A raíz de una invitación que llegó a mis manos, me pareció oportuno referirme a esta singular artista judeoargentina, que desde 1975 reside en París. La tarjeta, en la que luce una hermosa pintura en colores, anunciaba la próxima inauguración, en el mes de octubre del 2002, de una exposición de sus obras en la "Galería Argentina" de la Rue Cimarosa. Esta exposición se realiza con el auspicio de la Embajada Argentina en Francia. En el centro de la invitación se lee: "Felicia Sewicki, de las formas cerradas a las formas abiertas: 1975-2002". Antes de su traslado a París, yo había tenido oportunidad de visitar alguna de sus exposiciones aquí, en Buenos Aires. Posteriormente, seguí su evolución a través de las reproducciones y las fotografías en colores que siempre envía a su familia. Hace aproximadamente 6 años, durante una de sus visitas a Buenos Aires, pude conversar con ella en dos ocasiones, y me quedaron grabados muchos de sus conceptos acerca del arte, de la vida y de sus propias pinturas.
Color y forma, luz y espacio Desde la infancia se sintió atraída por la magia del color. Pronto advirtió que era también color el trazo oscuro de una pluma, así como la claridad de una hoja en blanco. Se dedicó entonces a llenar de trazos negros o de manchas de colores cuanto papel caía en sus manos. Más tarde descubrió que también la forma era importante. Y que combinando color y forma, luz y espacio, se podía sublimar un sentimiento. Sin embargo, no todo fue creación espontánea. Si bien no necesitó aprender a armonizar los colores, todos los demás elementos de su arte fueron adquiridos gracias a un trabajo paciente y gradual. A la manera de Leonardo da Vinci, Felicia Sewicki aprendió anatomía humana a través de la disección de cadáveres (en la Facultad de Medicina de la UBA). En sus bocetos, los cuerpos lucen como esculturas. Es que la artista pensaba, en esa época, ser escultora. Pero un problema de salud la llevó por otra senda. Entre1965 y 1968, cursó estudios de Pintura en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes "Ernesto de la Cárcova", de Buenos Aires, y en su graduación fue distinguida con una medalla. Aprendió Historia del Arte y Composición en la Facul-tad de Arquitectura, y Arte Japonés en el Instituto de Arte Japonés de Buenos Aires.
¿Figurativa o abstracta? Las primeras obras de Felicia Sewicki fueron figurativas: paisajes, naturalezas muertas. Sin embargo, pese a su cuidado lenguaje y a la claridad de sus formas, algo en esa pintura parece anunciar la abstracción. En efecto, pasado un tiempo, sus imágenes comienzan a transformarse. En sus telas aparecen figuras extrañas, como de otros mundos, encuadradas en incrustaciones negras, lineales, rellenadas de un color uniforme. Su aspecto infunde tristeza, su lenguaje guarda sonidos silenciados ¿De dónde le viene esa inquietud, ese dolor?
Hija fiel de su pueblo Todo artista refleja en su obra sus propias vivencias. Recorriendo la biografía de Felicia Sewicki, encontramos que ella no sufrió la pesadilla de la Shoá. También sus padres dejaron Europa a tiempo. Sin embargo, la pertenencia al Pueblo Judío y los acontecimientos europeos marcaron su vida. Y la libertad en tierra argentina fue un bálsamo para todos ellos. Felicia Sewicki nació en Brisk (Polonia). Al poco tiempo su padre, Idl (Julio) Sochniewicki, viajó solo a la Argentina, como era de estilo, para luego traer a la familia. No le fue bien y no pudo concretar sus planes. Entonces la mamá, Neje (Natasha, aquí, en Buenos Aires, Natalia), fue a reunirse con su esposo. En Brisk había ejercido como maestra y al llegar a Buenos Aires se insertó en el plantel docente de la Escuela "I. L. Péretz", del centro. El hermano mayor de Felicia, Samuel, llegó a ser, con el correr de los años, actor del Teatro "Ift" de Buenos Aires y del Teatro Popular Judío que tuvo su sede en la "AMIA" hasta antes del atentado. Con su nombre artístico, Samuel Dan, fue también empresario teatral. Ambos niños quedaron protegidos en un hogar comunitario judío, bajo la supervisión de tres abuelos suyos residentes en Brisk. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, los padres lograron traerlos a Buenos Aires. Despedidos por sus abuelos, salieron con un contingente que viajaba a Varsovia. De allí partieron a la ciudad portuaria de Dantzig, donde embarcaron para la Argentina. En Dantzig vivieron el clima del nazismo: un temor silencioso que aún hoy resuena en la memoria de la artista y de su hermano. Guardias nazis subieron a revisar el barco; su juego favorito consistía en apostar a quien era judío para amenazarlo de muerte. Finalmente, los niños pudieron viajar, y en Buenos Aires fueron recibidos por sus padres. Empezó entonces una etapa felíz. En las escuelas públicas, laicas y gratuitas, canalizaron su afán de aprender. Felicia cursó estudios universitarios y se recibió de contadora pública. Aficionada a la poesía y a la música, le era difícil concebir el universo de crueldad infinita representado por el "planeta Auschwitz". Pero su hogar guardaba recuerdos de la niñez, y la tragedia europea era un tema cotidiano.
