Hace unas semanas publicó Günter Grass, premio Nobel de Literatura y a quien muchos consideran “la conciencia de Alemania”, el poema “Lo que hay que decir”. En ese poema Grass decide que llegó el momento en que un alemán tiene derecho a criticar a los judíos e Israel; aunque lo acusen de antisemita.
Israel quiere destruir al pueblo iraní, Alemania no debe venderle a Israel submarinos que pueden ser pertrechados con ojivas nucleares, y otras perlas por el estilo. Y agrega que hay que romper la hipocresía del occidente sobre el problema iraní y el silencio frente a Israel militarista y sedienta de sangre iraní.
El autor de “El tambor de hojalata” amonesta al mundo y a Israel desde su trono pontifical del “alemán moral”, como muchos lo titulan. Grass abre su paraguas antes de la lluvia, anunciando que será tildado de antisemita; y así evita que se lo ubique entre los que ven a los judíos e Israel como culpable de todos los cataclismos del orbe y sus alrededores.
Pero ¿es el realmente antisemita? Puede que si o no. No puedo probarlo, así que me cuidaré de declararlo como tal. Entonces ¿por qué ha escrito ese poema? Puede que sea senil ese Nobel. Ya se retractó diciendo que tendría que haber atacado a Netanyahu y su gobierno y no a Israel. No sabía la diferencia hace una semana atrás? Será senilidad o cobardía y ser inconsecuente? Puede ser, aparte de leer algunos libros de él, no lo conozco tanto, así que se me dificulta definirlo como senil. Pero tampoco lo niego.
Grass ya nos asombró hace seis años cuando confesó que en su juventud fue miembro de las Waffen SS (Gestapo). No fue un niño obligado, porque todos debían, a la SS nadie lo obligó a enrolarse, y menos en 1944. Günter Grass, nacido en la irredenta Gdansk (Danzig) sintió que debía servir al III Reich. Algo le debe haber quedado de su juventud, y lo demuestra muy bien, como dijo estos días la escritora rumano-alemana, también Premio Nobel de Literatura, Herta Muller: “Grass no es exactamente una persona neutral. Quien luchó una vez con uniforme de la SS no puede juzgar imparcialmente”.
Hace unos años declaró que los alemanes fueron también víctimas del nazismo y comparó el sufrimiento alemán con todos los sufrimientos de la Guerra. Así que Grass no es tan “limpio y puro” como la izquierda lo trata de defender. Personalmente soy de izquierda y estoy a favor de terminar el conflicto judío-árabe, siempre y cuando nos reconozcan el derecho a la autodeterminación del que tanto hablan en la izquierda y en los círculos académicos hoy en día.
Los judíos no pensamos suicidarnos, por mucho que quieran tantos y que están tan de moda en Europa y América. Está de moda hoy en día atacar a Israel y los judíos. Boicot a estudiantes y a mercancías israelíes. Y el “bon ton” intelectual hoy por hoy es quien ataca mejor a Israel; ninguna palabra sobre el extremismo xenófobo árabe. Hay intelectuales que se prestan a ese juego, cada uno por otro motivo, pero Israel es el “nuevo diablo” con cola de la Edad Media.
A principios del siglo pasado, Vladimir I. Lenin, estableció que para adelantar la revolución hay que utilizar a aquellos liberales que atacan a la burguesía, y los llamó “idiotas útiles”, tontos inflados de su propia importancia para que hablen por los comunistas, y estos los dejaran hablar. Luego del triunfo serán liquidados por ser pequeños burgueses.
Vargas Llosa los llamó los “perfectos idiotas”, refiriéndose a aquellos liberales que critican al mundo liberal y preparan el caldo de una izquierda totalitaria. Y los últimos años los árabes han logrado convertir a Israel y al deseo del pueblo judío de tener un Estado en nuestra patria ancestral en algo sucio y depravado; demonizando a un país que se defiende de quienes lo quieren destruir.
No niego que hay muchas cosas que Israel ha hecho o hace erróneamente; pero ¿acaso el fascismo árabe es la solución y siempre tiene razón? Un intelectual que se precie hoy en día debe estar contra Israel y Günter Grass, que hace tiempo que no escribe nada serio, subió a esta ola antiisraelí y logró que hablen nuevamente sobre él.
Un perfecto idiota útil de una causa amoral. ¿Israel quiere destruir al pueblo iraní? No. Es la Irán de los Ayatollas que habla día y noche de destruir el Estado judío hereje y satánico. Ni siquiera Lieberman o Baruj Marzel hablan de destruir al pueblo iraní. Pero Grass si lo escribió.
Nuestros sabios en el Talmud ya lo han dicho: “Hay quien compra su vida eterna en un minuto y quien la pierde en un minuto”. Y ahí esta el laureado Grass. Trató gran parte de su vida de limpiar y esconder su pasado en la Gestapo, pero a la vejez retorna a sus orígenes. Es un “idiota útil” de los grupos fascio-anárquicos y un viejo que necesita que hablen de él: “No importa lo que yo diga, mientras que se hable de mí”. El problema es que lo que comienza con palabras puede convertirse en hechos. Y mi pueblo lo sabe muy bien. Así que cuidémonos de estos personajes que no sabemos bien a quien representan. Hemos sobrevivido a Heidegger, sobreviremos también a Grass.
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