Conocí a Eliézer (Láza-ro) Rubinson hace más de 50 años, cuando en distintas ocasiones acompañaba a su señora Jasie, a la Escuela “Shólem Aléijem”, donde ella era maestra desde 1946. Luego intimamos bastante más siendo, yo miembro de la Comisión Directiva de “Histadrut Hamorim”-“Lé-rer-Organizatzie”_ la organización gremial de los docentes judíos_ y desempeñándose él como Secre-tario Ejecutivo del “Váad Hajinuj” (Consejo de Edu-cación Judía de la Comu-nidad). También ambos mi-litamos en el Movimiento Sionista “Avodá”, y hasta hace 4 ó 5 años solíamos encontrarnos periódicamente para tomar un café y charlar sobre algunos temas que nos apasionan a los dos por igual: el ídish, el he-breo, la literatura y el folklore. En los últimos tiempos nos vemos también, más esporádicamente, en un instituto donde él se encuentra internado por razones de sa-lud; y recordamos con cierta nostalgia y canciones épocas pasadas. Quiero destacar que durante todas mis visitas, sin previo aviso, siempre encontré a su señora Jasie y muy frecuentemente a su hija Roje y a su yerno Bernardo (Tito) Gu-revich, amén de otros familiares. En este punto quiero referirme a la familia Al-pert, encabezada por el “moré” (maestro) Moishe Alpert, director-fundador de la Escuela Secundaria “Shólem Aléijem”, y por su señora Lea Scher. En esa casa imperaban el saber las tradiciones y las virtudes judías. La Sra. Lea, quien se distinguía por su bella voz, impregnaba el hogar con canciones, folclore y alegría del acervo cultural judío. Las tres hijas: Jasie, Rebeca (Rivka) y Batia fueron docentes destacadas en la Argentina y en Israel. Jasie (esposa, madre y maestra emblemática; prototipo de la “eshet jail” – mujer virtuosa; a quien nos referiremos en particular en otra ocasión), se casó el 11 de enero de 1948 con Lázaro Rubinson. Él se incorporó a la familia Al-pert y brilló en ella con su propia luz, por ser hombre de una vasta cultura judía y universal. Siempre se caracterizó por sus dotes excepcionales: delicado, tranquilo, muy modesto, enemigo del alboroto; cumplía las tareas más pequeñas con la misma seriedad y exigencia con que encaraba las de mayor envergadura. Rehuía los elogios de la prensa y la publicidad aparatosa. En él se conjugaban las hondas raíces judías de sus orígenes (Europa del Este, su ciudad natal Kovno), con la sólida formación universitaria que pudo alcanzar en Argentina. Fue, durante 18 años, Secretario Ejecutivo del “Váad Hajinuj” (el Con-sejo de Educación de la Comunidad). Ejerció cargos de relevancia en el “Keren Kaye-met Leisrael” (K.K.L., el Fondo Agrario de la Or-ganización Sionista) de la Argentina en los años 1964-1971, 1983-1995; y de la Organización Sionista Ar-gentina (O.S.A.) entre los años 1972-1976 inclusive. Entre 1961 y 1970, Rubin-son, fue abogado y representante legal de la Em-bajada de Israel en Argen-tina; su labor durante el período en que fue Em-bajador Iosef Avidar acompañado por su esposa, la escritora Iemima Chernovitz, merece un comentario especial al cual nos referiremos en otra oportunidad. Amén de otras funciones comunitarias en las que pudo desplegar sus dotes de trabajador inteligente y metódico. Militó en el Movimiento Sionista “Avodá”, donde también se desempeñó por varios años como Presidente de la Comisión de Disci-plina, mientras existía esa instancia en dicha agrupación. Fue durante varios períodos Presidente del Directorio del Semanario Judío Mundo Israelita. Reunión de despedida Recuerdo haber participado en