Lo hemos visto con frecuencia en los últimos quince años en las sinagogas, sea en las altas fiestas o en diferentes circunstancias. Es un muy famoso judío, cuya imagen da vuelta al mundo tan comunicado de estos tiempos. Él es el mismo que deslumbrara ya de jovenzuelo con su vigoroso arte, caracterizado por el rubio mechón de cabellos y el pronunciado hoyuelo de su quijada. El mismo de los películas coprotagonizadas junto a Burt Lancaster. Nos referimos a Kirk Douglas, quien el 9 de diciembre de 2006 acaba de cumplir noventa años de edad. Y que nos ha regalado casi ochenta films, desde que Hollywood le brindó hace sesenta años, en 1946, la primera chance.
Israel
Es el mismo actor que en 1966 hizo el rol protagónico en “La sombra de un gigante”, película norteamericana en la que interpreta a un oficial de su país, que se alista en la causa israelí durante la Guerra de Liberación (1948) y se vincula sentimentalmente a una activa militante judía de la “Haganá” (Ejército de Israel anterior al Estado) —que interpreta la bella actriz austríaca, Senta Berger—. Film en el que su rutilante elenco incluye también a actores de la talla de Yul Brinner, John Wayne y Frank Sinatra.
Es el mismo también que en 1976 interpretó el papel de Itzjak Rabin en “Victoria en Entebbe”; y lo hizo asimismo en una miniserie que luego se realizó para la televisión –junto a su inefable compañero, Burt Lancaster–. La historia narra las épicas jornadas del heroico rescate del avión con rehenes judíos que los terroristas habían hecho aterrizar en el aeropuerto de Entebbe, Uganda.
Accidente
Pero algo había cambiado en este hombre que vemos con frecuencia en las ceremonias judías. Este hombre que desde su temprana adolescencia había resuelto dejar el judaísmo (que, sin embargo, mantuvo siempre con el ayuno del “Día del Perdón” “Iom Kipur”) produjo un espectacular retorno a sus raíces, luego del accidente que sufrió el 14 de septiembre de 1991, siendo entonces un hombre próximo a cumplir los setenta y cinco años de edad. Aquel día, su helicóptero se había elevado unos quince metros en el aeropuerto californiano de Santa Paula, cuando chocó contra una avioneta en la que despegaron un instructor y su alumno. La avioneta estalló y sus dos pasajeros fallecieron.
BúsquedaÉl sufrió la rotura de varias costillas y heridas de consideración. Internado en el hospital, al despertar algunas horas más tarde comenzó a atosigarlo una pregunta: ¿por qué murieron esos hombres jóvenes y él, no?
Necesitaba, indudablemente, una respuesta ante esa pregunta que lo atormentaba. Tenía que descifrar el sentido de aquello, y se preguntaba a dónde dirigirse por la respuesta: ¿al Dalai Lama en la India…? ¿a alguna bruja o algún astrólogo…?
Sobrevivió a esas lesiones, y poco después también superó una trombosis que hacia fines de 1995 le paralizó el lado izquierdo de la cara. Su vida tuvo un giro importante, con permanente búsqueda de retorno a las raíces, en los últimos quince años, luego de aquel accidente aéreo. Paulatinamente comenzó a darse cuenta de que la respuesta estaba en el Judaísmo. En ese mismo Judaísmo del que a sus cortos catorce años de edad, pretendió huir.
Adolescente
Nacido en un hogar judío en el barrio pobre de la ciudad industrial Amsterdam, en el Estado de Nueva York como Isur Danielovitz Demsky el 9 de diciembre de 1916, su nombre nos remite al origen ruso de sus padres, quienes habían arribado poco antes a los Estados Unidos; él tenía cinco hermanas mayores. Su padre era trapero y en su hogar reinaba una armónica atmósfera judaica. Isur, quien también se hacía llamar Isidore, se destacaba en el estudio de la Torá. Fue entonces que los judíos de su barrio pensaron en juntar el dinero que permitiese al adolescente seguir estudios en una “Ieshivá” (Academia Talmúdica), que lo convertiría en rabino.
