Hacoaj está enfermo, y hay que curarlo rápido, porque los síntomas de su enfermedad se están agravando y puede contagiar a alguna otra de las instituciones de nuestra comunidad. Hacoaj, fue siempre un Club ejemplar, con ideas claras, identidad, objetivos, moral, y una línea de conducta, que enmarcaban un crecimiento sostenido, basado en dirigentes honestos y comprometidos, y funcionarios de jerarquía con el mismo amor por la institución, en el marco de una ética incorruptible. Hoy está afectado de virus que lo han postrado, y se está debilitando cada día más. Podemos describir esos virus y tratar de hacer un diagnóstico.
El virus de la pérdida de identidad
La identidad de Hacoaj, debiera ser clara, es una Institución Socio deportiva surgida del seno de la comunidad Judía Argentina. ES UNA ENTIDAD JUDIA, no confesional, pero identificada con el contenido judío de sus actividades, y el respeto a nuestras tradiciones y valores. Hoy, algunos de sus dirigentes no lo tienen claro, y los socios judíos se sienten ofendidos, porque no se respetan las fechas y momentos sagrados del pueblo judío; tal lo ocurrido en Tisha ve Av, (14 de Agosto) día de tristeza y pena, en el que Hacoaj organizó festejos ofensivos para nuestro ser.
El virus de la falta de transparencia
La gestión dirigencial en Hacoaj no es transparente, tal cual como lo señalan algunos de sus más representativos socios. “los directivos esconden a los socios su actuación y resuelven sin informar, manejan licitaciones de obra en 15 días, dirigidas hacia miembros directivos en ejercicio (Caso Village II, y caso venta de 8 Hectáreas)”, dicen, “Cambian reglamentos sin discutirlos con los socios, que se enteran después de los hechos (Caso Reglamento de Club de Campo), FUSIONAN y luego SEPARAN a HACOAJ de HEBRAICA, nada menos que una fusión Super- trascendente, sin informar a nadie, ni a la propia Asamblea del Club, de lo que estaban haciendo, y comprometen patrimonio de la institución sin autorización”señalan.
El virus de la discriminación
Hacoaj nació en 1935, como reacción a la discriminación y a las bolillas negras en los clubes de remo de Tigre. Hoy los presidentes Filarent y Ofman, parecen segregar a quienes piensan diferente, y hasta prohíben el acceso a las comisiones internas de gente cuyo compromiso con Hacoaj está fuera de toda duda. Hasta se permiten discriminar a ex presidentes de las reuniones de ex presidentes a las que citan. (Caso Mario Goijman)
El virus de la mentira
Hoy en Hacoaj se descree de todo. La fusión Hacoaj-Hebraica pareciera haber sido una farsa para quedarse con préstamos del Joint, bajo la excusa de una fusión en la que jamás creyeron. ¿Se mintió al vender una fracción de 8 Hectáreas para recibir un dinero que la conducción necesitaba, a sabiendas de que ese terreno no se podía vender, poniendo así en grave riesgo el futuro societario?
El virus del continuismo
La gestión de gobierno se reparte entre un grupo, que rota en los cargos entre ellos mismos, y se cubren unos a otros en los errores y desaciertos; Desde 1994, y hasta 2006, Juan Ofman y Alejandro Filarent se alternaron en la conducción, con la eterna compañía de Marcos Weisfeld, Edgardo Waisbein, Jorge Smicun, Ñoño Klurfan, Mauricio Blacher…, cambiando entre ellos de lugar para que nada cambie.
El virus de la soberbia
La actual gestión se siente omnipotente y actúa con prepotencia, no escucha la voz de nadie; sigue adelante con lo suyo, y responde con altanería a las críticas y quejas. Desconoció a sus propios estatutos, al desoír la petición de 641 firmantes para que se llame a Asamblea de Reforma de Estatutos, con el argumento pueril, de que la firma del 13% de los asociados era “oportunismo”, al reclamar que las elecciones fueran en todas las Sedes de Hacoaj, y que las minorías tengan su lugar. Y adujo además, que una Asamblea “cuesta dinero”, que el Club no debe gastar. Argumento totalitario y hasta absurdo.
El virus de la acción temeraria e ilegal
Hacoaj necesitaba dinero, y vendió unas tierras por USD 938.000, para juntar el dinero necesario para pagar juicios. Esas tierras no se podían vender, y los directivos de Hacoaj lo sabían; y si no supieran, debieron haber verificado la factibilidad de vender. Sin licitación, el 29 de Diciembre se llevó a una asamblea y al día siguiente se cobró el dinero. Y hete aquí que no se podía vender, y el ahora ex directivo que compró y sus socios demandan la devolución con multa del 30%, más gastos y daños, de lo abonado.
El virus de la impunidad
Los dirigentes deben ser responsables de sus conductas. Y cuando por impericia, negligencia u cualquier otro motivo, dañan y ponen en riesgo a la institución, deben hacerse responsables. No es posible que el actual consejo directivo, “cubra” las desprolijidades de la gestión Ofman; porque esa impunidad sólo genera más desgobierno. La gestión Ofman, manejó la fusión con Hebraica, sin autorización de la Asamblea, como señalaron varios socios, gastó dinero, despidió funcionarios idóneos y les mintió a todos. Y mientras la Sociedad Hebraica suspendió a su ex presidente José Scaliter, por la acción con Hacoaj, (como publicáramos en LA VOZ y la opinión) en Hacoaj se tapó a Juan Ofman por la misma acción. Se denunció al Sr. Ofman, por haber firmando un contrato con la empresa KOTEL, del ex directivo Daniel Dana, en abierta violación de lo resuelto por la Asamblea, para comercializar el Village II, con 2.500 mts y un piso más que lo autorizado. El Sr. Ofman, vendió al mismo Sr. Dana, 8 Hectareas de tierra de Hacoaj, a sabiendas de que no se podían vender, y en una asamblea del 29 de Diciembre de 2003, mal informó deliberadamente a los socios; y ahora el comprador demanda el pago de aproximadamente USD 1.500.000. Y pese a las públicas denuncias, el actual Consejo Directivo se hace solidario con el anterior.
El virus de la falta de seguridad
El 20 de Diciembre de 2004, hubo un trágico accidente en la isla de Hacoaj, que costó la vida de un menor. (Ver el maltrato a que es sometida la madre del niño fallecido en esta edición). No sabremos jamás si el accidente pudo haberse evitado, pero si sabemos que ni el guardavida ni el servicio médico de urgencias estaban allí. Y eso es negligencia y economía inconciente, hecha en desprecio de la seguridad y las vidas de los socios. Con soberbia no se puede conducir el destino de nuestras instituciones, o mejor dicho, no se tendría que poder. El poder tendría que ser de los socios. D.S:
|
|
|
|
|
|