Fueron varias las generaciones que rieron con él, y siguen haciéndolo. Agotó todos los adjetivos y su nombre es sinónimo de un grande del cine. Más que eso, de un auténtico genio del celuloide.
Al haberse cumplido en abril un nuevo aniversario de su nacimiento, y, en un año en el que se celebra los 120 años de Hollywood (fundada en 1887 por Horace Wilcox, y transformada luego en la Meca del Cine), qué mejor que recordar algunos aspectos artísticos y biográficos de uno de los actores más vistos en la pantalla –desde los tiempos del cine mudo–: Carlitos Chaplin.
Padecimiento
Nació como Charles Spencer Chaplin el 16 de abril de 1889, en el humilde barrio Kenningston, en Lambeth, suburbio de Londres. Sus padres, artistas del “music hall” sólo alcanzaron a criarlo pocos años. Los suficientes como para que ya a los cinco años de edad, el precoz “Charly” actuase junto a ellos en algunos escenarios. Pero aquello no duró mucho: el padre vivió prisionero del alcoholismo; y la madre, Hanna, padeció perturbaciones mentales, perdiendo el habla y siendo luego internada en un hospicio psiquiátrico. Su padre muere prematuramente, y con la internación de su madre, desde sus siete años de edad Charles —junto a su hermanastro mayor, Sydney—, deambula como pupilo de orfelinatos. Allí conoció la soledad, el desamparo, la miseria. En más de uno de estos institutos recibió golpizas y duros castigos corporales, ya que las faltas disciplinarias eran allí muy severamente castigadas.
En la “troupe”
Sydney fue el primero en integrarse a la exitosa “troupe” teatral londinense de Fred Karno, el más prestigioso empresario del “music hall” londinense de la época. Y poco después “Charly” se suma también a dicha “troupe”, convirtiéndose de inmediato en uno de los sobresalientes cómicos. Era una compañía de revista que alegraba las brumosas jornadas londinenses en las que era grande la necesidad que tenía la gente de reír, para contrarrestar la espesura de las invernales noches sobre el Támesis.
Y la “troupe” no sólo se traslada por los suburbios de Londres, sino que realiza frecuentes giras incluso más allá de Inglaterra, presentándose en importantes ciudades europeas: Roma, Milán, París, Amsterdam… Para retornar luego a su añorada Londres.
Haciendo la América
Hasta que llegó una gira en la que la “troupe” de Fred Karno sale en 1910 de los límites del viejo mundo, cruzando en vapor el Océano Atlántico, rumbo a los Estados Unidos de América. Hay una histórica fotografía en la que dos actores de la “troupe” se hallan apoyados en la baranda, de pie en la cubierta del barco tratando tal vez de avispar el horizonte, pensando quizá íntimamente en “hacer la América”. ¿Quiénes eran…? Dos hombres a los que luego cubrió la posteridad: uno es Stanley Laurel —el mismo que más tarde popularizaría al “Flaco”, en el luego célebre tándem “El Gordo y el Flaco”—; y el otro, es justamente el joven Charles Chaplin.
Así, se unen Chaplin y los Estados Unidos en un romance con demasiados vaivenes y rupturas a lo largo del tiempo. Pero la unión de Chaplin con el cine, ésa no tendrá vaivenes sino un recto tránsito que sin lugar a dudas marca el encuentro de dos mundos que se fusionarían de manera genial en uno solo. En este ambiente lleno de cámaras, cables y mesas de montaje, aguardaban a Chaplin la gloria y la inmortalidad.
El inefable Carlitos
Y su carrera en el cine comienza en enero de 1914 cuando Mack Sennett lo contrata —lo mismo que a su hermanastro Sydney— para su compañía, la “Keystone”. Chaplin, que entonces tenía 24 años de edad, se instala en Hollywood, iniciándose en lo más elemental de la pantomima cinematográfica.
Si hasta entonces en la “Keystone” el éxito de sus cómicos se debía a los “gags” frenéticos y efervescentes, el joven Chaplin les brinda ahora un tinte humanizado, golpeando fuerte en la emotividad del público.
El personaje del vagabundo desarrapado con su breve y cómico bigote, el porte magistral de su bombín, su bastón y ese modo de caminar en zigzag y de manera tan risueña, dio vida al mundialmente querido y admirado “Charlot” - “Carlitos”, para los hispanoparlantes. Personaje que encarna por primera vez en la película “Carreras Sofocantes” (1914). Entre enero y abril de ese año, protagoniza ocho cortas películas y gana al público con su personaje, al que interpretaría en más de sesenta películas (!).
