Su denuncia contra la presidenta, el canciller y otros actores secundarios, consistió en un manojo de hipótesis, indicios y suposiciones, pero ni una sola prueba en absoluto. De hecho, se denunció que el gobierno buscaba levantar las alertas rojas contra Irán, cosa que no sucedió y para lo cual no se encontró una sola prueba que lo confirme, sino más bien lo contrario. Nisman supo desde un primer momento con quién se había metido, pero no previno el desenlace. Le dijeron que haga caso (quizá bajo amenaza, quizá en vistas de una futura recompensa, no sabemos) y que llegado el momento él iba a recibir en sus manos una denuncia de 300 páginas con todo lo necesario para llevar adelante su plan. Todo lo que tenía que hacer él era mostrarse convencido, enérgico, invencible. Ante las cámaras y detrás de ellas. No podía haber una sola duda, tenía que hacerle creer a todo el mundo que su denuncia se comía el mundo, que sus pruebas eran irrefutables, oro puro. Y obviamente, no olvidarse de repetir que él podía salir muerto, como para facilitarte el trabajo.
Nisman cumplió, pero los días pasaban. Y las pruebas no llegaban. Y venía la audiencia del Lunes, para la cual no tenía nada de nada. Entonces llegó la siguiente fase del plan: Su muerte. Lagomarsino, en connivencia con Stiusso (Principal "peón argentino" de este macabro juego) le hizo llegar el arma, o apretó él mismo el gatillo, quizá amenazándolo con dañar a su familia, quizá no... ¿Fue lo de Nisman un atentado suicida? Son detalles…. Pero lo importante fue que ahora, con Nisman muerto, todo se enturbiaba más. Quien iba a denunciar al gobierno aparece muerto ¡Que locura! Y seguro que Ud. desde su casa, con sus grandes poderes detectivescos, pensó sin dudar un segundo: ¡Fue la yegua! Y si no fue la yegua?... Una vez más, la causa AMIA fue utilizada en función de espurios intereses. La idea es tirar al kirchnerismo de una vez, cargarle un muerto encima para que no se le ocurra volver. Y poner arriba a Scioli, Massa o Macri. Es indistinto, porque quizás todos los presidenciables vayan a acatar dócilmente las órdenes del mundo mafioso que nos domina desde hace años. Está en nosotros no dejarnos convencer. No prender la TV esperando respuestas. Nunca van a estar ahí, o al menos no en horario central. La TV repite lo que quieres escuchar. El opositor, prendes la tele, pone TN, lo indigna, putea a Cristina y se vas a dormir pensando que hizo algo. Y del otro lado lo mismo. Los medios están ahí para darnos la ilusión de que podemos hacer algo, para que pensemos que somos parte del juego. Pero no lo somos. Todo el poder está manejado por la misma mano. Son todas piezas de un mismo juego. Manejan la opción A, la opción B y la C, y nos hacen elegir entre esas, dándonos la ilusión de que somos libres, de que tenemos opciones, de que nuestra voluntad vale de algo. Y no, por ahora, no vale. Estamos jodidos.
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