Tal vez es la memoria de lo que viviera hace años, cuando comenzaba el mes de Tishre, lo que me lleva a estas reflexiones.
El ambiente era de absoluta contrición, todos los judíos del lugar entraban en un especie de "estado de santidad", que se manifestaba en sus conductas diarias, más allá que el ladrón siguiera robando o el estafador estafando (no lo se).
Quizás el hecho de ser más ignorantes respecto al mundo que los rodeaba, o tener menos formación de tipo académico, los llevara a ser más creyentes, así como los llevaba a ser más supersticiosos. (No lo se).
Lo cierto es que se vivía una atmósfera distinta y cada uno tenía actitudes introspectivas, o tal vez esa era mi impresión y muchos de ellos eran grandes simuladores, (no lo se).
Las mujeres, abocadas a los eventos culinarios, se reunían para comentar o ayudarse respecto a los mismos, pero sus lenguas, habitualmente afiladas para despellejar al prójimo ,en estas ocasiones se contenían, tal vez, pensando en la proximidad del balance y juicio divino, (no lo se).
Cobraba nuevos bríos en la población el sentimiento sionista, se hablaba de Israel con devoción y amor, recordábamos en las calles la epopeya de los pioneros, cada uno manifestaba cuan importante era para sí la causa de la medináh.
Los enviados del Keren Kayemet daban charlas, asistían a cenas y reuniones, toda la grey estaba consustanciada con el estado naciente, juntaban frazadas, ropas y, obviamente la pushke se llenaba de monedas en todos los hogares.
Creo absolutamente sincera la identificación con Israel y los sentimientos llegaban a lo más profundo del corazón judío, era el país joven que requería de nosotros y nosotros de él.
Con el tiempo, las cosas fueron cambiando en una dirección que, ahora con la perspectiva de los años, creo que fue la más peligrosa que se podía dar para nuestro pueblo (no lo sé).
A lo largo de la historia del pueblo hebreo, estuvimos muchas veces al borde de la extinción, pero siempre surgió algo o alguien que nos permitió sobrevivir, aunque muchas veces con un altísimo costo.
La ley oral se transformó en escrita, eso perpetuó el judaísmo. Ante el exilio, los sacrificios trocados en plegarias, nos permitieron la continuidad.
Con la aparición del cristianismo y la falta de patria, la Mishnáh y luego el Talmud, nos permitieron sobrevivir con nuestras creencias a cuestas, duros años de exilio sin hogar.
Mas tarde, cuando el mundo talmúdico parecía estancado y se alejaban de él gran parte de los hebreos, surge en la España sefaradí la recreación de los textos bajo las luces de las disciplinas helenas.
Ese resurgimiento fue fundamental porque profundizó el estudio de las fuentes y atrajo nuevamente el interés de las distintas capas sociales, pese a los estadios de persecuciones, conversiones al Islam y pérdida de grandes conglomerados judaicos por la asimilación posterior a las mismas
Salvamos muchas otras situaciones de crisis, hasta la más terrible que fue la Shoáh, de la cual, con inmensas pérdidas salimos con el ideal sionista como única tabla salvadora y así fue.
No hay números exactos, pero la proporción de asimilados, convertidos, asesinados y diluidos en el entorno no judío, es monstruosa.
Sin embargo, la llama de la continuidad tenía aún oxígeno para alimentarse en la mente y el corazón de los que sobrevivieron.
El mundo que describí al principio, corresponde a ese período.
De ahí en más, me tocó vivir en los últimos cuarenta años un deterioro notable de la situación que afecta, si bien no a todos, si a la inmensa mayoría del pueblo judío en la diáspora.
Nos fuimos alejando de nuestras fuentes, ser judío pasó a ser un diferencial social no trascendente, la educación judía fue más laica, el ideal sionista, más tangencial a nuestra vida cotidiana.
Concurrir a un templo o a una reunión festiva de la grey, pasó de ser un compromiso social o familiar con connotaciones puramente gastronómicas o musicales, a ser una carga no voluntaria, con poco entusiasmo de ser vivenciada, ni que hablar de que pudiera competir con un fin de semana largo o cualquier otro evento social más atractivo.
El compromiso con Israel, con la baja de los movimientos jalutzianos, pasó a ser un elemento agregado, ¿acaso Israel nos necesita?, ¡es un país más fuerte que el nuestro, ellos deberían ayudarnos a nosotros!, se oye con frecuencia, al menos en los corrillos judíos de esta parte del mundo.
