Mientras más de cien países incluyendo árabes y las Naciones Unidas tratan de lograr un entendimiento, y los primeros ministros de Israel y Palestina se reúnen para llegar a un acuerdo de convivencia en paz para ambos pueblos, Chávez como de costumbre, decide dar la nota discordante y siempre fiel a su "dialéctica del odio", ordena celebrar en Caracas la semana palestina bajo el lema; "11 mil años de historia". Semejante patraña es difícil de tragar hasta para el más revolucionario, hace once siglos en lo que es hoy Israel y Palestina sólo vivían hombres de las cavernas y el planeta tendría que esperar miles de años para el nacimiento de la primera civilización humana.
Se monta un tinglado con el milmillonario auspicio de organismos del Estado en un flagrante acto de corrupción donde en lugar de llamar a la paz, se grita a los cuatro vientos un mensajes de incitación al odio con la participación paga de invitados de varios países que tuvieron una semana de vacaciones por todo lo alto.
Es bueno decir que la población árabe-venezolana y en particular la Palestina no cayeron en la trampa, simplemente no aceptaron ser carne de cañón y en un acto de valentía y nobleza se mantuvieron alejados, el acto de cierre en el teatro Teresa Carreño solo contó con escasos cien asistentes y el propio Willian Lara no llegó para no hacer el ridículo.
Nuevamente los ciudadanos de diferentes religiones y orígenes étnicos han dicho claramente que no quieren que se trasladen a la patria de Bolívar los conflictos de otras latitudes.
Nuestros abuelos y padres vinieron a esta tierra de gracia huyendo de la guerra y la intolerancia, y sembrando en sus hijos, nosotros, libertad y justicia. Yo soy más venezolano que Chávez porque yo sí quiero a Venezuela. ¡Será!
Sammy Eppel, Venezuela
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