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EL VOCABULARIO DE LA MENTIRA
Por Víctor Davis HANSON
Las palabras adquieren un nuevo significado cuando Israel lucha por sobrevivir.
Un «alto el fuego» ocurriría si Hizbulá entregase los soldados secuestrados y dejase de lanzar misiles; nunca seguiría a un cese unilateral del bombardeo israelí. En realidad, solamente escucharemos llamamientos internacionales a uno cuando los misiles de Hizbulá estén casi agotados.
Los «civiles» de Líbano tienen municiones en sus trasteros y desean deliberadamente provocar el fuego; en Israel están en búnkeres para evitarlo. Israel utiliza armas de precisión para evitar alcanzarlos; Hizbulá envía misiles aleatorios a Israel para asegurarse de que son alcanzados.
«Daños colaterales». Se refiere principalmente a las bajas entre los escudos humanos de Hizbulá; nunca puede utilizarse para describir muertes civiles dentro de Israel, porque todo lo que hay es objetivo legítimo.
«Ciclo de violencia» se utiliza para denigrar a aquéllos que son atacados, pero que se supone que no deben ganar.
«Deliberado» refleja la precisión de las bombas israelíes que alcanzan sus objetivos; nunca se refiere a los misiles de Hizbulá, que se dirigen a destruir todo lo que pueden.
«Deplora» es evocado normalmente contra Israel por parte de los mismos que han masacrado no combatientes o permitido que murieran -como los rusos en Grozni, los sirios en Hama, o la ONU en Ruanda y Darfur.
«Desproporcionado» significa que los agresores de Hizbulá, cuyos misiles primitivos no pueden matar a muchos civiles israelíes, están perdiendo, mientras que la sofisticada respuesta de los israelíes es mortal contra los propios combatientes. Ver «excesivo».
En el momento en que escuche el adjetivo «excesivo», Hizbulá está perdiendo. En el momento en que no lo escuche, no.
Los «testigos» normalmente no lo son, y su testimonio se cita solamente contra Israel.
«Grave preocupación» es utilizado por los europeos y los árabes que reconocen en privado que no hay futuro para Líbano a menos que Hizbulá sea destruido -y debería hacerse preferiblemente por «los sionistas» a los que se puede culpar fácilmente por hacerlo-.
«Inocente» se refiere a menudo a los libaneses que ayudan al lanzamiento de misiles o que viven cerca de aquéllos que lo hacen. Raramente se refiere a los israelíes bajo ataque.
Los «militantes» de Hizbulá no llevan uniformes, y sus objetivos no son los israelíes que los llevan.
«Multinacional», como en «fuerza multinacional», normalmente significa «mercenarios del Tercer Mundo que simpatizan con Hizbulá». Ver «pacificadores».
Los «pacificadores» no mantienen ninguna paz, sino que siempre se alinean con el menos occidental de los beligerantes.
«Impactado» es utilizado por diplomáticos, que realmente no lo están; y, en segundo lugar, sólo se evoca contra la respuesta de Israel, nunca contra el ataque de Hizbulá.
«Acción de Naciones Unidas» se refiere a una acción que Rusia o China no veten. Los operativos de la organización normalmente ven las armas de los terroristas delante de sus narices. Casi siempre son culpables de lo que acusan a otros de hacer.

¿Qué explica esta distorsión del lenguaje? Un montón. En primer lugar, está la necesidad de petróleo de Oriente Medio. Sin ella, la guerra recibirá tan poca atención como el baño de sangre de África Central.
Después está el temor al terrorismo islámico. Si Oriente Medio fuera budista, al mundo Líbano le importaría tan poco como le preocupa el Tíbet ocupado. Y no olvidemos el viejo antisemitismo. Si Rusia o Francia fueran bombardeadas por los vecinos, Putin y Chirac amenazarían con una respuesta nuclear.
Israel es el símbolo del Occidente odiado. Si fuera una ramificación de China, nadie se atrevería a decir una palabra. La población y el tamaño explican mucho: cuando India amenazó a Pakistán con proyectiles nucleares por su apoyo al terrorismo hace unos cuantos años, nadie balbuceó ninguna crítica seria.
Pero por encima de todo, el mundo deplora al Estado judío porque es fuerte, y puede responder en lugar de sufrir. En la práctica, los espectadores globales preferirían uno de dos escenarios para que los judíos soportando dificultades con paciencia aprendieran su lección. El primero es la absoluta simetría y la equivalencia moral: cuando Israel es atacado, que mate a tantos como pierde. Por cada misil que llegue, en respuesta suelta una bomba, como si los agresores de la historia de la guerra hubieran detenido alguna vez sus ataques según una lógica tan demente.
El otro desiderátum es la destrucción del propio Israel. Irán prometió borrar a Israel del mapa, y a continuación entregó miles de misiles a Hizbulá para cumplir esa promesa. En respuesta, el mundo se durmió de aburrimiento. Si mañana misiles más poderosos golpeasen Tel Aviv armados con agentes biológicos o químicos sirios, o proyectiles nucleares iraníes, la «comunidad internacional» llamaría a la «contención», y seguiría llamando hasta que Israel desapareciera del todo. Y el día después de su desaparición, europeos y árabes suspirarían de alivio, murmurarían unas cuantas chorradas huecas, y después sonreirían. «La vida sigue».

Agosto - Septiembre 2006 / Elul - Av 5766
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