En el mes de Setiembre de 2005, llegó a Buenos Aires la noticia del fallecimiento de Ruth Kaminski. En ese momento sentí que con ella había finalizado una dinastía de actrices y de actores judíos: caía el telón sobre todo un clan. Y afloraron a mi memoria los integrantes de tan singular familia, Kaminski y Turkow, sobre todo aquellos que conocí personalmente o por referencias, fotos y lecturas, especialmente a través de Pascual Podrabinek, quien durante ocho años fue integrante del “Teatro Nacional Judío de Polonia” (1951-1959), y por Mark Turkow Z´´L, escritor, periodista y Director durante muchos años del Congreso Judío Latinoamericano. Estas líneas intentan ser un homenaje, intentan levantar aquel telón y rememorar las vidas y obras de quienes fueron parte importante de la historia de nuestro teatro judío. Las páginas que siguen tienen principalmente como hilo conductor a las tres generaciones de mujeres Kaminski que brillaron en el escenario, cada una con su propia luz: Ester, Ida y Ruth. Dijo alguna vez el apodado padre de la literatura judía, Itzjoc Leibush Peretz “El teatro es una gran escuela para los adultos”; comprobé la veracidad de tales palabras en mi propia familia. Mis padres, inmigrantes escapados de los pogromos, no pudieron estudiar formalmente, apenas accedieron a la educación primaria; una vez en la Argentina durante mucho tiempo debieron trabajar 12 y hasta 14 horas diarias. Su principal divertimento era ir los domingos a la tarde al teatro y ver obras que no tenían la posibilidad de leer. Así como ellos, todo una generación de inmigrantes se educó a través del teatro.
Kaminski, Ester, Ida y Ruth: tres generaciones de actrices. Ester Rojl Kaminski - La madre del teatro ídish: Sobre la familia de actores Kaminski recuerdo haber oído hablar a mis padres y a mis maestros, especialmente al querido maestro Zalmen Hirschfeld, que había sido, también él, actor. Mi interés creció cuando, en 1965, llegó a la Argentina el Teatro nacional Judío de Varsovia, dirigido por la hija de Ester Rojl: Ida Kaminski. El presidente de la empresa Daefa, responsable del evento, era David Tzvilich, un buen amigo mío. Gracias a esa circunstancia, tuve oportunidad de participar en los agasajos a la “troupe” y de conversar personalmente con su directora y primera actriz. En 1991 visité Varsovia. Pude asistir a alguna función del Teatro Judío, así como a sus ensayos durante el día, y conocer de cerca al director, A. Schurmei, y a otros veteranos actores y actrices. Nos llevaron a conocer las instalaciones del Teatro, y ante el busto de Ester Rojl Kaminski, cuyo nombre lleva el teatro, pude comprobar la devoción de todos ellos hacia su mítica figura. Por aquel entonces, su hija, Ida, hacía tiempo que no vivía en Polonia, sino en Israel, donde también residía su hija Ruth, nieta de la madre del teatro ídish. Posteriormente Ida vivió en los E.E.U.U., y allí falleció varios años después. Otro hijo de Avrom Itzjok Kaminski y de Ester Rojl, Joseph Kaminski (1903 – 1972), compositor e intérprete, se estableció en Éretz Israel en 1937 y llegó a ser primer violín de la Filarmónica de Israel.
El teatro, siempre. Comencemos entonces, el recorrido por la memoria desde su raíz fundacional: Ester Rojl, madre del teatro en ídish y de esta dinastía de actrices. Ester Rojl nació en 1870 en Fadozovo, un poblado en la provincia de Grodno, Polonia. Fue la menor de 7 hijos. Su apellido era Halpern. Siendo una jovencita, pasó a vivir en casa de una hermana suya en Varsovia. A los 17 años quiso incorporarse a un grupo teatral judío que buscaba una intérprete de sus características. Pero los padres no se lo permitieron por considerarlo una ofensa a sus convicciones religiosas. Sólo 5 años más tarde (los padres ya no vivían), debutó Ester Rojl con el mismo grupo en el papel de Mírele, en “La Hechicera” de Abraham Goldfaden (El padre del teatro judío). Vino después su casamiento con Avrom Itzjok Kaminski, que pronto llegaría a ser un prominente hombre de teatro: el fundador de la “Troupe Literaria de Varsovia”, más tarde la “Troupe Unida”, en la que Ester Rojl brilló con su fulgurante talento. La joven pareja tomó a su cargo la dirección del teatro y se lanzó a recorrer los poblados de Polonia. A menudo actuaban en establos rústicos, sobre tablas apoyadas en barriles. Las leyes prohibían toda representación teatral en lengua ídish, pero ellos supieron inventar versiones en “ídish–daich” de las obras de Goldfaden, Latheiner y Hurwitz. Su traductor al “alemán” era Avrom Itzjok Kamisnki. En 1905 se levantó la prohibición y la “troupe” de Kaminski volvió a Varsovia.