Reformador y símbolo
Ya a las pocas semanas de comenzar a filmar con Mack Sennett, Chaplin era un insuperable maestro del “gag” visual, y, en poco tiempo, pule y perfecciona a su personaje, hasta convertirlo en un símbolo universal. En una suerte de reformador humanista, que salva y redime a los necesitados con sólo mostrarlos desde un ángulo diferente. Y el público de todo el mundo celebra a “Carlitos” como mozo de hotel o como periodista, como “regisseur” o como pintor, como bombero o como policía. Ha sido también “el Carlitos de los mil oficios”. Y sabemos de la grandeza que tiene aquel actor, a quien se identifica más por el nombre de su personaje que por el propio, tal como en la literatura “Hamlet” identifica a Shakespeare o “Quijote” a Cervantes, “Carlitos Chaplín” está en nuestros corazones antes que el verdadero nombre de su creador, Charles Spencer Chaplin.
Desopilantes cacerías
“Carlitos” gana la risa de grandes y chicos con su rara habilidad para un alocado juego de persecuciones, fugas frenéticas y desopilantes cacerías humanas, en las que casi siempre había un montón de policías tratando de alcanzarlo.
En alguna medida, podemos decir que ya apareció en seguida el vagabundo y hasta el anarquista en permanente conflicto con la autoridad.
En menos de un año, Carlitos Chaplin ya era estrella del cine —su hermanastro fue incluso uno de sus primeros representantes—.
Valores generosos
El emblemático marginal de galera y bastón, iría evolucionando desde el payaso hasta el simpático antihéroe y el quijotesco reparador de entuertos.
Hasta que el antihéroe chaplinesco es paulatinamente desplazado por el romántico sentimental cada vez más alejado de la comicidad circense y cada vez más adherido a los generosos valores de la redención del prójimo y de la solidaridad social. Hombre fraternal y reparador de injusticias, que así brinda su apoyo tanto a niños que necesitan protección como a una comunidad en la búsqueda del oro o a una ciega vendedora de flores.
Chaplin se valía de accesorios, escenografía, mímica y pantomima para expresar situaciones abstractas, sentimientos, humanidad, y también crítica social. Sabía combinar mímica y pantomima con danza, oficio de payaso y acrobática. Empleaba el “slapstick” (remate de una situación), pero lo transformó en un verdadero arte, conjugando lo cómico con lo trágico, la risa y el llanto, la tristeza con la alegría.
Firma y filma
El 8 de abril de 1918 inicia una gira de dos meses por todos los Estados Unidos.
Ese año firma un millonario contrato con la “First National” y, un año después, en abril de 1919 en Hollywood y junto a William McAdoo (arribado de Nueva York), Mary Pickford, David Griffith y Douglas Fairbanks (que representaba a la banca Morgan) es uno de los firmantes de la creación de la empresa “United Artists” (de la cual al poco tiempo se retira McAdoo).
Chaplin atiende el consejo que le brinda Oscar Price —yerno del Presidente Wilson—, quien le sugirió que los grandes actores como él, tendrían que producir y distribuir sus propias películas. Entonces dirige, escribe y protagoniza “Carlitos vagabundo”. Precisamente, el sueño de su vida artística era el de trabajar sin limitaciones.
Vagabundo y millonario
Filma una película que denuncia las atrocidades de la guerra y que se estrena el 20 de octubre de 1918 (un par de semanas antes de la conclusión de la Primera Guerra Mundial que tuvo 8 millones de muertos). Se trata de “Armas al hombro”, que pronto se constituye en un éxito mundial.
El vagabundo capta los corazones, y el genial actor obtiene un éxito tras otro: así con “El chico”, en 1921 y con “El peregrino”, 1922. En pocos años, además de estrella es millonario. Y, ya es el creador total de sus películas, de una y de dos bobinas: actor, director, guionista, productor… y, al llegar la etapa sonora, también sería el músico. Éste fue el primer gran ejemplo en el mundo de lo que sería la autoría total cinematográfica.
Tiempos intensos
A su vez, en su vida sentimental, entre sus primeros amoríos conocidos en los Estados Unidos, se hallan los que mantuviera con Peggy Hopkins-Joyce, May Collins, Claire Windsor e incluso con la ya famosa, Pola Negri. Hasta que una noche en la residencia veraniega de Samuel Goldwin, Chaplin conoce a Mildred Harris, con quien se casa en 1918 (Chaplin tenía entonces 29 años). Ése, su primer matrimonio sólo duró un año y medio.
