Llegó al país procedente de los Estados Unidos, un "excéntrico", con toda su genialidad.
Llegó un visionario, que después de interiorizarse en la problemática judía, muy especialmente de la gente joven, supo canalizar como nadie sus necesidades espirituales.
Su acento español americanizado, su voz firme, su mirada profunda y su carisma tan particular, con el tiempo lograron hacer de este Rabino Dr. Marshall T. Meyer, el guía espiritual de la hasta entonces incipiente comunidad conservadora.
Hoy, con justicia, corresponde decir que fue la mayor de sus obras con una trascendencia a nivel internacional, pocas veces vista. El Seminario Rabínico Latinoamericano, su creación, a la que yo llamo UNIVERSIDAD TEOLOGICA JUDIA POR EXCELENCIA DE LATINOAMERICA, fue la que ha ordenado al día de la fecha 79 Rabinos, de los cuales 50 están siguiendo su doctrina alrededor del mundo (y el mundo esta solicitando que los egresados una vez que obtienen su Smija ocupen los tempos que los están esperando).
Es como decía un amigo mío, que las comunidades están en lista de espera.
Marshall, un hombre con una férrea voluntad política a favor de los Derechos Humanos, exigió a sus alumnos en forma permanente y mas allá de lo pastoral, el firme compromiso de adoptar una conducta irrestricta a favor de las libertades públicas y privadas.
Le tocó vivir los años de plomo que supimos conseguir, cuando las FF.AA. se adueñaron de nuestras voluntades y sumieron a la población bajo el terror, como los mejores discípulos de la tristemente celebre triple "A".
Los grupos de tareas formados por el Ejército, la Marina y la Aeronáutica, ennegrecieron la historia Argentina al amparo de la impunidad, a pesar de jurar por D-s, la Patria y los Santos Evangelios observar y hacer observar la Constitución de la Nación.
Todos ellos fervientes católicos y seguidores de la doctrina de Cristo, que es la propia Iglesia, también juraron que si así no lo hicieren, D-s y la Patria se lo demanden.
El peso de la Justicia Divina les ha llegado, la de los hombres que forman la Patria, tengo mis serias dudas...
Ese compromiso, le obligó a golpear las puertas de los despachos gubernamentales, muy especialmente la del dictador Videla, por aquel entonces cabeza de la Junta Militar que nos gobernaba.
En forma estoica supero las largas horas de espera a las que ya lo tenían acostumbrado, en La Rosada, o en los cuarteles o donde fuera. No claudico en sus demandas pidiendo la libertad de los detenidos que no se hallaban en las cárceles, y que los jueces hacían de la vista una ceguera transitoria cuando llegaban a sus manos los pedidos de los habeas corpus interpuestos por los abogados peticionantes, en nombre de sus familiares.
El propio Videla le negó sistemáticamente que hubiera listas negras con personas "no blanqueadas", lo que quiere decir que no existían privadas de su libertad en el anonimato.
El Vesubio, el pozo de Banfiel, la ESMA, Corleti, entre otros, fueron para los asesinos, campos de exterminio guiados por la imagen del genocidio nazi. Y las Madres de Plaza de Mayo, las locas que todos los jueves cubriendo sus cabezas con pañuelos blancos daban vueltas alrededor de la Plaza de Mayo.
El Rabino Meyer tenía información confidencial de la realidad de los hechos. Y hoy después de 28 años de reclamos, el actual Presidente de AMIA, Licenciado Abraham Kaul, ha decidido cumplir hace unos días con un mandato moral: reconocer la desaparición de 1900 jóvenes judíos que por su condición de tales, recibían el doble de la tortura diaria a que eran sometidos sus compañeros no judíos en cautiverio.
Y la sede de la AMIA cumplió con el compromiso colocando una escultura para perpetuar sus memorias en un acto público donde asistieron las más altas autoridades del país.
Nos contó Marshall, que estando en Córdoba acompañando un Majane de la comunidad Bet-El, recibió la llamada de un Embajador extranjero, cuyo nombre jamás reveló, haciéndole saber que un comando salió de Buenos Aires a los fines de secuestrarlo.
Viajó inmediatamente a la Capital Federal, y así salvó su vida. El día en que decidió volver a su país, fue despedido por el escritor Ernesto Sabato, la Embajadora Elsa Kelly, el Presidente del Seminario, Mario Ringler, la esposa del Rabino, entre otros, quienes desde el escenario improvisaron sus discursos encomiando la labor del viajero. A mi lado, mezclado entre la muchedumbre que se dio cita y otros tantos que no pudieron ingresar, al Periodista Jacobo Timerman con su rostro adusto, seguramente estaría recordando todo lo que este hombre de fé del Movimiento Conservador lucho por su libertad. Y en honor a la verdad, Marshall no se fue, sino que recibió un hasta siempre Maestro, porque quienes lo conocimos y seguimos su trayectoria, jamás podremos olvidarlo.
No estoy de acuerdo con quienes dicen que dejó un vacío imposible de llenar.
La capacidad de un maestro es saber trasmitir a sus alumnos el camino de grandeza en la función que han elegido. Marshall fue un GRANDE, porque logro en sus discípulos que lo tuvieron por catedrático en forma directa, que sus enseñanzas y la dedicación de estos, además de Rabinos, médicos, abogados, licenciados en economía y filósofos, entre otros, hoy estén ocupando lugares que solamente si lo emularon, o sea superaron, pueden ocupar. Y su sueño se hizo realidad.
Nos falta hacerle un justo homenaje. Es una asignatura pendiente. Y en honor a la Justicia, esa que El defendió, seguramente lo vamos a hacer.
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