El presidente George W. Bush fue recibido en Argentina a cañonazos orquestados por los anfitriones de turno, con la complicidad de saltimbanquis como Maradona y lo peor de los izquierdistas del inmenso barrio al sur del Río Grande. En los pronunciamientos del presidente Bush, a raíz del 9/11, éste instó a que los supuestos aliados definieran "si están con los EE.UU o en contra". Luego el pronunciamiento no versó solamente sobre Bin Laden y sus terroristas. No es raro que emergieran voces empeñadas en demostrar que quien aboga por la seguridad nacional, pisa la libertad. Esta falacia pretendió convertir en slogan anti yankee, lo difundido por algunos hacedores de opinión, al parecer obnubilados con sus propios dislates. Lo expresado entonces por el Bush, apuntó también a aquellos supuestos aliados que utilizan jerigonzas para confundir a los mojigatos posados en Sudamérica. Es lo indigno de jugar al mismo tiempo con el mono y la cadena. También es, de manera exacta, lo que ha sucedido durante la celebración de la bochornosa IV Cumbre de las Américas, quienes despechan contra los EE.UU para desviar la atención sobre sus ineptitudes. Claro, que a ese team no pueden pertenecer los chilenos ni otros latinoamericanos dignos. En otras palabras: Bush se refería a los perturbadores que hacen el juego a los enemigos de EE.UU, y son ciegos y sordos ante subversivos como Castro y Chávez mientras se dan golpes de pecho como aliados de Occidente. Culpar a EE.UU de sus respectivas inepcias al gobernar, digo Kirchner, ya fichado en calidad de viejo fan de la camada guevarista al igual que su otro compa Duhalde, no sorprende. Argentina quedó traumatizada con el síndrome fascistoide de Perón y lo peor, parece deleitarse ahora que retuerce idolatría hacia un narcómano convertido en fetiche a imitar. Es deplorable la imagen que muestra y la falta de control del inquilino actual de la Casa Rosada. Cuando el Presidente Bush preguntó "¿por qué tanto odio?", quizás ya había descubierto lo que hoy muestran las turbas de perezosos amaestrados que ululan y saquean en las callejuelas. La libertad no es ambigua, luego a los líderes de esas turbas y sus poputchiks (compañeros de viaje), hay que darle una lección donde más les duele: cortarles los permisos de entrada a los EE.UU. Es vergonzoso que en la Cumbre un tránsfuga (Ricardo Alarcón) y un cocalero (Evo Morales), ande de la mano al frente de esta canalla. Dicen las encuestas hechas en Argentina, que un 67 % de los entrevistados odia a los EE.UU y que más del 50 % de los asentados en Miami adora a un asesino confeso, como fue el Dr. Ernesto Guevara de la Serna Ambas cuadrillas piquetean físicamente los unos en Mar del Plata y los otros mentalmente lo hacen aquí, en Miami. Tal como hicieron sus líderes de antaño al coquetear con el III Reich, en contra de los EE.UU y Occidente, en las vísperas y durante la II Guerra Mundial. Puede que el color de la camiseta futbolista de estos fedayeen sea azul o rojo, pero eso no justifica el insulto que recibió el Presidente Bush. Resulta sintomático que estos pelantrines sigan jugando a estas alturas, con casi las tres cuartas parte de ellos favoreciendo al bando rojo y bajo el beneplácito del presidente Kirchner. Si este sector habló en lunfardo bien le talla, pero es que no se entiende esa jerigonza mental de los gauchos rioplatenses, nostálgicos del peronismo que los hundió. O tal vez se deba a que el virus del síndrome de ese "Pibe", retozón y narcómano, los ha afectado a fondo como sucede con esos otros que idolatran a conspicuos ejemplares del retablo izquierdista: Fidel Castro, Chávez y "Che" Guevara. No lo digo de manera gratuita, si nos atenemos a aquella encuesta de Bendixen, donde se muestra la zoncera anti yankee que mucho desdice de aquellos argentinos de las primeras décadas del siglo XX, que lograron llevar el país su prosperidad más alta. No se trata de despotricar contra el ALCA. Algo feo haríamos si nos llevamos por la indignación, considerando a una parte de los argentinos como nuestros enemigos. Lo cual no sería justo para la otra parte sana, la cual avizora la calamidad izquierdista y la vagancia colectiva hacia donde conducen a la ciudadanía para que salte al abismo marxista. Esta aberración colectiva fue quizás el preludio que condujo a la carnicería antisemita de Julio 18 de 1994, en la calle Pasteur 633, donde radicaba la AMIA.
A nadie extrañó que un peronista, Carlos S. Menen, apareciera vinculado con las trapisondas iraníes para ejecutar ese execrable atentado terrorista. Recordemos que cuando a Harry Potter no le convino más le cerró en el hocico la puerta a Fluffy, y sanseacabó. Seria bueno que los argentinos investigaran eso tan contagioso como es el síndrome del "Pibe", esa especie de fiebre avícola que padece este miserable ejemplar de pacotilla, ya tan encaracolado como el ají picante habanero y que nadie sabe por qué tiene patas arriba a tantas personas inteligentes en la Argentina. ¿Qué le pasa a esta gente?
Lionel Lejardi. Fte serv de prensa
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