Entre 1920 y 1925 vive un intenso período que en gran medida prefigura el excelente futuro que tendría. Aquellos años fueron la base y se constituyeron en decisivos para la gran carrera cinematográfica de Chaplin. Asimismo, aquel bufo de la “troupe” de Fred Karno va convirtiéndose en un intelectual y entre sus amigos están el novelista Upton Sinclair y la escritora inglesa Ellynor Glyn, lo mismo que el radicalizado escritor Max Eastman. El propio Chaplin comienza a ser visto como un representante de las ideas de cambio, siendo a veces señalado por la sociedad norteamericana como asociado a los izquierdistas.
Locos años veinte
Es un lustro que comprende también —entre sus “films” con la “United Artists”—, “Una mujer de París” (película estrenada en octubre de 1923, que en Europa se conoce como “La opinión pública”) y el excepcional film “La Quimera del Oro” (que se estrena en agosto de 1925). Si en el primero toma partido por una mujer a la que en esa época la mayoría consideraba “pecadora”, en el segundo vuelve a maravillar al público con su excepcional actuación.
Pero también los “locos años veinte” (caracterizados por ser, entre otras cosas, los de la era del jazz) fueron en su caso el comienzo de una vida plena de escándalos, que ya lo acompañarían casi siempre.
Singular boda
El muy enamoradizo y donjuanesco Chaplin, se enamora luego de Lita Grey, una actriz adolescente —entonces de 17 años, y él con 35 de edad—. Lo cual ya era un escándalo alimentado por los medios de prensa y una opinión pública muy sensibilizada y activa en contra del divo de la comicidad. Un buen día Chaplin anuncia que irá con sus técnicos a rodar escenas de “La quimera del oro” a México. No fue buena la excusa, dado que la trama transcurría en Alaska; despertada la sospecha en la prensa, un núcleo de “paparazzi” los persigue en automóviles. Lo cierto es que por otra ruta se desplazaba el auto en el que viajaban Chaplin, un amigo, Lita y su madre. Finalmente, el 31 de octubre de 1924, Charles y Lita se casan ante el juez de paz de Empalme (Sonora). Muchos periodistas habían sido despistados en las rutas, pero uno alcanzó a seguirlos, y cuando los contrayentes regresaron a Hollywood, su boda ya había sido difundida por la prensa.
Los frutos
Los frutos de ese matrimonio son dos hijos: Charles Spencer (Jr.), quien nace el día quinto del mes quinto de 1925 (aunque él dio a la prensa una fecha posterior, para que no se supiera que Lita estaba embarazada antes de la boda) y Sidney Earle, nacido el 30 de marzo de 1927. A todo esto, continúa su prolífica producción cinematográfica: el 26 de junio de 1925 estrena la ya citada película, “La quimera del oro”, en el “Egyptian Theatre” de Hollywood. Aquí demuestra totalmente que además de excepcional “capocómico”, es un brillante actor. Y, en enero de 1928 estrena “El Circo” —que le llevó dos años de labor—. Pero su vida conyugal naufraga.
Las espinas
Su matrimonio además de los frutos, estuvo plagado de punzantes espinas. La familia de su joven esposa se dedica a querer esquilmarle su capital, y la propia Lita no les iría en zaga, cuando su demanda de divorcio la imprime en mimeógrafo, vendiéndose en las calles de las ciudades como un diario más, en cuarenta y dos páginas (!). Además, Lita le hace saber a Marion Davies —amante “oficial” del temible magnate de la prensa, Hearst—, que sabe que hubo algo entre ella y Chaplin y que está dispuesta a revelarlo públicamente. Otra vez las ligas de decencia y de defensa de la familia caen con todo contra el vituperado Chaplin. Sin embargo, su fama artística es tan grande, que ni siquiera la mala imagen formada por estas activas ligas de opinión pública, podría pulverizarlo como lo hicieran con tantos otros. El divorcio con Lita se firma finalmente el 22 de agosto de 1927.
Poco más de un año más tarde, el 28 de agosto de 1928 fallece la madre de Chaplin. En el entierro en Londres —que él fijó desconcertando con día y hora a la prensa—, sorprende la aparición de las enlutadas Lita y su madre. Se teme un nuevo escándalo, pero Chaplin evita mirarlas.
