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La Dolores
No fue justo el tata Dios con la Dolores a la hora de repartir favores, nacida en un hogar de peones cuyo tinte cobrizo era considerado un disvalor para los que ostentaban el poder.
Desde chica sirviendo en mesa ajena ,siempre a otros, poco a si misma ,no tuvo más remedio que asumir su condición de sometimiento ,aunque algo en su interior, se rebelaba contra ello.
No hubo juguetes propios, sólo los desechados por los hijos del patrón, servían para que la Dolores imaginara un mundo de fantasía, del cual también ella era parte activa.
Pero la realidad se imponía, era hija de peón y para colmo mujer ,lo cual tampoco le daba valor a ojos de su padre.
La madre, doblemente sometida, por los patrones y por su hombre ,solo sabía concebir y parir, uno tras otro ,para aumentar la fuerza laboral del estanciero y para reducir aún más, la porción de comida individual en cada plato.
No tenía más de doce años la Dolores cuando terminó de sacar la vajilla en la mesa del patrón, este la miró con sus ojos de alcohólico y le ordenó:!vos, chinita, espérame en mi habitación!
Incapaz de reaccionar la niña, cumplió con el mandato, las ordenes del patrón no se discuten, se acatan y obedecen.
Así fue como la Dolores, tal como muchas generaciones de hembras de su raza, tuvo que aceptar un derecho de pernada, que los amos se toman como atributo y consideran sublime concesión, a las chinitas de sus feudos.
Vale aclarar que esto sigue así en varias provincias del país, es tolerado y avalado por parte de los eclesiásticos, que lucen sus oropeles siempre junto a los amos ,nunca junto a los sometidos.
Asqueada, avergonzada, sangrante y dolorida, tuvo que soportar Dolores su destino. Por la mañana, se encaminó a sus quehaceres habituales.
El padre guardó su ira y sus lágrimas, ya se desquitaría después con su mujer ,o con otro hijo, cuando el alcohol lo obnubilara y le hiciera olvidar su propia condición de esclavo.
La madre, le tendió un trapo en silencio y la miró a los ojos como diciendo:"yo también pasé por eso, hija, para esto estamos en el mundo".
El patrón se levantó tarde, pidió su desayuno y al servirle Dolores ,la miró tratando de recordar lo ocurrido ,luego, con una sonrisa morbosa le dijo: ¡Te gustó guachita ,eh, hoy repetimos! Y la pobre niña contenía el llanto, aunque no le regaló al macho la sonrisa de agradecimiento que esperaba por parte de la víctima.
Al poco tiempo, en una madrugada fría, la muchacha se alejó del hogar de sus padres y la casa de su oprobio.
Llevaba un atadito pobre, con pocas pilchas, unos trozos de galleta dura y algo de carne charqueada, hurtada de la despensa de los patrones, que también tomaban la carne de sus peones , sin pedir permiso ni autorización alguna.
A partir de ahí, la Dolores se fue haciendo mujer y de las duras por necesidad.
La acuciaba el frío, la lluvia, el viento ,pero por sobre todas las cosas :el hambre
Soñar con un plato humeante ,mientras las tripas vacías hacen ruido, sentir el dolor de cabeza ,las piernas pesadas y subordinar todo pensamiento y deseo a ese alimento anhelado que llenara su panza y su corazón.
Se unió a otros siervos como ella, en los trabajos ocasionales de zafra o des yuyada, dobló su cintura millones de veces a la tierra para desbrozar con sus manos la cizaña que invade cultivos.
Por las noches, hacinados a montones en tinglados inmundos, donde la fetidez y la promiscuidad reinaban entre los trabajadores.
Conoció sus límites ,aprendió de la falta de ellos que otros detentan, fue forzada por un hombre, que le demostró su poderío físico mayor al de ella y comprendió que un arma, nivelaría la diferencia.
En la siguiente ocasión, la hoja de su puñalito convenció al forzador, que con la Dolores, no se podía jugar, se iba la vida en ello.
Deambuló por tantos oficios cuya existencia ni conocía, siempre rodeada de otros en similar condición a la de ella.
