Me causó profundo dolor la noticia de la muerte de Simón Wiesenthal, siento que la justicia pierde a quien fuera para mi, el paradigma de la misma. Basta con haber leído su obra “Asesinos entre nosotros”, “Justicia, no venganza”, para conocer el espíritu que animaba a este incansable luchador. Nacido en Buczacz, una pequeña ciudad al este de la monarquía austro húngara, en que la mayoría de los habitantes eran judíos, por eso para el ser judío era natural, nunca se avergonzaría de sus orígenes como hiciera Bruno Kreisky. Se crió con un sentido de justicia muy atado a lo jasídico, convencido que en toda vida existe un equilibrio entre culpa y expiación, a eso dedicó su vida. Cuando la pequeña ciudad natal se vio invadida por la turba ucraniana, luego por polacos y rusos (no hay diferencias entre ellos en cuanto a brutalidad para con los judíos)., el joven Wiesenthal de doce años contempló a un ucraniano borracho descargar el sable contra su muslo, quedándole una lesión de por vida y haciendo que la familia emigrara hacia “la civilizada Viena”. La guerra lo privó de todo, no haré un recuento de su biografía, otros lo harán, sólo quiero rescatar su sentido de justicia único, persiguió por igual a nazis y a judíos colaboracionistas, ningún asesino de la segunda guerra pudo dormir tranquilo, sabiendo que alguien los estaba buscando sin prisa y sin pausa. Siento que al desaparecer Wiesenthal, se va alguien que cumplió una misión divina y aplicó los principios del judaísmo más allá de la práctica del mismo, renegó de la religión pues un rabino prestaba su libro de rezos a cambio de platos de sopa en el campo de concentración, pero el mismo reconoció que por uno no podía juzgar a todos. Afortunadamente, los centros Wiesenthal se multiplicaron en el mundo y su labor no termina, pero cuando con el tiempo se quiera referirse a las culpas y los castigos legales, la figura del cazador de nazis emergerá como corresponde, como la de un gigante, su nombre será símbolo y su recuerdo emblema. Con tristeza despedimos su cuerpo, pero con firmeza imitaremos su ejemplo, que el altísimo le de el descanso que en vida no tuvo. Todos los buscadores de justicia en serio deberíamos sentir que ha muerto un hermano. Isaías leo Kremer
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