Por tanto, ¿qué es eso de mandar ayuda?, "suficiente con que nosotros o nuestros hijos, cada tanto nos hacemos un viajecito y aportamos divisas como turistas a ese país tan cercano a nuestros afectos."
La educación judía sufrió otro duro golpe al dejar de enviarles los padres a sus hijos, ya sea por los costos de la misma, o querer ser sectarios, dando a los hijos una identificación étnica que en nada los ayudaría en el futuro.
Los educadores también fueron cambiando, adaptándose a los nuevos tiempos y no supieron o no pudieron, dar el idishkait que anteriormente brindaran los colegios judíos a sus alumnos.
Me importa poco que algún educador se ofenda por lo que digo, siempre hay excepciones, pero el nivel judaico de los docentes, a mi modo de ver, es malo.
Los judíos vivieron (viven) un tiempo en una dicotomía, niños que concurrían o no a escuelas hebreas, empujados a realizar un bar/bat Mitzváh como acontecer social, pero a la vuelta al hogar, una vida para nada comprometida con el judaísmo.
Todo esto lleva a una dilución en el medio gentil, no hay porque diferenciarse, o a nada lleva ser diferentes, por tanto, seamos como los demás, según la lógica de quien vive esas alternativas.
Esto trajo aparejado gran cantidad de matrimonios mixtos, cuyos hijos no tenían arraigo alguno, como para intentar una continuidad judaica que no les interesaba en absoluto.
De hecho, la asimilación a otros grupos, llámense judíos mesiánicos, nuevas sectas cristianas, etc. fue y es considerable en los últimos tiempos.
El grave error de los dirigentes judíos en general, fue pensar que todo estaba bien, que hay menos judíos, pero que el judaísmo sigue vigente, ¡craso error! No hay judíos sin judaísmo ni judaísmo sin judíos.
Voy a esbozar una pesadilla
Los miembros de la grey comienzan la gran no diferenciación en la diáspora, no se viven las fiestas judías, se desconoce la historia de nuestro pueblo, se deja de recordar la Shoáh, porque es angustiosa y triste.
Se abandona la idea de un sionismo activo, Israel puede arreglárselas sola, cesa la ayuda al país porque aparte se está en desacuerdo con sus políticas "expansionistas".
Israel, sin ayuda externa de sus hermanos, se debilita, es presa del mundo árabe que la rodea y desaparece (D" no lo permita nunca).
Los judíos remanentes están ampliamente diluidos en el medio gentil que los rodea, abandonaron ya el estudio de sus orígenes, sus escuelas y todo aquello que los diferenciara.
Muere el ideal sionista, ya no hay patria a la cual volver.
Cesa totalmente el anti judaísmo porque no hay grupos judíos, sociedades judía, clubes o escuelas judías.
No hay judíos, no hay judaísmo, fin de la historia
Esta aciaga visión que espero nunca sea real, es una triste posibilidad si seguimos en este derrotero durante unas generaciones más.
Estoy inmerso en la atmósfera que para mi representa el mes de Tishre, se que ya no es igual para mis hijos y seguramente no lo será para mis nietos.
Deseo fervorosamente que surjan de nuestra gente, nuevas ideas salvadoras que nos permitan una continuidad, hoy amenazada.
Como creyente que soy, ruego a nuestro D", aquel que se revelara en la vieja montaña, que nos permita ver el camino que nos deje seguir siendo testigos de su magnificencia.
Pero recordemos hermanos, ¡no hay judaísmo sin judíos y no hay judíos sin judaísmo!
Que las próximas festividades sirvan para un verdadero retorno, a una recreación en nuestras fuentes, tan pletóricas de sentimiento y conocimientos.
Que podamos por siempre mirar hacia Jerusalem, sabiendo que allí están nuestros hermanos y que sus corazones y los nuestros vibran al unísono.
Que nuestros hijos y nietos, levanten sus cabezas orgullosos y expresen su judeidad ante el mundo, con plena convicción en su actitud.
Que logremos ser judíos sin avergonzarnos, ni bajando la testa ante nadie, sólo ante nuestro creador, como nos enseñaron nuestros padres.
|
|
|
|
|
|
|
|
