No sé quién es Andreas Malm, tampoco sé si me importa mucho. Lo que tengo en claro es que el odio antijudío le brota por todas partes. ¡Pobrecitos los palestinos!, de la nada les vino semejante castigo. Los van a separar a través de un muro, así, porque al Go-bierno israelí se le ocurrió. Ni una palabra sobre los terroristas asesinos palestinos, que no les importa morir con tal de matar cuantos más israelíes, ni-ños, jóvenes, ancianos, be-bés, hombres, mujeres, civiles inocentes. Puede ser en cualquier parte, en el mercado, en un ómnibus repleto de gente, en una confitería, festejando Pesaj en un hotel, en un salón en una fiesta privada en la Universidad Hebrea. La consigna es ¡matar!, ¡mutilar!, completar las bombas con clavos de hierro para que el daño a las víctimas sea mayor, cuanto mayor ¡tanto mejor!. Ni una palabra dice el artículo mencionado sobre estos crímenes de lesa humanidad. Igual que los medios de comunicación del mundo, cuando informan de estos crímenes masivos. El muro que se construye, es un intento de evitar que los asesinos de Hamas, enviados por Ara-fat y sus secuaces, sigan matando a civiles que se dirigen a sus tareas, a los niños que van a la escuela, a las personas que tuvieron la mala idea de ir a hacer las compras al mercado... Así educan los palestinos a sus hijos: los disfrazan de terroristas suicidas, desde la más tierna infancia, los adiestran para la muerte, les enseñan a niños de jardín y primaria a manejar armas mortales, aprenden canciones que elogian las masacres de israelíes y juegan a matar judíos. Los padres de los terroristas suicidas, y las madres, festejan cada muerte de sus hijos, reparten tortas y bombones por el heroísmo demostrado de sus "retoños", que subieron a un ómnibus repleto de gente, burlaron la guardia, se infiltraron en una confitería y accionaron la bomba y sembraron muerte, mutilación, lágrimas, orfandad, eterna tristeza y dolor. Andreas Malm no lo sabe. Repentinamente Isra-el decide proteger a sus habitantes, así de la nada. En realidad quisiera An-dreas Malm que se dejen seguir matando, como siempre, como en Aushwitz, como en toda la historia. ¿Qué es eso de querer impedir que maten a los judíos?, su sangre es la más barata, imagínense las praderas, los olivares que se destruyen eso vale más que la vida de tantos inocentes. Si Israel hubiera querido terminar con el problema violentamente, ya lo hubiera hecho; pero en Israel funciona la Democracia, única en Me-dio Oriente, la justicia, el Parlamento, que hasta cuenta con senadores árabes y se respetan los derechos humanos. A. Malm haría bien en estudiar un poco de historia moderna, tampoco es cuestión de que se ilustre demasiado, pero entender, por ejemplo, que en 1947, el 29 de noviembre, la Asamblea de las Naciones Unidas, votó la partición de Pales-tina en dos estados: uno árabe y uno judío. Vale la pena, recordarle a los antisemitas y terroristas que existen 22 estados árabes y un solo estado judío: Israel. Pero no conformes con la resolución, los países árabes declararon la guerra al pequeñísimo Israel, que aún no había nacido... perdieron una y otra vez las oportunidades históricas de tener un estado propio. Siempre con actos terroristas, matando y de-rramando sangre. Después de la Guerra de los seis días, junio 1967, Israel Salió victorioso en todos los frentes, en una guerra que el odio de sus vecinos le impuso. Da-vid contra Goliat. La escena bíblica se repetía, casi en los mismos históricos lugares... lo relevante es recordar cuántos terroristas de-volvió Israel a Egipto, sólo en aras de la paz, recibiendo a cambio en 1979 un papel firmado ¿qué otro país lo hubiera hecho?. Llegó a la paz con Jordania y tenía la intención de cumplir los acuerdos de OSLO, pero ¿con quién se puede hablar de paz?, con los que su plataforma política habla de un estado palestino, en lugar de Israel, no uno al lado del otro. Mientras sigan protegiendo a los asesinos terroristas, los países europeos y árabes que nunca ayudaron a sus "hermanos palestinos". Mientras sigan ma-tando impunemente israelíes, con el beneplácito de muchos gobiernos, nosotros seguiremos apostando a la paz, a pesar de todo. Aún la ética aprendida de nuestros profetas, nos seguirá guiando, pero cuando se trata de sobrevivir, de no dejarnos matar y masacrar, de proteger a nuestro pueblo y de vivir en nuestra tierra an-cestral, en nuestro país, li-bres, después de 2000 años de exilio. Allí, el israelí sabe que nadie ayudará, como nadie ayudó a salvar al pueblo judío en la Shoá. Nuestro saludo seguirá siendo shalom-paz y nuestro anhelo el de todo israelí: transformar las armas en arados, pero no a costa de ofrendar la propia vida.• © LA VOZ y la opinión
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