Cada día se confirma más la sensación que las relaciones del Estado de Israel con el Vaticano dependen del Papa de turno.
El Sínodo de Obispos sobre el Medio Oriente, objetó a Israel el derecho sobre la construcción de los asentamientos en su Capital Jerusalén consagrada como tal para el judaísmo desde hace mas de 3000 años, y el privilegio que convivió con el judaísmo de detentar la Tierra de Israel como Tierra Santa.
No necesariamente se debe competir con el cristianismo en el juego de quien tiró la primera piedra. Pecados, de una forma u otra, los cometemos todos, sólo depende de su tamaño. Pero con pecados o sin ellos, Israel y Tierra Santa, responden a iguales valores, mal que le pese al Papa Joseph Ratzinguer.
Si las actitudes del Vaticano, de alguna manera lastiman a Israel, siendo como somos los judíos los hermanos mayores de la comunidad cristiana, ¿que podemos esperar de los que se proponen arrojar a los israelíes al mar?
Ahora resulta que ni respetan la sagrada potestad del judaísmo sobre la tumba de Raquel, por parte de fundamentalistas islámicos, sin que se escuche ninguna protesta en serio en razón de los derechos ancestrales que le compete al pueblo judío sobre los valores que hacen a sus tradiciones, base de su propia religiosidad.
Estos no son simples palos en las ruedas que buscan motivar razones de genuina irritación del judaísmo y sobre todo del Estado de Israel.
Históricamente el judaísmo jamás atacó la religiosidad de comunidades de la confesión que fuere. al vez será porque destina su tiempo sólo a defenderse de las calumnias y agresiones que de hecho la apuntan desde siempre.
Los judíos, entre otras asignaturas que responden a la vida, en todo su contexto, sólo queremos que nos dejen ser judíos además de ser personas que no necesariamente debemos demostrar nuestros sentimientos de hermandad, sobre todo a los que por derecho propio tienen el orgullo de profesar el cristianismo. Somos hermanos y punto.
Quisiera albergar los mismos sentimientos hacia los islámicos, pero a la inversa de nuestra sensibilidad y deseos, el Islam niega a todos los que no lleven en sus entrañas al fundamentalismo islámico, que no reconoce otras fuerzas espirituales cuyo tronco no devenga del Islam. El mundo en general parece no advertir el peligro que conlleva el avance de islamismo que se extiende como una imparable mancha de aceite.
Hoy sus planes de penetración se centran en los cinco continentes, habiendo logrado hacer punta en Latino América, donde cuentan con el incondicional apoyo de uno de los mas exacerbados enemigos de Israel, el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien es sus permanentes prédicas no cesa de maldecir al Estado de Israel.
El Islam con sus 1.200.000.000 de fieles, está decididamente a proseguir por todos los medios, a consolidar su añeja Guerra Santa.
No deja de llamar la atención la pasividad de países democráticos, cuyos gobernantes no advierten el peligro que se cierne cada día que pasa, de perder la homogeneidad de sus propios sentimientos religiosos y que de no tomar las medidas adecuadas, terminarán por sufrir la debilitación de sus intereses políticos.
De alguna manera el Sínodo de Obispos sobre el Medio Oriente, contradice y disminuye lo que con valor y coraje realizaron los tres grandes de la Iglesia Católica, como lo fueron Juan XXII, Paulo VI y Juan Pablo II.
Que Dios los tenga eternamente en la Gloria
/cartasdesdeisrael.blogspot.com/
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