Tras meses de tensión e incertidumbre, parece que en el frente geopolítico se están recobrando las esperanzas de forma frenética. Testigo de ello son las significativas tentativas de acercamiento que se han producido en las últimas semanas entre Pakistán y la India, Libia y Gran Bre-taña, Siria e Israel, Corea del Norte y los Estados Unidos, e Irán y Occidente. Algunos lo atribuyen al poderoso impacto de lo acontecido en Iraq, y otros al efecto moderador de la diplomacia. En cualquier caso, los resultados son alentadores: los dirigentes están empezando a actuar con habilidad política en lugar de decantarse por las políticas arriesgadas. Y aunque los días del Best Western en Pyongyang siguen quedando muy atrás, no así el diálogo positivo entre éstos y otros adversarios tradicionales. En efecto, tal y como Tom Friedman señaló en el NY Times, estamos viviendo una época histórica.
Dicho esto, las celebraciones han de esperar.
Según Freedom House, una organización consultiva independiente que supervisa los derechos humanos en el mundo, Irán y Pakistán--dos de nuestros nuevos in-terlocutores-- registran un número indecente de casos de abusos. Sólo Libia, Siria y Corea del Norte salen peor parados. Aunque in-tentemos suponer lo contrario, no hay evidencia de que el relajamiento de sus políticas exteriores tenga consecuencia alguna en sus políticas nacionales.
Más bien al contrario. Con el eterno temor de que su imagen se debilite, estos personajes maquiavélicos probablemente se esforzarán aún más por garantizar que sus regímenes no corran peligro.
Precisamente esta sema-na, tras acceder a las inspecciones y restricciones de armamento, la élite religiosa de Irán ha excluido de las próximas elecciones a la práctica totalidad de los candidatos reformistas. Y ello después de aplastar con la intervención de los militares las protestas estudiantiles del pasado verano. Entre tanto, Libia, a pesar de entonar su mea culpa por haber exportado terrorismo a todo el mun-do, continua aterrorizando a sus propios ciudadanos con arrestos, torturas y ejecuciones arbitrarias. Por su parte, Corea del Norte, que tiene a la mitad de su población desnutrida, in-vierte sus esfuerzos en engordar su poderío militar y engrasar a sus aliados potenciales.
Si la comunidad internacional se contenta con el abismo que separa las políticas exteriores y las políticas nacionales en estos países --donde la buena voluntad fluye hacia fuera y nunca hacia dentro-- sus avances
políticos serán dolorosamente efímeros. A largo plazo, la firma de tratados y el establecimiento de relaciones comerciales con dirigentes deshonestos no contribuirán a sofocar la ira y el sufrimiento provocados por la opresión que éstos ejercen en el interior de sus fronteras.
Ésta es precisamente la razón por la que las Naciones Unidas ocupan una posición tan singular y tienen un potencial tan grande. A título individual, los países pueden forzar--y de hecho están forzando--el cambio en la esfera interestatal, pero sólo las Na-ciones Unidas tienen la credibilidad y los medios para conseguirlo en la esfera intraestatal. Por supuesto, este camino es más largo y menos glorioso, pero merece la pena recorrerlo.
La reunión del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas que se celebra del 12 al 30 de enero en Ginebra es un paso importante. Aunque ninguno de los nueve países que se someten a examen guarda relación con los acontecimientos mencionados y que el tema es la infancia y no la censura o la tortura, la reunión reviste importancia. Gra-cias al Comité, las Nacio-nes Unidas están entrando básicamente en un espacio sagrado --el interior de las fronteras-- y están anunciando inspecciones.
Si estas inspecciones van secundadas por debates se-rios y consecuencias reales, las Naciones Unidas pueden poner sobre aviso a todos los países: vuestras cortinas permanecerán abiertas y nosotros seguiremos limpiando vuestros hogares, independientemente de los gestos y de las alianzas de altos vuelos que hagáis.
Hasta entonces, solo ca-be esperar y dejar las ce-lebraciones en suspenso.•
Servicio de Prensa
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