Ya de movida, al ser puesto al frente de una nueva UIF-AMIA dotada de plenos recursos en febrero del 2005, el fiscal Alberto Nisman tenía claro que debía echarle la culpa del atentado a Teherán, y que cualquier cosa que hiciera debía estar conforme con la SIDE y los servicios de inteligencia amigos de ésta, es decir, la CIA y el Mossad. Ya de movida, había aceptado que sólo podía buscar cómplices del encubrimiento en la Policía Federal (con muchos límites) y en un único “sirio” Alberto Jacinto Kanoore Edul… al que nunca pudo probarle que hubiera tenido la supuesta Trafic bomba… porque nunca existió. Cuando quiso salirse un poco de este corsé asfixiante que le impedía siquiera hacer como que investigaba y pretendió acusar de encubrimiento a Carlos y Munir Menem, tal como revelaron los despachos del Wikileaks publicados por Santiago O’Donnell, en la Embajada de los Estados Unidos le dieron un moquete en el morro ordenándole que se limitara a velar porque el gobierno de Irán no saliera nunca del foco. Este programa de “La Voz y la Opinión” de mediados de 2005, a apenas cuatro meses del inicio de las tareas de la UIF, permite comprobar fehacientemente que –además de que Nisman era un guitarrero que mezclaba géneros como la cháchara con la sanata- ya desde entonces era una marioneta del hoy prófugo Stiusso (repite en dos oportunidades el escándalo que supuso para los servis de todas las latitudes que el renunciante ministro de Justicia, Gustavo Béliz, hubiera enseñado su rostro en un programa de la TV abierta, y sus ingentes esfuerzos para revertir ese descrédito ) y se dedicó a compatibilizar los “papers” de la SIDE, la CIA y el Mossad con el objetivo de apuntar a la Triple Frontera, a Hezbolá y especialmente a Irán, desechando cualquier hipótesis contradictoria. El conductor, Daniel Schnitman, invitó al programa en esa oportunidad al fallecido Carlos De Nápoli –con quien escribí el que es hasta ahora mi mejor libro, Ultramar Sur-, a Horacio Lutzky (abogado, ex director del periódico Nueva Sión y ex jefe de prensa de la AMIA) y a los fiscales Nisman y Marcelo Martínez Burgos (es la primera vez que le veo la cara, me encantaría que alguien me informara bien por qué se fue de la UIF). De Nápoli puso el acento en el terreno de la calle Constitución al que tenían acceso tanto el sirio argentino Edul, vecino del mismo, como los efectivos de la comisaría 20º -a tiro de piedra, sobre la calle Catamarca- puesto que estaba abierto por detrás, lo que volvió absurdo el pretexto del policía que debía allanarlo… y dijo que lo encontró cerrado. Lutzky relató “desde adentro” como bajo el influjo de Beraja todo lo que contradijera a “La Historia Oficial” fue censurado, tanto en el canal Aleph como en la página web de la propia AMIA, y relacionó el atentado con el vaciamiento del Banco Mayo –de Beraja- a poco de haber recibido casi 300 millones de dólares del Banco Central. Nisman tuvo dos intervenciones, una al principio y otra al final, siendo ésta la más importante por las razones ya descriptas: se pone a parlotear y a morcillear y en medio de la sarasa la verdad se le escapa por las hendijas. Hasta el punto de que, en una ironía trágica termina diciendo la frase que le da título a esta reseña. Ambas intervenciones están destacadas en negrita. Como Pájaro Rojo sabe que muchos de sus lectores son gente ocupada, se ha tomado el trabajo de transcribir un amplio resumen de lo dicho. Quien deseé ver el video, debe cliquear https://www.youtube.com/watch?v=TpPfaQaPSx4. El que esté apurado, puede leer las intervenciones de Nisman al principio y al final del texto que sigue: Nisman- consideramos acreditados los tres hechos de sustracción de pruebas imputados a (el comisario Carlos Castañeda (jefe del disuelto Departamento de Protección al Orden Constitucional de la PFA). No sólo los 66 casetes desaparecidos que tenían las charlas de Telleldín sino también diversos elementos que desaparecieron del allanamiento de (la casa de) Telleldín y de otro producido el mismo día en la