Tenía catorce años el jovencito cuando se aterró ante la historia de Abraham y su hijo. Veía al patriarca con un filoso cuchillo y se veía él mismo en las carnes de aquel asustado niño. Y, por las noches, en una de sus reiteradas pesadillas se veía vistiendo el sombrero negro, con largas gabardinas. Y usando “peot” (largas patillas). ¡Fue demasiado! No lo resistió: corriendo huyó del judaísmo, pensando que ya nunca lo alcanzaría.
Huida
Mucho agua corrió bajo el puente, muchos años pasaron y finalmente este accidente de aviación le hizo volver a aquel muchachito. Y replantearse aquella manera de escapar. Sin embargo, en el día del “Iom Kipur” siempre mantuvo su ayuno. Era el momento del año en que expresaba su identidad judaica. Como dijimos más arriba: el ayuno de “Iom Kipur” era el obligado rito que lo mantenía ligado al Pueblo Judío. “Ese día siempre ayuné, así haya estado filmando con Burt Lancaster o con John Wayne, en “Iom Kipur” siempre estaba en ayunas”, admite.
Además, desde hace largos años es un activo colaborador del Centro Simon Wiesenthal, que trabaja en la captura de los criminales de guerra nazis. Kirk Douglas ha sido en varias ocasiones, portavoz de dicho Centro.
Criterios
Acaso —se decía ahora el ya consagrado mundialmente actor—, ¿alguien decide quién será su esposa con los criterios que se tenía del amor a los catorce años…? -No, de ninguna manera, se respondió. Y los criterios de esa joven edad no se emplean tampoco para la elección de los amigos, ni en el mundo del trabajo ni en el de los negocios ni en casi nada, dedujo.
Declararía entonces: “Sin embargo hay muchos que parecen satisfechos de abandonar la religión por lo que aprendieron a los catorce años de edad; yo he sido uno de esos estúpidos”.
Teatro
Desde jovencito su interés por el teatro y la actuación, sólo tenía equiparación al que tenía por los deportes. Llegado desde Rusia a Nueva York, su padre debió trabajar duro como ropavejero. Y el joven Isur, para costearse sus estudios de Arte Dramático debió hacer todo tipo de tareas, desde trabajar de “botones” hasta hacer Lucha. Fue así que pudo solventar la matrícula para estudiar en la Universidad de Lawrewce, donde egresó en Letras. Y obtuvo luego una beca que le permitió estudiar en la Escuela de Arte Dramático de Nueva York, hasta 1939.
Su carrera comienza en el teatro en 1941, en Broadway. Enrolado en la Marina al año siguiente (en plena Segunda Guerra Mundial), retorna del frente con heridas de guerra en 1943. Entonces Lauren Bacall lo recomienda al productor Hal Walis, y reemplaza a Richard Widmark en la comedia teatral, “Kiss and Tell” (Besar y decir).
Cine
Su exitosa carrera cinematográfica comenzó hace ya sesenta años, en 1946 (él tenía entonces 29 años de edad), al rodar su primera película: “El extraño amor de Marta Ivers”, donde interpreta a un político que cae en el alcoholismo. El primer gran éxito de Kirk Douglas —su nombre artístico desde esos comienzos— lo constituye su interpretación de un boxeador en el film “El ídolo de barro”, en el año 1949, donde fue nominado en el rubro “Al mejor actor”, aunque no gana el “Oscar”.
Esta situación se repetiría con otras nominaciones al “Oscar” en el mismo rubro; en 1952 por “Cautivos del mal” (de Vincente Minnelli); en 1956 por “El loco del pelo rojo” (film sobre Van Gogh). Si bien dicho premio le fue esquivo en las ocasiones que estuvo ternado, en 1996 con motivo de cumplir cincuenta años de carrera cinematográfica, la Academia de Hollywood le entregó un “Oscar” de Honor.
Sombra del gigante
Entre otras películas muy recordadas de Kirk Douglas —¡que son tantas…!— podemos mencionar “Carta a tres esposas” (1949), “El trompetista” (1950; encarna a un trompetista de jazz, dirigido por Michael Curtis), “El gran carnaval” (1951; de Billy Wilder), “Brigada 21” (1951; con Eleanor Parker, dirigida por William Wyler), “Veinte mil leguas de viaje submarino” (1954), “Ulyses” (1954; rodada en Italia bajo las órdenes de Mario Camerini).