Otro nivel. Dirigidos por Mark Orenstein, presentaron obras de Schólem Aléijem, Péretz, Iákov Górdin y Máximo Gorki entre otros. Su nivel artístico se desarrolla notablemente cuando se unen a la compañía de Julius Adler, llegada de Estados Unidos. Para alegría de los amigos de la escena judía, el que ahora se presenta es un grupo teatral puramente dramático: no más representaciones de opereta, de melodrama, de farsa y de circo; no más coros, ni bailes, ni cuplés. En cuanto a Ester Rojl, es una intérprete versátil. Se desempeña tanto en dramas como en comedias y operetas. Pero su verdadero talento se manifiesta en el drama, y en primer lugar en las piezas de Iakov Górdin. Ester Rojl Kaminski fue la actriz que mejor supo desempeñar en escena el rol educativo que Iakov Górdin pretendía imprimirle al teatro ídish. Su papel más logrado fue, precisamente, el de “Mírele Efros” en la obra homónima de Górdin. Mírele reparte sus bienes entre sus hijos, de los cuales uno, Iósele, está dominado por su mujer, y el otro, Donie, es un aventurero. Ester Rojl no colocó el acento en la acaudalada señora de Grodon, sino en “la mujer poderosa” en un sentido humano general. La imagen que le llegaba al público era la de una matrona con una fuerte voluntad, un claro entendimiento y una rica vida interior, que ella transmitía en sus palabras y en sus gestos. A lo largo de la acción dramática, esa poderosa mujer va siendo vencida. Su orgullo innato se quiebra. Pero “Mirele” emerge del quebranto renovada, como purificada y ello es posible porque la fuerza que en ella predomina es el amor a sus hijos.
San Petersburgo En 1908, la “troupe” de Kaminski denominada “Grupo Literario” actuó durante seis semanas en la capital de Rusia ; San Petersburgo, con extraordinario éxito. La “intelligentsia” judía incluidos los judíos semi-asimilados , y también los críticos teatrales, se rindieron al encanto de la primera actriz. En honor de Ester Rojl se escribieron loas, se enviaron congratulaciones, se organizaron banquetes. Fue aclamada como la “Eleonora Duse judía”. El mundo cultural ruso descubrió un teatro judío auténticamente artístico y a sus brillantes actores; entre ellos los “partenaires” de Ester Rojl, algunos cómicos bien dotados y entre las actrices, Ida, la joven hija de Ester Rojl, quien luego ganaría fama y sería la conductora del “Teatro Nacional Judío de Varsovia” al concluir la Segunda Guerra Mundial. También formaba parte del elenco el talentoso intérprete Sigmund Turkow. A ambos nos referiremos en breve, detengámonos ahora un instante más en Ester. El repertorio incluía piezas de Ibsen, Dumas y Sudermann. Pero Ester Rojl sobresalía especialmente en los roles maternos del teatro de Iaakov Górdin. La compañía regresó llena de entusiasmo. Pero en Varsovia escaseaban las piezas teatrales valiosas, y los intérpretes rechazaban toda mediocridad, luego de su éxito en San Petersburgo. América. Corría el año 1909, cuando se construía en Varsovia un nuevo edificio para el teatro de Kaminski, y Ester Rojl llevaba su arte a los Estados Unidos. Grande fue su éxito, pese a los inconvenientes que sufrió por parte de alguna gente de teatro; de modo que 2 años más tarde volvió a visitar “el país dorado” (dos goldene land). En 1913, ya reconocida como la primera actriz del teatro idish , Ester Rojl Kaminski actuó en Londres, París, Bakú y con su elenco recorrió toda Lituania.
