Hay aspectos en los que Israel sigue teniendo un amplio margen de mejora: la corrupción es menor que en los países de su entorno, pero se mantiene en niveles preocupantes; el gasto público y los impuestos siguen siendo demasiado altos; el mercado laboral arrastra aún parte de la rigidez de antaño… Por supuesto, el contexto geopolítico que enfrenta Israel también supone un obstáculo para un mayor nivel de prosperidad y desarrollo. Pese a todo, echando la vista atrás y analizando el desempeño del país en las tres últimas décadas, resulta evidente que Israel ha dado un salto significativo en materia de bienestar a través de reformas económicas basadas en promover un mayor laissez faire y una menor intervención del Estado. Fuente: Intereconomía
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