Ya en 1955 creó la productora “Bryna” (nombre de su madre). Desde entonces, de uno o de otro modo coproduce casi todas sus películas. Como actor protagónico siguen sus éxitos. Así, “Senderos de Gloria” (1957; dirigida por Stanley Kubrick), “Un extraño en mi vida” (1960). Y muy destacada labor protagónica tuvo Kirk Douglas en el épico “Espartaco” (1960; junto a Peter Ustinov, película dirigida por Stanley Kubrick).
Prueba de su independencia y de su lucha por la libertad de opinión, la da contundentemente cuando por esos años, contrata a Dalton Trumbo como guionista, a pesar que éste estaba en la “lista negra” de artistas comunistas. En 1966 llega la mencionada al comienzo de esta nota, “La sombra de un gigante”, acerca de la guerra de Israel invadido por los países árabes vecinos no bien declarada su independencia.
París y Entebbe
Y luego vinieron —entre muchos otros films—: “¿Arde París?” (1966), ”El compromiso”, de Elia Kazán (1969), “El día de los tramposos” (1970, de Joseph Mankiewicz), “El Doctor Jekill y Míster Hyde” (1973), el “western” “Los justicieros del Oeste” (1975, que también dirigió) y la muy célebre “Victoria en Entebbe” (1976), a la que nos referimos más arriba.
Un párrafo especial merece la importante cantidad de películas que lo tuvo como coprotagonista junto a Burt Lancaster. Esto fue así desde 1947, cuando ambos son protagonistas de “Al volver a la vida”, de Byron Haskin. Luego filmaron juntos —entre otras películas— “Duelo de titanes” (1957), “Discípulo del diablo” (1959), “El último de la lista” (1963; de John Huston), “Siete días de mayo” (1964, de John Frankheimer) y “Otra ciudad, otra ley” (1986, de Jeff Kanew).
También ha dirigido films, como “Scalawag” (1972) y la citada “Los justicieros del Oeste” (1975), en la que también actuó.
Biografías y premios
Además de actuar y dirigir, Kirk Douglas también es prolífico en la creatividad literaria. Ha escrito un par de libros infantiles, entre ellos “Jóvenes héroes de la Biblia”. Y también, dos obras biográficas. La primera fue “El hijo del trapero”, que presentó en España en enero de 1989. La segunda, casi diez años más tarde, fue “Ascendiendo las montañas”, que le valió en septiembre de 1999 el Premio Literario del Festival de Deauville (Francia).
En dramas y en comedias, en películas de acción o en épicas, siempre se lo vio como un actor de excelentes condiciones: inteligente, flexible, capaz de múltiples caracterizaciones y exhibiendo siempre un rol de hombre vigoroso.
Las distinciones y premios fueron muchos. Por citar algunos, podemos mencionar que en 1979 le otorgaron la Orden de las Artes y las Letras, que en 1981 le concedieron la Medalla Presidencial de la Libertad y que en marzo de 1990 le fue impuesta la Medalla de la Legión de Honor Francesa.
Además, claro, del Premio Anual del Cine Estadounidense en 1988, el Premio al Progreso del Cine en el Festival Internacional de Troja, Portugal (junio de 1989) y la entrega del citado “Oscar a la trayectoria” en marzo de 1996, por sus cincuenta años como actor y sus setenta y seis películas filmadas.
En 1999, Kirk Douglas volvió al cine, protagonizando junto a Lauren Bacal, “Diamonds” (Diamantes).
Pregunta
El primer matrimonio lo celebró con Diana Dill (con la que estuvo casado entre 1943 y 1951). El 25 de septiembre de 1944 nació su hijo Michael —quien es hoy también un muy consagrado actor—. Su segundo matrimonio, con Anne Buydens, se llevó a cabo en 1954 (Kirk Douglas tenía entonces 37 años de edad). Con ella continúa desde hace más de medio siglo, y sigue declarándose enamorado de su esposa.
Fue su hijo Michael, quien siendo niño lo sorprendió una mañana, al preguntarle: “¿De dónde vienen nuestros ancestros?”. Kirk quiso pensar como Isur, pero antes que nada sintió el impacto de la pregunta. Sabía que los suyos venían de un lugar de Rusia llamado Mogilev, pero se deprimió al observar que ya habían muerto los antepasados que podían explicárselo mejor. Fue entonces que sintió necesidad de saber sobre su identidad, reprochándose que un hombre que no conoce a sus antepasados, tampoco sabe bien quién es él.