“Casa de muñecas”Durante años había acariciado el sueño de interpretar “Casa de muñecas” de Ibsen. En el rol de Nora veía algo orgánicamente próximo a su propio ser actoral, especialmente cuando la heroína de Ibsen examina su entorno y descubre que, en su propia casa, ella no es más que una muñeca. Crece entonces la protesta contra su desamorado esposo, que pretende dominarla con su presunta rectitud. Como mujer y como madre, ella justifica la decisión de Nora de abandonar su hogar.
1905 a 1914: años fecundos. Los años comprendidos entre 1905 y 1914, son para Ester Rojl, sumamente productivos. En ellos recrea las figuras escénicas más ricas en contenido, y se presenta con gran repercusión en Europa Occidental y en Norteamérica. La Primera Guerra Mundial la sorprende en Odessa (Ucrania). Nuevamente ha surgido la prohibición de representar en lengua ídish, de modo que durante casi medio año debe actuar en ruso. ”Dios mío” – exclama en una nota autobiográfica- “si hubieran oído ustedes cómo estropeábamos la lengua rusa!” Regresa a Varsovia varios días antes de que los alemanes ocupen la ciudad, y se hace cargo nuevamente de la dirección del teatro, que ejerce hasta 1918.
Trigésimo aniversario. En 1922, la Asociación de Autores Judíos de Polonia festejó los 30 años de actividad teatral de Ester Rrojl Kaminski. La función del aniversario tuvo lugar en el teatro “Kaminski” de Varsovia, que rebasaba de público. Cuando la homenajeada subió a escena, atronaron los aplausos. Ester Rojl repitió el que había sido su primer papel en el teatro judío: el de Mírele en la “Bobe Iajne”. Representantes de las asociaciones culturales judías subieron al escenario repleto de flores, para saludar a la gran actriz. Después se presentó el segundo acto de la obra teatral “Mírele Efros”.
Espinas y Rosas. En su vida personal, Ester Rojl Kaminski debió soportar muchos episodios dolorosos. En el año 1900, durante una gira, murió en la diligencia en la que se trasladaban su pequeño hijito. Poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, fallece su hija Regina, de 19 años, una actriz sumamente talentosa. En 1918 pierde a su compañero de toda la vida: Avrom Itzjok Kaminski. Ella misma enfermó gravemente después del jubileo. Viaja entonces a Viena para ser operada y sólo regresa en la segunda mitad del año 1924. El 27 de Diciembre de 1925 fallece a la edad de 55 años. Sus restos descansan en el cementerio de la calle Guenshe, en Varsovia. Durante sus últimos años se dedicó a escribir sus Memorias, que corregidas por Itzjok Turkow-Grudberg, vieron la luz después de su muerte. Ella las había titulado “Espinas y rosas, el camino de mi vida”.
Cómo era. Los que la conocieron, la recordaban alta pero no esbelta, de complexión robusta; una “mujer virtuosa, fuerte”, judía (“eshet jail”). La gran actriz era también una buena persona y una amiga fiel. Sus compañeros sentían adoración por ella. En la vida y en la escena se la vio sobre todo como madre, nada propensa a los artilugios femeninos. A una edad en que otras actrices siguen mostrándose jóvenes, ella en cambio descollaba en el rol de “Mirele Efros”, madre y abuela; lejos de la modalidad de una Sara Bernhardt, que a los 70 encarnaba a una seductora “Dama de las Camelias” . Ester Rojl no se expresaba a través del cuerpo, sino por la fuerza de la palabra. Los dramas de Iaakov Gordin configuraron su mundo, especialmente un mundo de padres y de madres que le era familiar. Venía de una aldea oscura, de un hogar humilde. No la llevaron sus sueños a la escena; la necesidad la condujo a buscar ubicación en el coro de un teatro pobre de Varsovia: antes había trabajado con un sastre. Cosechó aplausos y adquirió renombre, pero siguió siendo la hija de un jazán de aldea. Alguno de sus críticos han marcado que, como tantos otros artistas judíos de la época, Ester Rojl, no había tenido oportunidad de cultivarse, y su rico talento contrastaba con su escasa cultura. Ester Rojl Kaminski, una mujer del pueblo, una simple madre judía, no pudo salir de esa condición en la vida real ni de los roles maternos en la escena. En Varsovia existía un círculo de intelectuales y artistas judíos, una bohemia que giraba en torno del gran escritor I.L. Péretz. Ella permaneció ajena a esa vida. Tuvo en sus actuaciones momentos luminosos, pero le faltó impulso para logros aún mayores.