la hermosa despedida que se ofreció a Eliézer Rubinson, en la Sala de Se-siones de la “Kehilá”, cuando en 1959, dejó la coordinación del “Váad Hajinuj”. (Yo integraba por entonces la Comisión Directiva de “His-tadrut Hamorim”-“Lérer-Organizatzie”. Rubinson había dado sus primeros pasos en pro de la educación judía unos 20 años antes, como funcionario del “Váad Hajinuj”, y desde el más alto nivel podía exhibir una trayectoria im-portante. Siendo ya padre de 3 hijos, y habiéndose doctorado en Leyes, continuó en su cargo hasta que decidió renunciar para ejercer su profesión de abogado. El cordial homenaje reunió a activistas de la red escolar, colaboradores de todos los departamentos de la institución, docentes, miembros de la asociación gremial de los mismos, familiares, y la mamá del homenajeado, Roda. Hicie-ron uso de la palabra: el presidente del “Váad Haji-nuj”, Leibl Gold; el secretario general, Zalmen Orenstein; el inspector Berl Kobrinsky, los morim Betzalel Tobías, Jaim Glembotzky y los activistas Israel Honik e Ikusiel Bernstein. Se leyó un mensaje de Iosef Mendelson, Director del Seminario de Maestros de la AMIA, y Abraham Tcach saludó en nombre del staff del “Váad Hajinuj”. En su interesante respuesta, el Dr. Rubinson analizó los roles del funcionario, del activista y del maestro, y mostró cómo cada uno de ellos suele sentir que su esfuerzo no es reconocido. Recalcó su sa-tisfacción por haber visto crecer una red escolar judía y una generación joven plena de inquietudes. De Lituania a la Argentina Eliézer Rubinson na-ció en Kovno (Lituania) en el año 1921. Sus padres ejercían la docencia en las escuelas hebreas “Tarbut”, de esa ciudad, habiéndose graduado como maestros rusos y de hebreo ya que hasta 1914 (Primera Guerra Mundial) Lituania formó parte de Rusia. En 1928 el padre, Uriel, emigró a la Argentina, y en 1929 trajo a su familia: la esposa, Ro-da Katz, y sus dos hijos, Eliézer de 7 años y Hilel de 5. Posteriormente nació aquí la hija mujer: Rivka. El padre de Eliézer fue enviado como maestro a las escuelas de la I.C.A. (“Je-wish Colonization Associa-tion”), en las colonias judías de Entre Ríos. Su primer destino fue Colonia Fain-berg, entre Villa Clara y Domínguez. Lázaro recordaría siem-pre “ese salto de la civilización al campo”, que significó a la vez su primer contacto con la tierra y con el Keren Kayémet Leisrael. En las colonias judías, una pequeña porción de la cosecha se destinaba a “Gueulat Haáretz” (Redención de la Tierra): adquirir tierras a perpetuidad para el Pueblo Judío en Eretz Israel, a fin de poblar el país y plantar árboles en su suelo. Hasta los chicos ayudaban, junto a las máquinas cosechadoras, a preparar esa dádiva. Eliézer ha dicho alguna vez: “Yo alcancé a plantar árboles en tierra argentina, como si fuese el K.K.L. ¡Y con cuánta emoción los encontré, años después, ya crecidos y frondosos! De ahí me quedó, hasta hoy, el amor a la tierra...” Nuevos horizontes Leizer (Lázaro) debió separarse de su familia para realizar sus estudios secundarios en el Colegio Nacio-nal de Paraná. En esa ciudad, junto a los Golden-berg entrerrianos y a Ar-cavi, de Santa Fe, entre otros, perteneció al mítico grupo de jóvenes que fundaron la Confederación Juvenil Sionista y el primer periódico del Movimiento. La “alcancía azul”, la “pushque”, del Keren Kayémet Leisrael era distribuida por los maestros, generando profundas vivencias. En Pa-raná, los jóvenes sionistas eran los encargados de vaciar las alcancías