El empleado le consultó al juez "Paty" Ballestero, quien lo autorizó. La medida generó resquemor entre algunos empleados que llegaron a argumentar que se trataba de una "provocación".
Si se armaron marchas y quejas por el retiro de la imagen de la Virgen en el Palacio de Tribunales, se entiende la importancia del siguiente episodio. Federico Morgensten trabaja hace más de cuatro años en el Juzgado Criminal y Correccional Federal N° 2, a cargo de Jorge Luis Ballestero (foto). Morgensten está acostumbrado a convivir con crucifijos en los despachos del juzgado, pero cuando pusieron en un despacho un crucifijo de un tamaño mucho más grande que lo habitual, se le ocurrió hacer el pedido. Le consultó al rabino Shlomo Kiesel, de Jabad Lubavitch, qué pensaba acerca de poner una mezuzá en el despacho donde tiene su escritorio. La mezuzá es un símbolo judío que se ubica sobre el marco de la puerta y contiene en una hoja hecha de cuero labrado partes del Talmud para que al entrar y al salir, el judío tenga presente los recordatorios que pretende Dios de él. Y los preceptos a los cuales su conducta debe ajustarse. "Pidamos permiso al juez; los judíos siempre fuimos una minoría débil y perseguida y que si sobrevivimos fue gracias a nuestra inteligencia y astucia. Los judíos no tenemos que soportar afrentas, pero no hay que buscar el enfrentamiento", le dijo. El empleado le consultó al juez "Paty" Ballestero, quien lo autorizó, a pesar del resquemor que la medida generó entre algunos empleados que llegaron a argumentar que se trataba de una "provocación". Con el permiso de Ballestero, el rabino sugirió ir hasta el cuarto piso de Comodoro Py 2002 para a bendecir la mezuzá. A las tres de la tarde del 22 de julio llegó el rabino Kiesel con sus dos metros de altura y su barba jasídica y se inició un encuentro que duró más de dos horas que incluyó fotos, y un intenso debate. Fuente: Revista Veintitrés.
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