"Cholos, negros ,bolitas" y otros términos menoscabantes ,se oían respecto a ellos en boca de los que detentaban el dinero o el poder.
Contrato a estos negros de mierda por la comida apenas y no gasto en herbicida que es caro ,solía decir el contratista, a quien quisiera oírlo, haciendo gala de su viveza y desdén por el prójimo.
Muchas veces dobló el lomo la Dolores por un plato de comida, también supo de entregarse sin placer a quien se lo pudiera conseguir.
Cuando el vientre comenzó a hincharse, supo que su destino de hembra se estaba consumando ,parió de rodillas, en una casucha miserable, asistida por otras víctimas como ella.
Nombró a su hija :Esperanza y juró, siendo ella misma una niña aún, que no permitiría se repitiera con Esperanza, el derrotero marcado que tenían las hembras cobrizas de su tierra.
Con su beba a la espalda, emprendió la tarea, erguirse, agacharse, volver a erguirse, mientras su niña acompañaba el movimiento de la madre con su gorjeo infantil.
Todas las piedras del camino dejaron durezas en su corazón, pero supo descubrir que no todas son espinas y que florece entre los desposeídos, la solidaridad auténtica, que difícilmente conozcan, aquellos que se mueven en mundos de apariencia y simulación.
Cuando consiguió un techo pobre para si y para su hija en aquel pueblo de campaña, la Dolores creyó tocar el cielo con las manos, sabía que la lucha continuaba, pero tener un lugar donde volver, era algo que creía perdido para siempre.
Un mate cocido temprano, un trozo de galleta, dar de mamar a Esperanza y salir a buscar el sustento diario, todo era válido con tal de sobrevivir y si era posible, con dignidad.
Así como dicen que"D"castiga sin palo y sin rebenque", también premia "sin oro y sin billete" y a la Dolores le tocó parte de ese premio, aunque ella no lo supiera hasta mucho tiempo después.
Entró en la farmacia, preguntando si habría alguna tarea de limpieza para ella, el hombre de bata blanca y rostro pálido, la miró directo a los ojos ,con los suyos de color cielo, tras las gafas sin montura.
Diría que un doliente reconoce a otro en el sólo hecho de mirarse, pero eso pertenece a mis especulaciones mágicas no fundamentadas.
El farmacéutico observó a la Dolores y a su criatura, antes de responder, extrajo de una caramelera dos caramelos de miel y le extendió uno a la niña y otro a su madre ,luego , le respondió a la Dolores afirmativamente respecto al trabajo.
¿Cómo podía saber Román Kapelovich que esos dos seres desposeídos, ya habían olvidado el sabor de una golosina, si es que lo habían conocido alguna vez?, es tan fácil a veces, hacer feliz a alguien, que no hacerlo a conciencia, es un ejercicio de pura maldad.
La Dolores pasó a hacerse cargo de la limpieza en la farmacia y en la vivienda del fondo a la cual, recientemente llegara Romän a hacerse cargo del puesto.
Era trabajo liviano para Dolores y podía traer a Esperanza con ella, el farmacéutico era especialmente cariñoso con la niña, a quien llamaba Shpritze, según el, así decían en su familia a la esperanza y una hermanita menor de el , también se llamaba de ese modo.
Cuando le dijeron a la Dolores:¿trabajás para el judío?,ella se percató que Román podía serlo, ¿qué más daba?.
Solo tenía una idea vaga que los judíos eran malos porque mataron al niño Jesús y D"los castigó.
Luego recordó que lo poco que sabía era por oírlo de boca del cura en la capilla de la estancia, ese mismo cura que avalaba la conducta del patrón para con la servidumbre y olvidó el tema por completo.
Le bastaba saber que era bien tratada, que le pagaban regularmente por su trabajo y que su niña entraba contenta a la farmacia, llamando al farmacéutico: ¡Román, Román! Y este aparecía con un caramelo de miel en la mano y una sonrisa en su cara de hombre bueno.
