En su columna de la edición impresa de Yediot Ajaronot, el periodista Alex Fishman, asegura: “Francia decretó emergencia nacional con leyes especiales que incluyen las detenciones administrativas, redadas nocturnas y limitación de movimientos. Exactamente las mismas medidas que toma Israel con los palestinos, y que recibieron tremendas críticas por parte de Francia”. Para comprender las dimensiones del colosal fracaso de la inteligencia francesa no hace falta esperar a ningún informe de investigación. Cuando el presidente de Francia se encuentra en el estadio de fútbol acompañado por el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, y muy cerca se hacen estallar tres terroristas suicidas, eso tiene un solo significado: el servicio de seguridad francés, o para ser más exactos el DCRI (paralelo al Shabak israelí), no tenía la menor idea de lo que se preparaba delante de sus propias narices. Nada. Ni siquiera a nivel de advertencia. Es que, detrás de los ocho terroristas hubo al menos algunas decenas. Hubo un comandante que planificó, un centro de operaciones y coordinación, en Francia o fuera del país. Hubo colaboradores. Alguien contrabandeó explosivos. Alguien proveyó cinturones explosivos, armas y granadas. No pocas personas estuvieron involucradas de una forma u otra en estos atentados, y el servicio de inteligencia francés no sabìa nada. Y no sólo ese servicio. Ninguno de las oficinas de inteligencia de Europa tenía idea sobre esa bomba de tiempo. Sólo ahora comienzan a entender de dónde vinieron los terroristas, a reconstruir las comunicaciones que mantuvieron, a conectar todo esto con información que quizás ya tenìan, pero que no les encendió ninguna luz roja. El problema es que una investigación de este tipo toma tiempo, y los franceses y los europeos no tienen tiempo. No tienen idea si hoy o mañana les espera otro atentado. Todos los servicios de inteligencia de Europa Occidental están ahora en alerta máxima. El terror jihadista se les adelantò varios pasos. Resulta ser que los gobiernos europeos que declararon la guerra a Daesh no tradujeron las palabras a hechos. Los países europeos intercambian información táctica en Irak y Siria para tener algún logro mediático de con un bombardeo aquí o allà. Pero los atentados de Parìs demostraron que no están preparados para enfrentarse al terrorismo en sus propias casas. Todo el mundo habla de células de Daesh que penetraron en Europa junto con la ola de refugiados de Siria, y Europa no hizo nada con eso. Eso no es una guerra contra el terrorismo, es una puesta en escena. Ya hubo varias alertas estratégicas de que la Jihad mundial ve a Francia como un objetivo preferencial: los atentados en Toulouse en 2012, en Hyper Casher y Charlie Hebdo en 2015. Al parecer todo eso no fue suficiente como para cambiar la forma como Francia se enfrenta al terrorismo islamista. Los acontecimientos sucedidos en los últimos días – el derribo del avión ruso en la Penìnsula del Sinaì y el doble atentado suicida en Beirut – tampoco despertaron a las agencias de inteligencia de los países que participan en la lucha contra Daesh en Siria e Irak. Todas estas alarmas debieron haber producido un cambio radical en las medidas de prevención en Francia: inversiones multimillonarias en infraestructura de inteligencia, incluyendo vigilancia constante de las comunidades de inmigrantes, incrementar los controles de fronteras y establecer una unidad europea conjunta que se ocupe de recabar información de inteligencia sobre la Jihad mundial que decretò la guerra total a los “Cruzados”. Los franceses, como los demás europeos, se apegaron a las leyes de libertad de movimientos y fronteras abiertas. Francia se convirtió en un paseo para inmigrantes ilegales. Ahora decretaron emergencia nacional con leyes especiales que incluyen las detenciones administrativas, redadas nocturnas y limitación de movimientos. Exactamente las mismas medidas que toma Israel con los palestinos, y que recibieron tremendas críticas por parte de Francia. Francia declaró la guerra. Pero si el gobierno francés no se despoja de la hipocresía, no tiene ninguna posibilidad de vencer. El terrorismo no se vence con 1500 soldados que dan vueltas por Parìs. El cambio debe ser, ante todo, de concientización. Hoy en día, cuando un musulmán apuñala a un judío en Francia, está prohibido mencionar la religión del atacante, porque esto es visto como discriminación e incitación. Hasta que esto no cambie, los franceses ni siquiera habrán comenzado la guerra. Fuente: Editorial de Yediot Ajaronot
|
|
|
|
|
|