“Sé..., que estás cansado de andar y de andar... sé que las ventanas se pueden abrir, cambiar el aire depende de ti, te ayudará, vale la pena una vez más. Saber que se puede, querer que se pueda. Quitarse los miedos, sacarlos afuera, pintarse la cara color esperanza, tentar al futuro con el corazón...”. (De la canción “Color esperanza”). “Soy de la gente de los que nunca se cansan de luchar, por un mundo diferente y que el sol alumbre a todos por igual”. (De la canción “Soy de la gente”, de Diego Torres). El presente artículo in-tenta ayudar a reflexionar, en este nuevo año iniciado, cómo es posible (como lo dice la letra de la canción), abrir nuevas puertas y ventanas, posibilitar un cambio sin miedos, escucharse y es-cuchar más a los que nos rodean, luchar por un mun-do diferente compartido, no utópico pero sí posible. Se suele decir que na-cemos y morimos solos, pero a lo largo de la vida el ser humano necesita un tiempo para si mismo y otro tiempo para compartir. Pero son infinitas las situaciones, donde uno se olvida por un lado, de si mismo, y por el otro, de ese instinto que nos lleva a estar acompañado por la pareja, la familia, los amigos, los colegas, los buenos compañeros, constituyéndose lazos sociales, para intentar vivir con menos dolor y sufrimiento. Es de esperar que estos párrafos tengan un sentido positivo y no se conviertan en palabras vacías sin so-lución. Algunas situaciones de la vida cotidiana, servirán de ejemplos. • El 12 de septiembre de 1978, se firmó en la URSS, la llamada Decla-ración de ALMA–ATA que se constituyó en una exhortación para priorizar la Salud para todos en el Año 2000. La Comunidad Mundial se comprometía a proteger y promover la salud de todos los pueblos del mundo. Se reunió una Conferencia Internacional sobre Atención Primaria en Salud, donde se expresaba que la salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social... es un derecho humano fundamental... cuya realización exige la intervención de muchos otros sectores so-ciales y económicos, además del de la salud”... “La promoción y protección de la salud del pueblo es indispensable para un desarrollo económico y social sostenido y contribuye a mejorar la calidad de la vida y a alcanzar la paz mundial”... “Se hacía ex-presa mención de una mejor utilización de los recursos mundiales “...de los cuales una parte considerable se destina en la actualidad a armamentos y conflictos militares”. Se firmaba por una verdadera política de independencia, paz y desarme. Pasaron veinticinco años y aún la salud parece ser un “privilegio” y no un derecho para todos. ¿No es ésta una forma de violencia, exclusión y discriminación?. •Una joven de 18 años, relata cómo en una de nuestras playas veraniegas, los jóvenes siguen por la noche agrupándose, tomando al-cohol en exceso y además insultan y maltratan con desprecio a las muchachas que “según ellos” se en-cuentran excedidas de peso, llamándolas gorda. Estas conductas no se inician en la adolescencia, son una re-edición de épocas más tempranas infantiles. Pa-recería, que las muñecas Barbies, en lugar de ofrecer posibilidades para un juego rico en fantasías y creatividad, se han convertido, mu-chas veces, en elementos de puro consumo, como modelos ilusorios de alta competencia y rivalidad, sobretodo en familias donde no se acompaña al niño en su desarrollo. La conducta de los padres, y también de los abuelos que colaboran en el crecimiento, son de suma importancia para crear valores de respeto para consigo mismo y para con los otros que los rodean. Los niños en sus juegos se animan a crear “un mun-do diferente”. Abren puertas y ventanas que ayudan a crecer. También lo intentan los jóvenes buscando nuevas oportunidades y apelando a sus propios recursos. ¿Por qué no intentarlo también, los adultos y adultos mayores que poseen la mayor fortuna que es su experiencia de vida?. Dedico esta humilde reflexión, especialmente a mis padres que no se cansan de luchar.•
Rita Abigador es Psicoanalista. © LA VOZ y la opinión
|
|
|
|
|
|