IDA KAMINSKI, UNA ESTRELLA BRILLANTE El 4 de Setiembre de 1899 nace en el “Hotel del Teatro” de Odesa, Ida Kaminski. En su reseña crítica titulada “Ida Kaminski, un derrotero teatral de 50 años”, Jonas Turkow dice de ella: “De ningún modo se puede equiparar a ninguna de las grandes divas mundiales. Ella es original y única, la intérprete por excelencia, rebosante de un talento y una sabiduría de vida que son un don del cielo.” A los 6 años de edad, la niñita, Ida, sube a escena por primera vez en la pieza de Dóvid Pinsky “Di Múter” (La Madre), que dispone de un rol para una criatura.
Como hemos mencionado antes, a partir de 1913, los Kamisnki tienen sus propio teatro en Varsovia. Y el teatro sale de gira por América. En 1918, Ida se casa con Sigmund Turkow y juntos recorren las ciudades ucranianas. Durante los años 1932 y 1933, Ida se presenta como artista invitada en París, Bruselas y Amsterdam. El teatro de Ida Kaminski siguió actuando en Polonia entre las dos guerras mundiales, hasta el año 1939. Ida es quien desempeña los roles protagónicos: el de “Nora”, el de “Nosotras, las mujeres” y el de “Madam X”, de Ibsen; “Sin hogar”, de Gordin, y el de la pieza más famosa de éste: “Glíkl Hameln”. Ella presenta “Llamaradas” (“Flamen”), según la versión dramática de I. Perle; y “Fuenteovejuna” de Lope de Vega, sobre una rebelión de campesinos españoles. A menudo, sus funciones derivan en manifestaciones públicas contra todo régimen dictatorial.
Creación del Teatro Estatal Judío Cuando los alemanes ocuparon Varsovia, Ida huyó a través de Biálystok, a Lemberg, donde se puso a la cabeza del Teatro Judío allí fundado. Después del gran derrumbe (1945), quedaban en Polonia decenas de miles de judíos, decididos por entonces a reconstruir su vida comunitaria. En ese momento, Ida Kaminski se propuso crear un Teatro Estatal Judío; y lo logró. Luego, con el devenir, nuevamente, del antisemitismo y los pogroms, la mayoría de la comunidad judía emigró. Junto con sus extraordinarias creaciones escénicas, Ida Kaminski debió sufrir algunos tropiezos. De hecho, en las condiciones de la llamada “República Popular Democrática de Polonia” se podía exponer casi todo... La Polonia comunista no era, por cierto, una copia de la Unión Soviética de Stalin. Sin embargo, en ocasiones, Ida debía representar alguna pieza propagandística; tal vez no llevada al extremo. Tales imposiciones existieron respecto a piezas como “Dr. Leszna”, “La tragedia antisemita” y otras, que no merecen ser recordadas. En suma, podemos concluir que en el “Teatro Estatal Judío de Polonia” pudo Ida Kamisnki presentar las mejores obras del repertorio artístico: Shólem Aléijem y Péretz, Anski y Leivik, “Meir Ezofovich” y “Baruj de Amsterdam”, “Los árboles mueren de pie” y la revolucionaria pieza “Der groiser nisoien” (“La gran prueba”). Ida Kamisnki llevó el “Teatro Estatal Judío de Polonia” a las cumbres más excelsas del arte. Cabe destacar que el “Teatro” visitó las principales ciudades del mundo, entre ellas Buenos Aires.
