La Argentina condenó "enérgicamente" el atentado contra una escuela talmúdica en Jerusalén, que causó ocho muertos y varios heridos de diferente consideración. El ataque fue realizado por un grupo armado palestino en la biblioteca de la escuela rabínica de Merkaz Harav, en el oeste de la ciudad de Jerusalén. Como respuesta al atentado, la Argentina expresó que "condena enérgicamente el atentado contra una escuela religiosa judía, ocurrido en Jerusalén y en la que perdiera la vida cerca de una decena de civiles". De esta forma, el Gobierno argentino expresó "su profunda preocupación ante el recrudecimiento de las tensiones y de la violencia en la región, las que alejan a las partes del camino del diálogo y agravan la situación de inseguridad en la población civil". Finalmente, se comunicó que la Argentina "exhorta al cese de los actos de violencia para posibilitar, así, el afianzamiento de un clima que permita reencauzar el proceso de negociación, en busca de una paz justa, global, y duradera".
El asesino había sido chofer de la ieshivá.
Mientras tanto, La policía israelí confirmó que fue Ala Abu-Deim, de 20 años, habitante del barrio de Jábel Mukáber, de Jerusalem oriental, el autor del cruento atentado en la ieshivá Merkaz HaRav. Abu-Daim, que había sido chofer de la ieshivá, poseía cédula de identidad azul, de ciudadano israelí, que le permitía moverse libremente por la capital.
Sus vecinos confirmaron que había estado en la cárcel israelí desde hacía 4 meses, y que hace algunas semanas había sido liberado. Fuerzas de seguridad demolieron la vivienda de su familia, que es el castigo acostumbrado por parte de Israel.
Junto a su casa fue erigida una carpa de dolientes, a la que asisten parientes, conocidos y allegados para saludar y dar el pésame. Si bien no se indicó explícitamente la filiación de Abu-Deim, en el lugar se vieron izadas varias banderas de Hamás.
El director de la ieshivá, rabino Yaacov Shapira dijo entre lágrimas: "Esta masacre es continuación de la de 1929 (cuando árabes provocaron disturbios en la época del Mandato Británico, dando muerte a 133 judíos), y todavía hierve la sangre del profeta. Aun los líderes del mundo comprenden que el corazón de la nación es la Torá. Todos queremos y todos creemos que ha llegado la hora de un viraje espiritual".
Parte de los presentes se enfurecieron del hecho de que no se hizo presente en los funerales ningún representante del gobierno, y ni siquiera el presidente del estado, Shimón Peres. Fuera de la ieshivá se congregaron miles de ciudadanos que no pudieron entrar en la explanada.
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