En el día de la fecha me choqué con la triste noticia nuevas pintadas antisemitas, automáticamente en mi pensamiento apareció la frase "ellos envenenaron las fuentes". Esta mención de triste cuño, se remonta a la edad media cuando la peste negra se abatió sobre la Europa central. La mortandad era enorme y ante las dudas sobre sus posibles orígenes se tejieron innumerables teorías, la que resultó más aceptada fue la que suponía que la peste provenía de aguas contaminadas. Ante la desesperación y la impotencia, no faltó quien dijera “Ellos envenenaron las fuentes”, en alusión directa a los judíos que convivían entre la masa cristiana. En forma inmediata comenzaron las matanzas, nadie objetó que también los judíos morían por efectos de la enfermedad, o sea que sufrían de igual modo la peste, creían que volcando la culpa en una minoría, anularían las causas del mal. Hoy sabemos que la causa de la peste no tuvo nada que ver con las aguas envenenadas y menos con las juderías de la época, pero en aquellas circunstancias se aniquiló a la población judía de Europa. Se dio el caso de asesinar a los judíos aún en aquellos sitios en que aún no había llegado la peste por si acaso llegara al lugar. Hoy sentí nuevamente esa sensación. Vivimos momentos difíciles para todos, pero creer que los judíos son los causantes, es un recurso cómodo y a mano. Estemos atentos, en cualquier momento pueden volver a acusarnos de "envenenar las fuentes", bajo otro discurso o con otra estrategia más acorde a los tiempos que vivimos. Me preocupa el así llamado "antisemitismo social", por diferenciarlo del de otro cuño como fuera el proverbialmente inculcado en determinados centros clericales, militares o reductos denominados "nacionalistas". Por ejemplo. En esta sociedad argentina de hoy, tan golpeada y sufrida, es común oír consignas antijudías en grupos de individuos que se reúnen para protestar por justas reivindicaciones de naturaleza económica, social o moral. ¿Qué es lo que hace que, por tomar un caso, los piqueteros reunidos en una marcha coreen consignas antisemitas y antisionistas cual si ese fuera el origen de sus males? ¿Qué es lo que lleva a las tribunas populares en un partido de fútbol a arrojar jabones al campo de juego en clara alusión al destino que aguarda a los de la hinchada contraria que puedan profesar fe judaica? ¿Qué es lo que atrae a vastos sectores populares del discurso de un personaje trágico como Seineldin, quien se declara total y abiertamente anti judío? ¿Qué lleva a ciudadanos argentinos a atribuir el origen de nuestras penas a Menem y sus amigos judíos, para enumerar a posteriori a Corach, Kohan, Sofovich, Viale, etc., etc., cuando no la atribuyen a De la Rúa y su "sinagoga radical"? Creo que el antijudaísmo está instalándose cada vez más en la sociedad argentina de hoy. Su penetración puede ser lenta pero es constante, inclusive en círculos denominados "cultos" Hace poco tiempo en un ámbito universitario en que un catedrático de" ideas esclarecedoras "trató el conflicto de medio oriente, los asistentes salieron a la calle vociferando consignas tales como "muerte a los sionistas", "judíos al jabón" etc., etc. La causa de Israel y los palestinos no es más que una excusa para alentar el antijudaísmo, matizado por tristes figuras como el presunto embajador palestino que bajo un discurso aparentemente "patriótico", no pierde oportunidad de volcar su odio anti judaico en cuanto medio gráfico, radial o televisivo tenga a mano. La idea de que nuestros pesares tienen origen en grupos foráneos en connivencia con traidores autóctonos es atractiva para aquellos que prefieren mirar hacia fuera a la hora de hallar las culpas, es ahí donde calza perfectamente la figura tradicionalmente estereotipada del judío como "el envenenador de las fuentes". El antisemitismo trasciende a los judíos mismos, como lo demuestra el hecho de que exista aún donde no haya población judía, o esta sea de mínima magnitud, es un concepto social que se arraiga allí donde las democracias son débiles para contrarrestar a quienes lo tienen por bandera, en aras de presuntos logros de justicia social. La sociedad argentina de hoy, es proclive a la búsqueda de "salvadores", muchos de estos enarbolan banderas nacionalistas y saben que un elemento aglutinante de las masas bien puede ser el antisemitismo, no dudarán en utilizarlo si sirve a sus propósitos. Una sociedad que nunca elaboró la relación histórica del país con el nazismo, que no llegó a interpretar los años de la última dictadura con sus artífices y consignas, que confunde la lucha de los desposeídos vernáculos con las del pueblo palestino, sin distinguir las diferencias, está en un camino que puede llevarla fácilmente al antijudaísmo como bandera de un totalitarismo latente que, de por sí, anida en la mente y el corazón de muchos argentinos. Es preocupante dentro de toda la falla estructural que posee la educación de hoy, que no haya una actitud comprometida con la enseñanza de los fenómenos sociales que llevan a las dictaduras, a los regímenes totalitarios y fascistas, como ya ha ocurrido en otras latitudes y también en nuestro territorio. Que se salga a defender las figuras de individuos como Hugo Wast, por ejemplo, es una clara actitud de incitación anti democrática, la proliferación de revistas como "Cabildo", "Nuevo orden" y muchas otras sin control alguno por parte de quienes deben hacerlo, es otra muestra de la existencia de dictadores potenciales, dispuestos a arrasar con esta democracia débil y perfectible, pero democracia al fin. .Por último deseo llamar la atención a la comunidad judía y más que a ella a sus dirigentes, que actúan (así me parece) como si todo lo anterior no existiera. Quiero ver foros de esclarecimiento, seminarios, conferencias, cátedras donde se eduque y aperciba a la población sobre los peligros latentes, que no son inherentes sólo a los judíos sino a la sociedad en su conjunto. La única forma de evitar que el huevo de la serpiente no incube es educando a la población, enseñándole cual es el origen de sus males y tratando de erradicarlo, pero entre todos, cada cual en su medida y de acuerdo a sus capacidades. Lamentablemente el concepto de xenofobia está ya muy arraigado en nuestra sociedad, echar la culpa a los "bolitas", "chilotes", "rusos", yanquis", etc. es moneda corriente entre nuestros jóvenes y costará mucho erradicarlo. El futuro dirá si como creo, se volverá a acusarnos de "envenenar las fuentes", o si la sociedad argentina consigue extirpar de su seno las simientes totalitarias y se encauza en un camino de autoconocimiento y de actitudes democráticas.
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