En pos de la abstracción Aún hoy, Felicia mantiene un interés permanente en todo lo relacionado con la investigación de la Shoá. Al mismo tiempo, su personalidad no le permite detenerse y le propone nuevas vías de expresión. Por eso, cuando sintió que su fe en el ser humano tambaleaba y que necesitaba liberarse de sus fantasmas, entendió que los recursos plásticos meramente figurativos no le serían suficientes. Era la total degradación del género humano lo que provocaba su cólera, y debía volcarla en sus telas. Se vio atraída hacia un lenguaje cada vez más despojado, hacia formas que representaran el rostro inquietante de la bestia. A las telas de Felicia Sewicki se incorpora un elemento fantasmal, cercano a la abstracción.
Retorno a la vida Pasado un tiempo, el ánimo de la artista se recompone. Cambia la átmosfera de sus cuadros: las formas de las figuras fantásticas pierden rigidez, la vida recobra impulso, vibran las tonalidades y los colores se aclaran. Por último, las formas fantasmales se diluyen y son reemplazadas por la magia del color. En el nuevo escenario pictórico parece resonar el llamado de un grande, Rabi NAjman de Brátzlever, cuando instaba a sus hermanos a "no desesperar", puesto que vendrían tiempos mejores; la vida es sagrada y merece que se luche por ella. Felicia asume el desafío a su manera: creando un nuevo estilo, atravesando el umbral en pos de una pintura abstracta, secreta. El suyo es un lenguaje despojado de contornos, un armonioso juego de colores, semejante a "una canción que borra las palabras y conserva la melodía", tal como define la abstracción el experto israelí en arte Itzjak Luden. El predominio del color es lo que caracteriza esta etapa de abstracción pura en el arte de Felicia Sewicki; un derroche de colorido que, en el conflicto de fuerzas, inclina la balanza a favor de una vida más justa y más felíz. Surgen nuevos contornos, formas, grafismos, en los paisajes de esa humanidad renovada. Pero no podemos hablar de una evolución espontánea, ya que todo es producto de un trabajo riguroso; los planos coloreados se entretejen sabiamente para generar nuevos espacios; donde predomina la ira, estalla el rojo; la ternura pide tonalidades más leves. Y todo parece confluir como en una grandiosa sinfonía.
Exposiciones Numerosas obras de Felicia Sewicki han sido conocidas a través de los años, en exposiciones individuales y colectivas. De las primeras, para mencionar sólo unas pocas, la de 1971 en la Galería Van Riel, de Buenos Aires; 1973, en la Galería Witcomb, de nuestra ciudad; 1978, 1979 y 1982, en la cité Internationale del Arts, de París; 1990, 1993 y 1996, en COFACE, La Défense; etc.- Muchas telas de la artista forman parte de colecciones públicas y privadas. En el año 1998, aceptó la invitación de los respectivos directores del Centro Cultural Borges y del Centro Cultural Recoleta, a exponer sus pinturas en nuestra ciudad Buenos Aires. EL primero ponía a su disposición una sala destinada a una muestra retrospectiva (selección de cuadros realizados entre 1965 y 1988). El segundo le ofrecía otro importante espacio para sus creaciones más recientes, (de entre los años 1988 y 1997). La idea era presentar dos muestras simultáneas, que fueran autónomas y a la vez pusieran de manifiesto la continuidad de su labor artística.
Apreciaciones críticas Una carta de presentación de la artista, expresa entre otros conceptos: "Felicia Sewicki está impregnada de una identidad cultural mixta que hace la riqueza de su trabajo. Su obra es el resultado de influencias diversas y de una mezcla de culturas en la Argentina y luego en Francia. Afirmándose en su individualidad, fuera de toda clasificación y en reacción a todas las corrientes, Felicia Sewicki crea una obra original, fuerte y única". Por su parte, Jean de Bengy, Inspector General de la Creación Artística en el Ministerio de Cultura y Comunicación de Francia, opina (en Febrero del 2002).o © LA VOZ y la opinión
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