestros actuales gobernantes- El peligro acaba de ser conjurado. Esos terribles y sanguinarios conspiradores del Santa Esperanza, no desembarcaron en nuestro puerto. Tendrán que irse con sus falsos lamentos a otra parte. La tranquilidad, el orden y la seguridad de la Nación, acaba de ser, firme y enérgicamente asegurada, mediante la expulsión de tan peligrosos elementos, que gracias al luminoso y patriótico decreto, que acaba de darse a la publicidad, impide el desembarco de los 36 refugiados en nuestro suelo, este suelo hospitalario, que como muy bien lo consiga el preámbulo de nuestra Constitucional Nación, se ofrece generosa a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino.
Fuente: "Der argentiner magazin" El MAGAZINE ARGENTINO REVISTA ISRAELITA ILUSTRADA Buenos Aires, 31 de Octubre de 1941 Director: WOLF Chernovetzky
Recopilación: DS.
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