Por Moshé Rozén
Enviado de la Agencia Judía
Baby Boom fue el masivo fenómeno de nacimiento de niños tras la Segunda Guerra Mundial: signo de esperanza tras años sin horizonte. Algo así podemos pensar de los muchos países que vieron la luz tras ocaso colonial.Entre 1945 y 1953, 15 países de Africa y Asia alcanzaron su independencia. Uno de ellos es el Estado de Israel.
Los israelíes son muy críticos con su país y su parámetro de comparación en cuanto a calidad de vida y libertades civiles son los países occidentales.
Pero la soberanía judía no se inscribe en esa órbita geopolítica: Israel, como Vietnam, Laos y Cambodia, nació al calor de la batalla por la emancipación nacional: la “gala de expulsión” del colonialismo europeo. Por eso, el matutino israelí “Haaretz” en su edición dedicada a los 59 años del país independiente, propone –como paralelo del paradigma- a la India o –por ejemplo- las dos Coreas.
El cotidiano hebreo sostiene que, considerando las adversas condiciones de su orígen, como ser la carencia de recursos materiales, la amenaza de guerra de los vecinos árabes, las olas inmigratorias de refugiados –sobrevivientes del Holocausto y comunidades judías exiliadas de la esfera islámica- Israel supo sobreponerse a tales dificultades y reguardar la vocación democrática de los pioneros sionistas.
El matutino afirma que también la evolución socioeconómica del joven país supera a la de sus compañeros de ruta, aquellos que rompieron con la dependencia imperial gala y británica a fines del cuarenta y comienzos del cincuenta.
No obstante, Haaretz añade que ciertos escándalos de los últimos tiempos aproximan a la moderna democracia israelí a la cultura política que caracteriza habitualmente a los países en desarrollo, aquellos que iniciaron en la segunda mitad del siglo veinte el difícil trayecto de la construcción nacional independiente.
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