Cuando la Dolores observó que en la casa había apenas resto de alimentos y que Román tenía el cuerpo más y más delgado ,le pidió la dejara hacerse cargo de cocinarle algo, a lo que Román accedió agradecido y, presto fue al almacén a decir que la Dolores podía retirar lo que necesitara a cuenta de el.
A partir de ese momento, hubo comida en la heladera de Román ,no es que el comiera mucho ,pero al menos podría ingerir algo si lo deseaba, Dolores se iba por las tardes a otros trabajos.
Un día , en que había cocinado un puchero muy sabroso, pasó Dolores por la farmacia que ya estaba cerrada ,llamó a Román, este acudió a abrirle la puerta.
Estaba cenando solo en una mesa en la cual ardían dos velas, al lado de su silla había otra, acondicionada con un cojín , como para una criatura, pero nadie acompañaba a Román.
Le agradeció la comida tan sabrosa, le ofreció compartirla y se sintió en la obligación de explicar la extraña situación.
Explicó que lo de las velas era una costumbre familiar que conservaba para cada víspera de sábado y lo de la silla vacía era por un niño ausente, que no sabía si estaba aún en el mundo de los vivos o había perecido en la vieja Europa.
A la Dolores, nunca nadie se sintió obligado a darle explicaciones, la conmovió que Román lo hiciera, e intuyó nuevamente el profundo dolor que había tras esos ojos claros.
Le solicitó al farmacéutico si la dejaba instalarse con su hija en la pieza del fondo, ella la acomodaría y podría de ese modo, salir del rancho miserable que ocupaba.
Román no sólo accedió, sino que antes que ella viniera, hizo blanquear la habitación, la acomodó y cuando Esperanza entró a su nueva morada, halló junto a la cama una camita infantil nueva, con una preciosa muñeca, apoyada en la almohada esperándola.
La Dolores, la dura, la chúcara y retobada, sintió que lágrimas de las buenas ,afloraban a sus ojos por la actitud de Román.
El farmacéutico no tenía vida social, cerrar la farmacia, era para el ,sentarse a leer viejos libros, prospectos médicos o apuntes propios que conservaba cuidadosamente en carpetas ordenadas.
Fue Esperanza la que logró sacarlo de su encierro, ¡Román!, está tan lindo el sol afuera, no me acompañás a dar una vuelta?, después fue la calesita, el circo ambulante, la kermés del pueblo y otros eventos que vieron pasar al farmacéutico pálido, llevando de la mano a la vivaz morochita, que tanto afecto le demostraba.
El nombre y la fama de Román se expandieron en la comarca, pronto llegaban de otros pueblos a buscar recetas, darse inyecciones, pedir consejo, etc.
A todos recibía Román con su sonrisa cordial, sin distingos de ningún tipo.
Le pidió a Dolores que lo ayudara en lo más elemental, tomar la presión, colocar una inyección intramuscular, (la hizo practicar con naranjas mucho tiempo),o expender algún medicamento que el le indicara.
Dolores, pese a su falta de educación, fue rápida en aprender, no le cerraba cuando Román le decía a algún cliente , después de darle el medicamento solicitado,!otro día me lo pagás, dejá por hoy!, el sabía que no podían pagarlo, pero Dolores, a quien nadie le regalara nada en su vida anterior, era más dura, al juzgar conductas ajenas.
La fatalidad quiso que Esperanza enfermara seriamente, los médicos no acertaban con el diagnóstico,que era falso Kroup, que era Kroup, que sería un edema pulmonar o tantas otras suposiciones.
Román no se apartó de la cuna, colocaba en la habitación ollas con agua hirviendo y hojas de eucaliptos, ventosas en la espalda, antitérmicos para aliviarla, pero la nena seguía con un cuadro pulmonar agudo y su respiración era irregular, forzada y sibilante.
Fueron varios días los que el hombre, se desvivió por salvar a la criatura, Dolores, a su espalda, lloraba en silencio, viendo como la vida de su hija se extinguía.