Hacía dos largas décadas que había huido de los estudios de la Torá, sintiéndose perseguido por quienes querían para él un futuro como rabino. En sus comienzos había ensayado para el teatro idish neoyorquino. Claro que con poca suerte, porque así como los rabinos querían retenerle, aquí, en cambio, se sintió expulsado cuando alguien reparando en su rubia cabellera, le espetó: “Cuando tengamos un papel de nazi, te convocaremos”.
Chagall en la habitación
Ya en plena crisis de identidad luego de la pregunta de su hijo Michael, se hallaba inmerso en sus pensamientos cuando encontró la respuesta en su propia habitación. En uno de los muros colgaban las litografías de la serie de la Biblia de Marc Chagall. Allí, en esa vista, en ese mismo instante entendió que había recuperado a sus antepasados. Abraham, Yaakov, Moisés, Salomón, David, Rivka, Rajel, Lea, Rut, Ester… ¡ellos eran los ancestros! ¡de ellos tenía que contarles a su hijo Michael!
Siempre expresaría su agradecimiento a Chagall por hacerle recordar el hermoso linaje del que descendía. Más aún, Kirk descubriría que este eximio artista abandonó la misma región de Rusia que su padre, y por la misma época. Su padre intentaría como ropavejero en Nueva York, por los mismos días que Chagall se convertiría en famoso pintor en París.
Jerusalem
No bien recuperado del accidente aéreo, Kirk Douglas viajó a Israel —donde filmó cuatro películas—, tras doce años de ausencia. Cuando llegó con su esposa a la habitación del Hotel “King David” en Jerusalem, se aproximó a la ventana y se quedó absorto mirando la excepcional vista que ofrece el casco antiguo de la Ciudad. Y volvió a recordar la primera vez que vio Jerusalem desde esa ventana, cuarenta años más joven. Eran todavía los días en que los soldados árabes marchaban allí y lo mantenían alejado de la Ciudad Vieja, sin que pudiese llegar al “Kotel” (El Muro de los Lamentos).
Impulsado por una fuerza milenaria, no esperó siquiera a cambiar su ropa y corrió fuera, justo a la hora en que el sol se ponía. Buscó hasta hallar el sitio con la grieta para colocar su papel en el sacro muro, y depositar allí su oración. “Dios responde a todos los rezos —aseguró—, aunque a veces la respuesta sea ´no´”.
Reencuentro
El actor comenta a menudo el especial momento emotivo vivido en Monte Moriah, cuando con suave voz la joven guía indicó: “Aquí es donde todo empezó” y relató la historia que tanto le impactó a él a sus catorce años de edad, del sacrificio que Dios exige a Abraham. “Ese lugar —reflexiona Kirk Douglas— representaba el comienzo de mis dudas. Y el final de ellas” y concluye “… en el oscuro túnel, tocando la piedra de Monte Moriah, crecí…”. Viviendo el “shabat” en una casa del corazón del barrio judío, esa noche Kirk cerró sus ojos y se reencontró con Isur; y, a través del candelabro, vio el rostro de su madre y sintió que había retornado a casa.
Conciencia del mundo
Kirk Douglas enfatiza que en el momento histórico en el que con mayor decisión a causa de las ideas iluministas, los judíos nos asimilábamos y nos estábamos yendo del Judaísmo, fue bajo dicha circunstancia que nos alcanzó la mayor y más cruel persecución, sufrida por la criminalidad de la Alemania nazi.
Por ello en sus reflexiones, afirma que debemos agradecer a los judíos piadosos, ya que esos hombres de las oscuras gabardinas que tanto le asustaron en su pubertad, son los que han mantenido vivo al judaísmo a través de los siglos.
Y también destaca que él aún necesita que Dios le dé el tiempo suficiente para aprender todo lo que hace falta y poder comprender qué es lo que hace que los judíos seamos la conciencia del mundo.
Como vemos, Kirk Douglas —Isur Danielovitz Demsky— no es sólo “una cara bonita” en el celuloide, sino un judío comprometido con su identidad, y con la tradición, la historia y el porvenir de su pueblo.
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