en los domicilios de sus correligionarios. Eliézer ha manifestado siempre su reconocimiento a los maestros que mantuvieron viva la llama del judaísmo. Formados por ellos, muchos “nietos de las colonias del Barón Hirsch” llegaron a cumplir en los kibutzim el sueño del Ba-rón en cuanto al trabajo de la tierra. En lo personal, Rubin-son solía decir: “Yo no soy maestro, apenas hijo de maestros, pero mis familiares lo son: mi señora, mis cuñadas, mi suegro... Mis hijos se educaron en las escuelas “Shólem Aléijem” guiados por ellos, y enseñaron a mis nietos.” Lázaro Rubinson en su vida mantuvo siempre contacto con la actividad comunitaria; y lo mismo sus hijos. El hijo mayor, Uri que lamentablemente falleció luego en un accidente automovilístico, a los 36 años de edad, había presidido la Organización de Maestros Judíos sucediendo en el cargo al abuelo materno, Moishe Alpert, que lo ejerció durante 10 años. En la Organización Sio-nista Argentina (O.S.A.) En 1972, habiendo ga-nado en elecciones democráticas el Partido “Avodá”, Rubinson fue elegido presidente de la O.S.A. hasta 1976 inclusive. La Organi-zación Sionista Argentina era, en ese momento, la sede de Campaña Unida, del K.K.L. y coordinaba el envío de emisarios a la Diáspora (“Shlijut”). En lo que respecta a la “Kehilá” (Comunidad local), se hallaba en pleno auge. Se desarrolló el “Váad Hake-hilot” (Federación de Co-munidades Judías Argenti-nas). Había miles de alumnos en las escuelas y de educandos en los movimientos juveniles. A los 20 años, esos jóvenes se trasladaban a Israel y poblaban los kibutzim. También uno de los hijos de Lázaro, Eli, se casó a los 19 años y concretó su “aliá” al kibutz “Magal”. Cabe destacar que tras el golpe militar (24 de marzo de 1976), fue sometido a un interrogatorio acerca de la naturaleza de las “Hajsharot” (centro de ca-pacitación agrícola) en la colonia “Julio Levin” situada a 10 kms. de la ciudad de Mercedes, Provincia de Bs. As., tras el cual quedó esclarecida la situación, pudiendo los educandos trasladarse a Israel o bien permanecer en el país sin ningún tipo de inconveniente. Otras funciones Posteriormente, Lázaro (Leizer) Rubinson se desempeñó durante 4 años como representante de la Universidad Hebrea de Jerusalem en el Cono Sur. Fue para él, como muchas veces lo repetía, “un mundo nuevo, un panorama de la Israel Celestial”. El árbol, la tierra Cuando, en 1985 (11 de febrero), los Rubinson tuvieron la desgracia de perder a su hijo mayor, Ariel (Uri) Z”L, toda la familia plantó en tierras del K.K.L., en la Galilea, un bosque de 1000 árboles en su memoria. Se reiteraba así el simbolismo del árbol y de la tierra. Pero antes, Eliézer había plantado un olivo en Raanana, ciudad cercana a Tel Aviv y al kibutz “Ma-gal”. Fue en 1973, cuando su hijo Elihau llegó a Israel. Él ignora si, con el correr de los años, el paraíso de Entre Ríos permanecerá. Pero siente que del olivo de Raanana, algo va a quedar... Viaje al pasado En 1981, Eliézer, quiso visitar, con su esposa, la Ciudad Vieja de Kovno, donde había vivido hasta que, a los 7 años, partió para la Argentina con su familia. Sobre su viaje a Lituania publicó varios artículos en el diario “Di Prese” de Buenos Aires. Él mismo guió al chofer para llegar a la casa familiar. En la ciudad ya no vivían los 60 mil judíos de antaño: sólo 800 no originarios de allí. Un panorama semejante ofrecía la capital histórica, Vilna, otrora apodada “La Jerusalem de Li-tuania”. Los episodios de ese viaje, aunque