casa de los hermanos (Mario y Tomás David Lorenz. Lo llamativo de este tema es que ningún caso faltaron objetos de valor o dinero, sino elementos destinados a contener información, como ser casetes, disquetes, videocasetes, rollos de fotos, etcétera. De lo que obtuvimos la certeza de que, evidentemente, hubo una intención de sustraer estos elementos con un fin determinado. Y también lo acusamos de falsedad ideológica en instrumento público por cuanto cuando remitió esa documentación al juzgado quiso hacer creer que se trataba de todos los elementos que habían sido secuestrados omitiendo justamente lo que faltaba. La fiscalía le pidió 6 años y 6 meses de prisión una pena casi un 560 por ciento más alta que en lo que en definitiva se le dio. El tribunal sustentó esa pena, entre uno y cuatro años entendiendo que la falsedad ideológica no estaba acreditada porque cuando el secretario (Carlos) Velazco recibe los efectos y detecta los faltantes, ya no se da el perjuicio que requiere la figura típica, y en eso funda la baja de la pena. Es una pena de cumplimiento efectivo, y una vez que quede firme el señor Castañeda tendrá que cumplir los cuatro años de presión. (…) Castañeda en su indagatoria no reconoció en modo alguno que el haya sustraído los 66 casetes ni siquiera que hayan desaparecido. La suya fue una versión absolutamente infantil y antojadiza que fue desacreditada no sólo por la fiscalía sino (también) por el propio tribunal. Él lo que dice es que efectivamente tuvo esos casetes, pero que después se los tuvo que dar a la SIDE porque si no la SIDE no le daba los casetes que seguían cronológicamente… El problema que se le agrega a Castañeda es una nueva denuncia nuestra vinculada a la desaparición de casetes y cintas magnetofónicas de otro imputado en la causa, Alberto Kanoore Edul, desaparecidos en el DPOC en circunstancias muy parecidas. Creo que con el paso del tiempo Castañeda también va a tener que dar explicaciones… No sólo desaparecieron los casetes, sino también las transcripciones, que desaparecen los primeros días después del atentado del juzgado del doctor Galeano. Y de la revisión de este legajo surge como muy llamativo las intervenciones a los teléfonos de Kanoore Edul. Le doy un ejemplo: se los intervienen a 15 día de producido el atentado. En una época en que los teléfonos se intervenían sine die (lo que en un hecho de esta naturaleza además parecería lógico, no estoy haciendo una crítica de eso) en hipótesis delictivas con mucho menos peso respecto a (la de) Kanoore Edul. ¿Qué pasó acá? Ocho días después, el 8 de agosto, cuando en el juzgado lo único que se recibían eran pedidos de intervenciones telefónicas, aparece (el vicealmirante Juan Carlos Anchezar, subsecretario de Inteligencia, el segundo de (Hugo) Anzorreguy, diciéndole al Dr. Galeano, de manera totalmente infundada y antojadiza, que deje sin efecto la intervención de ese teléfono (el movicom fijo en su Peugeot 505 marrón) del cual había llamado a la casa de Telleldín el domingo 1o de julio, que es justamente cuando se transfiere la camioneta, diciéndole que no guardaba interés para la investigación. Y Galeano sin ningún fundamento, la deja sin efecto. Es decir que el 8 de agoto, a menos de un mes del atentado, se deja sin efecto la intervención de un teléfono importantísimo, desaparecen los casetes de la Policía Federal, al juez le desaparecen las transcripciones. El propio juez le ordena a su secretario que haga una certificación de todos los teléfonos que hay intervenidos respecto de Kanoore Edul, pero lo hace un año después y omite justamente esa línea, el 449-4706, como si nunca se hubiere intervenido. A Kanoore Edul, con los mismos elementos que existían en 1994, recién se lo indaga llamativamente en el 2000, seis años después. -¿Estamos hablando de “la pista siria”?