De acuerdo a un estudio publicado esta semana por la empresa Dun & Bradstreet en torno a estabilidad económica en el sector empresarial israelí, 40.000 empresas y negocios se encontraban en peligro de cerrar en el último año. Traducido a fuentes de trabajo, el cierre de esas empresas equivale al despido de 240.000 asalariados. Estos números no son más que un indicativo y no significan que esas empresas habrán de cerrar efectivamente. Señalan, sin embargo, que el mercado es pesimista con respecto al futuro inmediato, y que los empresarios no ampliarán sus negocios y no emprenderán nuevas iniciativas. En algunos casos, efectivamente cerrarán sus negocios. Según el estudio, desde comienzos de año ha aumentado en un 11% el número de empresas en peligro de cerrar, como consecuencia de la sostenida recesión. Por otro lado, durante el próximo año se espera la apertura de 18.000 nuevas compañías y otros 10.000 nuevos negocios de individuales. Si a ello se agrega que sólo un pequeño porcentaje de las empresas en peligro cerrarán de verdad sus puertas, se obtiene de todas maneras un aumento en la desocupación, pero no de los niveles antes mencionados. Analizados por rubros, los negocios en mayor peligro son los vinculados a alimentos, con un 41,1% de ellos en alto riesgo, un 32,4% en nivel de riesgo promedio y 26,5% bajo. El segundo de la lista, muy por debajo, es el de los contratistas de construcción con un 25,5% en alto riesgo, y el tercero es el de producción de alimentos con 22,9 por ciento. Se estima que desde septiembre de 2000 hasta ahora han cerrado en Israel alrededor de 1.000 restaurantes, producto del abrupto descenso del turismo y de situación económica y el estado de ánimo de los propios israelíes. El rubro de la construcción, en cambio, sobrelleva sobre sí una crisis de demanda que dura ya siete años consecutivos. Se trata de un rubro de los denominados "locomotoras", por su capacidad de arrastrar tras de sí a toda la actividad económica. La crisis gana los titulares de los medios de prensa sólo cuando anuncia el cierre de alguna de las grandes empresas de construcción, que no es lo que sucede a menudo. Pero hay centenares de empresas más pequeñas, ahogadas por créditos caros debido a las altas tasas de interés, que han dejado de ser activas. Se estima que sin estridencias, el rubro de la construcción ha dejado ya más de 30.000 cesantías reales tras de sí a lo largo de estos años. Se trata de intermediarios, arquitectos y toda la amplia periferia que se nutre de este rubro. De acuerdo al presidente de la Asociación de Evaluadores Inmobiliarios, Adi Tzvikel, la etapa más grave de la crisis está ya superada. Según él, si bien es cierto que durante el próximo año se reducirán los comienzos de edificación para comercio e industria, aumentarán los de viviendas. Tzvikel habla de un incremento de aproximadamente el 12%, hasta 38.000 viviendas nuevas. Ello porque de todas maneras se debe responder a la demanda que comienza a aflorar después de todos estos años. Si ello es así, también en el rubro de la construcción los despidos serán menores que los pronosticados. Y si además el Gobierno deriva una parte importante del Presupuesto Nacional a inversiones en infraestructuras, el año que viene será duro, como el que finaliza, pero no catastrófico. Servicio de Prensa.
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