En una entrevista exclusiva con VIS A VIS, quien se desempeñaba como líder de la misión diplomática israelí al momento del atentado terrorista contra la Embajada de Israel en 1992, Itzjak Shefi, habló sobre sus sensaciones a 22 años de ese trágico episodio, la impunidad latente y el dolor que no cesa.
- ¿Cuál es su reflexión a pocos días de cumplirse un nuevo aniversario del atentado contra la Embajada de Israel?
Para mí aquel 17 de marzo va a permanecer siempre en la memoria. A pesar que transcurrieron 22 años, ese edificio que solamente quedaron escombros estará en la memoria de muchos. Fue una casa que escribió la historia de Israel y Argentina, a pesar de la distancia geográfica fue un pedazo de Israel en la diáspora. Firmaron el libro de huéspedes como David Ben Gurion y muchos otros. Desde el atentado todos los años me hago las mismas preguntas de las cuales no tengo respuesta ¿quién dijo el cuento absurdo que la policía que custodiaba la Embajada me acompañó a una entrevista fuera? Cuando un embajador, por lo menos yo, nunca iba custodiado por un guardaespaldas uniformado. Y también me pregunto cómo se explica la difusión de la teoría de una supuesta implosión, inclusive de boca de peritos, de gente preparada, ingenieros con títulos académicos, y no tengo duda que ese peritaje no surgió de la iniciativa de los que firmaron esa declaración. Además, esa pregunta era inclusive ofensiva porque venía de parte de ministros, del "arsenal de armas" que seguramente teníamos nosotros en la Embajada. Son preguntas que me las estoy haciendo a lo largo de los años, y de las cuales no tengo respuesta.
- ¿Cuál es la relación que tuvo y tiene con los sobrevivientes y sus familias?
La relación fue de a poco tomando distancia, porque al volver de Buenos Aires me jubilé del servicio diplomático, me separé del Ministerio, y no pude continuar el contacto que tuve con las familias desde aquel 17 de marzo y hasta un año y medio después cuando dejamos Buenos Aires, cuando dimos por terminada nuestra misión en septiembre de 1993. Tuve un contacto muy estrecho con los familiares de las víctimas del atentado, sobre todo con la mamá de la secretaria que era una mujer devota. El dolor de las familias me tocaba hasta el fondo de mi alma.
- ¿Cómo fue el reencuentro en su viaje a la Argentina?
Yo me volví a ver con ellos cuando estuve para la conmemoración de los 20 años del atentado contra la Embajada, y fue un momento muy emotivo.
- ¿Cuál es su sensación que se cumplan 22 años de impunidad?
Sufrimiento y decepción. Sobre todo porque 22 años después del hecho creo mejor que nunca que la justicia que lamentablemente no se hizo, la justicia es un derecho humano, y fue un derecho humano pisoteado porque todavía los criminales andan sueltos.
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