-, pregunta Schnitman. -Yo no la llamaría pista siria sino que un ciudadano que tiene esa ascendencia respecto a cuya persona ha habido cuento menos un afán contemplativo o pasivo en cuanto a la investigación- elude una definción Nisman. A su turno, Carlos De Nápoli habla del terreno de la calle Constitución 2657, al que supuestamente el mismo camión que había dejado un volquete frente a la puerta de la AMIA había llevado otro seguidamente… o antes de ir a la AMIA. “Ese terreno no fue allanado, el policía que va dije que no puede entrar al lugar cuando la parte trasera del terreno estaba abierta y daba directamente a un terreno de la Policía Federal (el personal de la comisaría 20ª tenía acceso directo por detrás). Ahí hay un falso testimonio absoluto. Kanoore Edul regenteaba ese terreno y al haber llamado a Telleldín juntaba a la supuesta camioneta bomba con la puesta de un volquete en la puerta de la AMIA, lo que lo volvía una pieza fundamental. Schnitman recuerda que los dueños de la empresa Santa Rita, a la que pertenecían camión y volquetes habían comprado grandes cantidades de amonal, el explosivo utilizado para volar la AMIA. De Napoli precisa que el dueño de Santa Rita es Nassib Haddad y que había comprado en la empresa Delbene y Serris, de Olavarria, “una cantidad de amonal gigantesca”, así como que “los fiscales ordenaron su detención y estas personas (Nassib y su hijo Jorge) son detenidas. No es que quedaron ajenas a la causa. Son detenidas”, subrayó. De Nápoli dijo seguidamente que no hubo coche-bomba, y que en esos momentos iniciales esa hipótesis ni siquiera era considerada por los fiscales, que pidieron la inmediata detención de Nassib y Jorge Haddad y que encontraron todo, los explosivos, las facturas de compra y los detonantes. Destacó que la detención de los Haddad no sólo fue pedida por los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, sino también por otros cinco fiscales, lo que revela la importancia de esas detenciones. Schnitman dice que el fantasmagórico “Jaime” Stiuso, entonces jefe de Contrainteligencia de la SIDE, “reveló en el juicio que se le está haciendo al corrupto juez Galeano que el área que encabezaba no estuvo de acuerdo con la vinculación de la policía bonaerense con el atentado. “Solo nos enteramos del pago de 400 mil dólares a Telleldín luego de que se concretó”, dijo que dijo el hombre fuerte de la SIDE. Aparece entonces en imagen la Dra. Marta Nercellas, abogada de la DAIA y de su ex presidente, el banquero Rubén Beraja expresando su apoyo al juez Galeano en el 2002, cuando ya se había demostrado fehacientemente que había desviado la investigación hacia un vía muerta, un callejón sin salida. Horacio Lutzky recordó luego que cuando surge en el programa de Jorge Lanata el video en el que Galeano aparece sobornando a Telleldín para que acuse a Ribelli y un grupo de policías bonaerenses y el juez Claudio Bonadío debía resolver qué hacer con eso, “en ese justo momento apareció un anónimo que decía que el atentado había sido obra de Al Qaeda y de Bin Laden, con lo cual los diarios del día siguiente y de toda la semana se ocuparon de hablar si Bin Laden había tenido que ver o no con el atentado a la AMIA” y en cambio ocultaron todo lo relativo al pago a Telleldín, que se siguió negando hasta que demostró en el juicio. Lutzky dijo que “los profesionales que debían haber sido los interesados en destapar todas las irregularidades”, es decir, los periodistas, “hasta el día de hoy siguen negando lo que ya es evidencia absolutamente probada” (Lo seguirían haciendo hasta la muerte de Nisman). Aparece entonces en imagen Juan José Ávila, abogado de la DAIA-AMIA en el juicio. Opina que Galeano (como si no hubiera sido probado que desvió la investigación hacia una vía muerta, un callejón sin salida; como si el juicio más largo y complejo de la historia argentina no hubiera tenido lugar) “hizo todo lo que pudo”. El fiscal Marcelo Martínez Burgos recordó luego que la causa estaba en manos de la UIF desde “el 8 de febrero de este año por lo que estamos haciendo una compulsa general de todas las actuaciones”. Añade que “más allá de lo extenso de los legajos, de las escuchas telefónicas (…) observamos ciertas irregularidades