Silenciosa poesía
La primera película de largo metraje en el cine sonoro, la hace la “Warner Bros" con la versión del “Don Juan”, en 1926. Pero es en abril de 1927, cuando el rotundo éxito acompaña al film “El cantor de jazz”, con Al Jolson que todas las empresas se vuelcan definitivamente al cine sonoro, que es lapidario para una gran cantidad de célebres actores del cine mudo. Chaplin manifiesta un enérgico rechazo por esta sonorización. Afirma que “el vagabundo no puede hablar” y que “el cine es poesía y belleza creadas en un mundo de silencio”. Entiende que “sólo desde ese mundo de silencio los personajes pueden hablar a la imaginación y al alma de quienes los contemplan”. Sostiene con énfasis que él no haría hablar a ningún personaje suyo y que “el cine sonoro va a retrasar en diez años la marcha del cinematógrafo”.
Célebre amigo
Coherente con su pensamiento, en los comienzos de los años ´30, Chaplin le da la espalda al cine sonoro, que ya se estaba generalizando en el mundo, para defender la pureza de la imagen fílmica y para preservar a su personaje de las asechanzas de una retórica verbal, que entendía que era deformante y corruptora.
EL 21 de enero de 1931 se estrena su “film” “Luces de la Ciudad”, que él dirigió. Estreno al que llega acompañado de un amigo célebre: Albert Einstein (quien en alguna ocasión le dedicó risueñamente una fotografía con la dedicatoria “Para Charles Chaplin, economista político”).
Son tiempos en que multitudes lo reciben en cada ciudad de los diversos países que visita. También es acogido por reyes y autoridades políticas, y hasta el Mahatma Gandhi en la India se enorgullece por su visita.
El fin de Carlitos
Sin embargo, el dios del progreso también pudo con el ideal chaplinesco, y “Carlitos” tuvo que despedirse del cine mudo. La última película del cine mudo fue justamente la suya, llamada con resignada ironía, “Tiempos Modernos”, de la que fue también director. La misma se estrena en el “Rhivoli Theatre” de Nueva York el 5 de febrero de 1936. Allí sí le dijo adiós para siempre a Charlot, su tan querible personaje. Y si hasta allí la imagen final de sus películas era con “Carlitos“perdiéndose en la distancia como solitario vagabundo, o en ocasiones acompañado por un perro, en su despedida de “Carlitos” puede decirse que se apiadó de este vagabundo universal, y en el instante final lo hizo alejarse de la cámara con una mujer. Junto a Paulette Goddard tomados de la mano, con los acordes sonoros de “Smile”, la bella partitura que el propio Chaplin compuso.
Alegatos
En su madurez ya se resignó al imperio de la palabra. En la etapa sonora —breve aunque muy intensa— Chaplin realizó alegatos sociales y políticos irrefutables. Y, con ella logra una excelente sátira contra Hitler y Mussolini con su film “El Gran Dictador” (estrenado el 15 de octubre de 1940). Se anima a esto en un tiempo en el que el nazismo está adueñándose de casi toda Europa. Muchos críticos sostienen que “El Gran Dictador” influyó en el criterio del pueblo norteamericano para abandonar la actitud aislacionista ante la amenaza nazi. Todavía hoy no sabemos a ciencia cierta cuánta fue la importancia de Chaplin en ese giro ideológico de la opinión pública norteamericana, respecto de Hitler y Mussolini. En los años de la Segunda Guerra Mundial, Chaplin abogó por la apertura del segundo frente, con el fin de aliviar a la Unión Soviética del ataque alemán y de esa manera asegurar la derrota del nazismo. Pronunció discursos en este sentido en el “Madison Square Garden” y en el “Carnegie Hall”. Una vez más, por su comportamiento cívico Chaplin se gana la enemistad de los poderosos norteamericanos, en particular de la prensa que respondía a ellos.
El nadador
“Chaplin se lanza al amor como un nadador al agua desde el trampolín”, afirmó Manuel Villegas López, uno de sus biógrafos. Así pasan sus amores con “la Jana” y Betty Aumann —entre otras— hasta que llega a su vida la nombrada actriz Paulette Goddard; éste era su nombre artístico, siendo el verdadero, Paulina Levy. Ella, era una muchacha judía, de treinta años, con la que él celebra su segunda boda en 1932 —él tiene entonces 43—. Ella fue también una verdadera madrastra para los hijos de Chaplin. El matrimonio duró nueve años, separándose los contrayentes en 1941.
En 1942, Chaplin tiene una breve relación con una joven —Joan Barry—, donde “el nadador” deberá una vez más vérselas con aguas profundas. Nuevo “lío de polleras” con escándalo que le pone en contra a la mayoría de la opinión pública, cuando la joven le endilga la paternidad de su niño, que él niega terminantemente. Ella terminaría internada en una casa de salud, pero antes, el 2 de octubre de 1943, nace su pequeño (pese al veredicto contrario de las pruebas de sangre, la Justicia falló que él era el padre).