Su brillo singular ¿Qué clase de actriz era Ida Kaminski? Era una actriz inteligente. Entre sus máximas creaciones se cuentan sus roles en “Nora”, en “Meir Ezerovich” y en “Los árboles mueren de pie”. Constituye un capítulo aparte el rol protagónico en “Mírele Efros” de Iákov Gordin, un autor extraordinario que echó las bases de la moderna pieza teatral judía, y particularmente del melodrama; autor de unas 200 obras, la mayor parte de las cuales se presentaron con mucho éxito. La perla de su creación dramática es la pieza “Mírele Efros”, representada primero en América y más tarde en Europa Oriental; también llegó a la Argentina. Se trata de un drama sencillo y humano que sigue representándose en la actualidad. En el papel principal, Ida Kaminski era incomparable en su generación, y resumía las cualidades del Pueblo Judío: inteligencia, delicadeza, bondad, tolerancia, amor al ser humano y al mundo en general. En ese papel, Ida Kaminski irradiaba toda su potencia artística. También ganó fama en el mundo entero personificando a la Señora Lautman, protagonista del film checoslovaco “La Tienda de la Calle Mayor”. ¡Cuánto humor, cuánto optimismo guarda su trágico personaje! La película fue premiada con un “Oscar”. Después, en 1968, abandonó Polonia y arribó a Israel, con la intención de establecerse en el país y crear un teatro judío de arte. Muchos altos exponentes de la escena judía soñaban con un teatro judío estable dedicado a representar un repertorio artístico en ídish. No lo lograron. Tampoco llegó a materializarlo Ida Kaminski, pese a su experiencia de años y su probada capacidad en la dirección teatral y en la puesta en escena; su energía, su fuerza vital y su prestigio. Posiblemente no encontró en el “establishment” israelí, aferrado al hebreo, una auténtica disposición a crear un teatro judío en ídish. Años más tarde lo logró, en parte, Shmuel Atzmón con la creación del teatro “Idishpil”. Lo cierto es que Ida Kaminski abandonó Israel y se radicó en Estados Unidos. Enferma y débil, ya no agregó grandes logros a su carrera. En el año 1980 falleció en Nueva York, a los 81 años de edad.
LA ÚTIMA DEL CLAN KAMINSKI-TURKOW: RUTH KAMINSKI Z´´L La actriz judía Ruth Turkow-Kaminski era hija de Ida Kaminski, una gloria del teatro judío, y de Sigmund Turkow, y la última en la sucesión de las actrices Kaminski, que se inició en el siglo XIX con su abuela Ester-Rójl. Ruth (Rójl) Kaminski falleció en Miami, el 23 de Agosto de 2005. Sus restos descansan en el sector de actores y actrices del Cementerio “Har-Jevrón”, en Flushing, New York. En el citado cementerio se encuentra también la tumba de Ida, su madre fallecida en el año 1980. A Ruth la sobrevive su hija, Érika Rosner. Ruth Kaminski sobresalió en papeles tales como el de Shéindele, la nuera malhumorada en “Míreles Efros” de Iákov Gordin. Otro rol importante fue el de Katrina, la hija sordomuda en “Madre Coraje” de Bertolt Brecht; así como los que desempeñó en “Glikl de Hameln (Hamburgo 1645-1724) exige justicia” y en “Uriel Acosta”. Ruth Kaminski publicó sus “Memorias”, en inglés. Actuó en el teatro judío en la “troupe” de su madre, desde la infancia. Durante el dominio nazi permaneció en Polonia, en el lado soviético, y fue deportada a un “gulag” junto con su marido, Edi Rosner, el conocido trompetista de jazz. (Rosner falleció en el año1976). Finalizada la contienda, volvió Ruth a la “trupe” Kaminski y colaboró en la creación del “Teatro Estatal Judío de Polonia”. En 1968 la familia pasó a los Estados Unidos. En el nuevo ámbito, Ruth llegó a actuar asiduamente junto a su compañero y segundo marido, el actor Karl Latovich. De toda esta dinastía de actores judíos, viven, aunque ya no actuan en teatros, las segundas esposas (mucho más jóvenes) de Sigmund e Ítzjok Turkow, Rosa y Shura respectivamente. Ambas, en distintos momentos actuaron en la Argentina. Para concluir, no quisiera dejar de mencionar que en la época de post-guerra, Sigmund Turkow forjó en Israel un teatro independiente llamado “Zavit” (“El rincón”), que durante dos décadas logró penetrar especialmente en la sociedad israelí, al viajar por todos los rincones del país llevando obras del gran repertorio. He tenido la oportunidad de conversar con él y conocerlo gracias a su hermano, el periodista, escritor y director del Congreso Judío Latinoamenteicano Mark Turkow.
Cae el telón He expresado mi sensación al inicio de este escrito: un telón se ha caído luego del fallecimiento de Ruth, mas estas líneas han intentado abrir, al menos por un instante, el cofre de la memoria que contiene los hitos de estas sublimes generaciones de actores, y los recuerdos que han dejado en quien las ha podido deleitar al menos en alguna imborrable ocasión.
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