que creemos tenemos que extirpar como si fuera un tumor maligno que a veces pareciera que fuera endémico para iniciar de una vez por todas una investigación seria. Hemos recibido bases de datos inexactas. Hemos visto que hubo allanamientos ordenados que no se realizaron. La Unidad hoy, después de cuatro meses de acción está purificando todas las irregularidades que se cometieron y está empezando de cero a realizar la investigación. A preguntas de Schnitman, Martínez Burgos dice que van a ir a fondo “sea quien sea el que esté adelante. Es la última gran oportunidad que tenemos”. Schnitman le pide a Lutzky que cuente sus experiencias como jefe de prensa de la AMIA, y Lutzky recuerda sus expectativas al aceptar ese empleo “de que no ocurriera lo que ahora está ocurriendo, dónde aparecen los querellantes respaldando y defendiendo a un juez que quizá sea el autor de la peor investigación de la historia argentina, del encubrimiento (de los asesinos) tal como dice la sentencia “para satisfacer oscuros intereses de gobernantes inescrupulosos”, pero –agregó– esas expectativas se licuaron muy rápidamente”, y “los mismos miembros de la comisión bicameral que tenían que propiciar las investigaciones, se encontraban en reuniones con muchos de estos dirigentes y hoy van todos juntos a defender a Galeano”. Lutzky recordó que esos dirigentes hasta “nos sabotearon la página de internet (de la AMIA) en la que estábamos publicando cosas que los medios no sacaban, testigos que por primera vez iban a declarar y que hacía hacer agua la hipótesis oficial, la propia institución no tuvo ningún interés de que eso se difundiera”. Schnitman puntualizó que si eso sucedió en la AMIA, “lo que pasó en la DAIA fue peor” y le preguntó a De Nápoli que tuvo que ver en todo esto Rubén Beraja. De Nápoli recordó que Beraja estuvo “corriendo de canal en canal” para que no emitieran el video en el que Galeano sobornaba a Telleldín y vuelve a elogiar a Lanata por pasarlo, lo que demostró que se trataba “de una acusación falsa y pagada”, lo que de por si debió “haber hecho caer la causa”. -¿Tienen algo que ver los 300 millones de dólares que recibió el Banco Mayo en plena caída como redescuentos y que nunca más se devolvieron?-, preguntó Schnitman a Lutzky. -Digamos que es muy difícil sostener lo contrario. Por un lado se hacían solicitudes de redescuentos al Banco Central, que se manejaban en forma absolutamente política y en el término de cinco semanas se llegó a obtener 298 millones de dólares (…) y ya ha quedado demostrado que gran parte de esos fondos fueron derivados hacia empresas satélites de este mismo grupo… Sociedades truchas – apostilla Schnitman. Obviamente. La misma persona que está golpeando una ventanilla para pedir asistencia a la vez y a su vez para distribuir esa asistencia a empresas y grupos afines, no puede ir a reclamar por otra ventanilla justicia caiga quien caiga. Mario Altmark (que por entonces colaboraba con Schnitman) dice que cuando Beraja se fue de la DAIA fue sucedido por José Hercman, el mismo que le había alquilado un piso a la Embajada de Irán para uno de sus diplomáticos, dueño de una consultora que recomendaba confiar en la solidez del Banco Mayo dos meses antes de su derrumbe y que fue asesor del Grupo Meller en épocas de la dictadura. El mismo que, recordó, durante su gestión la DAIA “presionó a nuestro periódico” y “nos querelló a Marcos Doño y a mi para silenciarnos, y quiero recordar que Marcos y vos (señala a Lutzky, que está a su lado) empezaron a armar el canal Aleph, y cuando ustedes empezaron a hablar de ciertas cosas… El Dr. Beraja era presidente del canal…-, señaló Schnitman. -Sí, y yo era el vicepresidente y director de Noticias -recordó Lutzky-, y ni bien comenzamos a emitir -se cumplía entonces un año del atentado- y Marcos Doño y empezamos a tocar las puntas que hoy están circulando, justamente con esas personas que no se pueden mencionar… bueno, vino una persecución, una hecatombe, hasta con incidentes policiales. Se destruyó, en síntesis, la