Prolífico marido
A todo esto, nació su gran amor por una joven actriz de 18 años —siempre vigente su predilección por las jovencitas— que no es otra que Oona O´Neill —la hija del célebre escritor Eugene O´Neill—. Con ella se casó el 16 de junio de aquel año ´43. Afirmaría luego que fue la mujer que lo hizo más dichoso. Él tenía 54 años al casarse con la jovencita, y afirmó que “solamente a los cincuenta es cuando se comienza a gozar plenamente de la existencia”. Además del eximio nadador que tan bien define Villegas López, Chaplin ha sido un muy prolífico padre, dado que con Oona —en su tercer matrimonio— tuvo ocho hijos más (¡once en total!). De este matrimonio, en 1944 nace su hija Geraldine, también actriz, quien realizaría una importante carrera cinematográfica.
La dicha
En los días de la posguerra, filmar ya cuesta mucho dinero y en sólo doce semanas debe hacer su película “Monsieur Verdieux” (donde son codirectores su hermanastro y Robert Florey). En este “film” se muestra cómo algunos “negocios” no son sino el pretexto y la antesala de la criminalidad. La película se estrena el 11 de abril de 1947, cinco días antes de que Chaplin cumpla sus 58 años de edad. En este cumpleaños, Chaplin afirma “gozar del presente como nunca antes”.
Caza de Brujas
Cinco años y medio más tarde (octubre de 1952), se estrena ese conmovedor retorno al romanticismo sentimental que fue su película “Candilejas”. Por su activismo en la izquierda, en la época del macarthismo (los primeros años cincuenta, tiempos de la “guerra fría”) es perseguido por el “Comité de Actividades Antinorteamericanas”. Divididos los actores acusados por el citado Comité que preside el senador republicano Joseph McCarthy, uno de sus colegas que lo acusa con más energía de ser “antinorteamericano” es Robert Taylor.
También sus problemas con el fisco estadounidense ocupan largas columnas en los periódicos y en las emisiones radiales de noticieros de casi todo el mundo. Así, con su esposa Oona, se radica en Suiza.
En Londres, estrena el 12 de septiembre de 1957 uno de sus últimos alegatos fílmicos, y también con gran éxito: “Un Rey en Nueva York” (con la producción de Attica Film Co.).
Reconocimiento
En 1962, Chaplin sigue siendo noticia en la prensa internacional: ahora, con 73 años de edad, nace su octavo hijo del matrimonio con Oona: Christopher.
Y, en 1967 con la “Universal-International”, él dirige “La Condesa de Hong-Kong” con Marlon Brando y Sofía Loren, y el debut de su hija Geraldine —de 23 años—.
Aquellos largos años de hostilidad, cuando no de persecución, sufridos en los Estados Unidos, antes, durante y después del macarthismo —sea por escándalos amorosos, posiciones políticas o acusaciones impositivas— son en alguna medida contrastados por los homenajes que en tantos lugares del orbe le hacen a Chaplin, en los años sesenta y comienzos de los setenta. Así, homenajeado en todas partes, el reconocimiento es casi unánime y hasta la realeza británica se disputa por su presencia. Incluso, en 1972 viaja a los Estados Unidos, donde le otorgan un “Oscar” honorífico. Y, en 1975 es nombrado “Sir” por la Reina Isabel de Inglaterra.
Eterno personaje
Lo recuperaremos una y mil veces caminando con su bastón por una calle dominada por maleantes, policías y faroles de gas que se doblan estratégicamente para que el villano pague sus culpas.
“Mi arte no es para los esnob; es un arte para el pueblo”, definió alguna vez su obra. Y se recuerda a “Carlitos” imponiendo una bandera roja que lo convertirá en el circunstancial cabecilla de una tumultuosa manifestación de protesta, o enfrentando la locura de la guerra en las embarradas trincheras; y, en él, con la fuerza de su lógica de hombre simple y puro, con su inocencia rebosante de verdad, vive un incansable buscador de justicia social.
“Carlitos”, el eterno vagabundo, elevó la pantomima a los más altos sitiales del arte.
Como ya se ha señalado, él nos enseñó también a reír llorando, a pensar riendo y a llorar a carcajadas. Fue el primer gran poeta que dio el cine.
Siempre vivo
A Chaplin —que murió en la navidad de 1977, en Ginebra (Suiza), a los 88 años de edad— lo seguiremos viendo día tras día en una pantalla imaginaria que siempre estará encendida para él.
Charles Chaplin ¡Un genio! Con debilidades y grandezas, pero genio al fin. ¨Carlitos¨: un caudaloso manantial de talento, ingenio y humor.
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