previsibles, lo impresionaron de tal modo que juró no volver nunca más... En 1929, su padre Uriel había llevado a la familia a la Argentina, 10 años antes de que se desatara el infierno. Él murió aquí, a los 58 años. Eliézer tenía entonces 20, Hilel 18 y Rivka 8. La familia liézer (Leizer) y Jasie tuvieron 3 hijos: Ariel (Uri) z”l, Elías (Eli) y Raquel (Roje). Los hijos de Uri son Gabriel, Alina y Ezequiel. Los de Eli: Liat, Noam y Amit. Y las hijas de Roje de Gurevich, Natalí y Daniela. De sus 8 nietos, 5 viven en la Ar-gentina y 3 en Israel. Los hermanos de Eliézer son Hilel, escribano de profesión y destacado dirigente de la comunidad judeoargentina. Fue presidente de la Escuela “Natan Gesang”, Presidente del Movimiento Sionista Renovador y miembro del Comité de Ac-ción del Ejecutivo Sionista; en pocas palabras un “as-kan” (activista) emblemático de nuestra comunidad. Su esposa, Pnina, lo acompaña y estimula en toda su actividad societaria. La hermana menor de los Rubin-son, Rivka, fue una destacada maestra de hebreo en la Argentina y luego de su aliá cursó estudios en la Universidad Hebrea y se graduó en Historia. Traba-jó muchos años en la radio “Kol Israel”, y hoy es una distinguida traductora de hebreo, inglés, francés, castellano e idish en distintos congresos internacionales. Cartas, escritos, poesías Desde su más temprana juventud, Eliézer (Lázaro) Rubinson ha publicado muchas páginas de su autoría, en castellano y en ídish, tanto en prosa como en verso. Muchas de sus poesías en ídish, publicadas en distintos periódicos están dedicadas a los niños. Transcribimos dos estro-fas de la titulada “Friling” (Primavera); traducirla al castellano fue para mí un placer:
“Oif di gasn, íber déjer, iber koimens, héjer, héjer, hot tzeshméijlt zij di zun. Un der shméijl, ot der líber, majt di kínder freilej víder: zingt un freit zij der arum”. ............. “¡Bloi un bloier! ¡Hel un héler! ¡Bloi der híml! ¡Grin dos feld! ¡In di oign fun di kínder glantzt der friling fun der velt.”
“Por las calles, los tejados, las chimeneas, muy alto, se ha puesta a sonreír el sol. Y su sonrisa querida trae a los niños alegría: todo canta en derredor”. ............. “¡Verde el campo, claro el aire, cielo de un azul profundo! ¡En los ojos de los niños, la Primavera del Mundo!” De los escritos en castellano, algunos fragmentos: “Desde mi tierna infancia tengo dulces recuerdos de un río, allá por los bosques y valles de una primera patria lejana”... “Y luego otro río, un río argentino que, grande y profundo, bañó mi destino de segunda juventud... ¡Paraná del recuerdo, ciudad hecha río a través de los altos ventanales del colegio!...”
“Amiga mía: No sé si estas líneas podrán siquiera reflejar el estado de ánimo que envuelve a la ciudad toda en estas horas de incertidumbre. Tengo aún la imagen palpitante de una juventud luchadora y romántica, tal como solemos leer en las novelas de Víctor Hugo y Anatole France...” “En estos días espléndidos de primavera triunfal, no sé qué admirar más: si la luminosidad de las mañanas frescas y perfumadas, o la serena profundidad del cielo estrellado por la noche, después de una lluvia refrescante y pasajera. Como ves, puede más la influencia poética de estas horas de recogimiento, que el materialismo del cual suelo hacer gala para no pasar por soñador y romántico empedernido...” A Reb Leizer (Lázaro), pronto a cumplir 83 años le deseamos.• © LA VOZ y la opinión
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