Adormecida en medio de la noche, la despertó el sonido dulce de las canciones que Román le cantaba su niña, eran en otro idioma , pero transmitían tanta paz que la niña logró conciliar el sueño y su respiración, milagrosamente, comenzó a ser más regular
Era un viernes, noche ya, Román en cuanto se durmió la nena, fue a la mesa a colocar las dos velas, probablemente para orar una plegaria de agradecimiento, pero antes que pudiera hacerlo, la Dolores ya las había colocado y prendido.
La miró a través de las llamas danzantes, sus ojos se encontraron y ambos lloraron agradeciendo al único D" que mora en las alturas y vela por nosotros.
Esperanza se repuso totalmente de su grave enfermedad.
Llegó el período en que la niña debía iniciar el colegio, pero ni documentos tenía y fue Román quien esta vez le pidió algo a la Dolores.
¿Te molestaría si yo reconociera a Esperanza como hija? , es a solo efectos de su documentación y para que no sea en el colegio una niña de padre desconocido.
Dolores no entendía la maraña legal, pero sabía que el gesto de Román era bien intencionado y aceptó la propuesta. Así fue como Esperanza Kapelovich ingresó a la escuela a hacer sus primeras letras.
Ver a su hija con el guardapolvo blanco, inmaculada, rozagante y bien alimentada, fue parte del juramento que la Dolores se había hecho a si misma apenas seis años atrás.
Nuevamente lloró de alegría, sabía que su suerte tenía un nombre :Román y ella, que apenas tenía veinte años, sintió que ese hombre, era todo lo bueno que el destino le podía deparar.
Por la noche, después de un día de gratas emociones, la Dolores esperó que Esperanza se durmiera y al sentir que Román se dirigía a su dormitorio y apagaba la luz, se levantó del lecho.
Entró en el dormitorio de Román, quien contemplaba en silencio la noche a través del ventanal ,la Dolores se despojó de su enagua en la penumbra, a la luz de la luna, su cuerpo joven y cobrizo, resplandecía en la oscuridad y así se ofreció a Román , quien la admiraba en silencio.
El hombre, a diferencia de lo que ella conociera, la acarició callado durante mucho tiempo, besó cada parte de su cuerpo con unción y delicadeza, casi adorándola y cuando después de tanto placer compartido, entró en ella, la Dolores conoció un placer desconocido hasta el momento.
Explotó su cuerpo joven sobre Román ,hasta casi desvanecerse, también el tenía tanta ternura reprimida por volcar, que reiniciaron juntos, una y otra vez los juegos amorosos, hasta que el alba los sorprendió abrazados.
Román cubrió el cuerpo fuerte de la Dolores con la sabana delicadamente, besó sus cabellos y murmuró en su oído:!gracias Dolores, gracias!,ella entreabrió sus ojos al oírlo ,lo abrazó fuerte y le respondió::!Román, no es gratitud, es amor!,lo cual anonadó al hombre que no supo como responder.
La Dolores si supo, antes que el pudiera evitarlo ,lo aferró con sus brazos y pantorrillas musculosas hasta que el deseo nuevamente floreció entre ambos y fueron un solo corazón palpitando en dos cuerpos largamente unidos
A partir de ese momento, la Dolores fue la mujer de Román, junto a el, aprendió a disfrutar todo lo que un ser humano puede brindar de bueno a otro., atrás quedó su fama de mujer dura., pronto comprendió al igual que Román, que sólo el amor hace girar al mundo, lo demás, también existe para que lo bueno resalte más.
Nunca supe el misterio de la silla vacía con el almohadón, tampoco quise preguntar, ya que no me asiste derecho alguno a hurgar en la vida de los demás si no lo piden,
Tal vez Dolores sepa que es lo que pasó, quien era Shpritze y demás, pero de sus labios, es difícil que salga una palabra al respecto.
En ocasión de graduarse Esperanza Kapelovich, me encontré con ambos, los vi felices y emocionados, me alegró mucho verlos así.
No se como distribuye el creador los destinos, sueños e ilusiones, pero en el caso de Román y la Dolores, diría que le salió una maravillosa carambola para beneficio de ambos.


Junio - Julio 2009 Sivan - Tammus 5769
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