posibilidad de que el canal fuera lo que pretendía ser. Schnitman le pregunta a los fiscales qué futuro le ven a la causa. Nisman dice que “como bien dijo Martínez Burgos, partimos de cero y estábamos revisando toda la causa, que “abarca tanto la parte local como la regional en la Triple Frontera, y la internacional, que llega hasta Irán. Estamos analizando la totalidad de las carpetas que nos ha remitido la Secretaría de Inteligencia del Estado, son casi 2000 carpetas y casi 400 mil fojas. Lo estamos haciendo de manera tal que no sea una simple lectura de cada carpeta porque eso nos puede indicar poco, sino lo que hacemos es analizamos determinado tema y vamos a ver… porque las carpetas son en definitiva la cocina de lo que iba haciendo la SIDE en ese momento: que un buchón se entrevistó con un agente de la SIDE, y que fue pasando y como está volcado… entonces lo que estamos haciendo es cotejar… por ejemplo, determinada información oficial volcada por la SIDE en la causa en determinado momento… que pasó en la cocina. Es decir ¿se compadece o no se compadece? Y cuando se ve algo que no se informó, ver si esto es endémico respecto a otros temas. O sea, es un análisis y un estudio que lleva tiempo pero que creo que… no quiero aventurar ningún tipo de esperanzas pero creo que estamos yendo por el buen camino. No descartamos absolutamente ninguna hipótesis, estamos abiertos a todas, aún a las que suenan… a la más descabelladas, y bueno… estamos avanzando y hay algunos puntos que nos hacen ver que hay algunas luces que se están encendiendo quizá no en lo más cercano del camino pero con posibilidades de aclarar algunas cosas porque esto no se limita solo a demostrar quienes actuaron mal y quienes han encubierto. Yo por ejemplo recuerdo que cuando finalicé mi alegato (en el que pidió cárcel para Telledín y para Ribelli y sus hombres, a sabiendas de que no eran culpables de la voladura de la AMIA), realicé contra los funcionarios que intervinieron en la instrucción (entre ellos, sus compañeros, los fiscales Mullen y Barbaccia alrededor de 30-35 denuncias. Pero esto es una cosa que interesa, pero a los familiares y fundamentalmente a la sociedad yo creo que les interesa saber bien, también, quién financió el atentado, dónde se ideó y cuál fue la participación de elementos locales. El juicio oral puso al descubierto una gran trama. Han pasado diez años pero creo que como dijo Martínez Burgos hay una oportunidad, creo que ya es la última, por determinadas circunstancias que se van dando tenemos una Unidad Fiscal con una importante cantidad de gente, debo reconocer que contamos con medios técnicos y humanos tal como hemos solicitado, con lo cual, en definitiva, creemos que podemos avanzar, no sabemos hasta dónde, pero estamos haciendo lo imposible para llegar lo más lejos posible… Entonces Schnitman le pregunta si no intuyen que pueden toparse con un techo. -Por parte nuestra no va a haber ninguna limitación porque creo justamente que nuestro salvoconducto por llamarlo de alguna forma es tratar de llegar hasta el final. No fue fácil, por ejemplo, hemos tenido reuniones con servicios de inteligencia extranjeros. No es fácil generar nuevamente la confianza en ellos cuando en determinado momento aparece una fotografía de un agente de la SIDE en un periódico… Todo sabemos muy bien que la justicia argentina en atención a muchas circunstancias que han ocurrido no resulta sumamente creíble vista desde el exterior. Ellos no entienden como un agente de inteligencia puede ser mencionado por un ministro de Justicia… más allá de que el agente de inteligencia sea bueno o malo… no interesa… saca la foto en un programa, entonces todo esto lleva tiempo, una larga serie de charlas y reuniones para hacerles entender que intentamos realizar algo distinto y que se puede confiar (en nosotros). Esta es nuestra apuesta. Estamos dejando la vida en esto y vamos a tratar de que sea con éxito.”… Si de lo que se trataba era de dejar la vida con éxito, Nisman lo consiguió.
|
|
|
|
|
|