En una especie de colmo de la crueldad, el líder piquetero argentino Luis D'Elía defendió en Tribunales su tesis del autoatentado judío en la AMIA utilizando un artículo escrito, nada menos, por una familiar de víctima del cruento atentado en 1994, la periodista Roxana Levinson, co-directora de Povesham.com. Esto es lo que tiene para decirle.
La citación a Luis D'Elía para que declare en el juicio a AMIA puede ser entendida sólo como parte de la desesperada necesidad de los familiares de las víctimas por extraer información de todo aquel que insinúa que sabe algo que no se sabía ya. Aunque la insinuación venga de un personaje extraño como D'Elía, cuya ignorancia total del expediente también se sabía de antemano. Pero es entendible, después de tantos años de ausencia de verdad y justicia, obstáculos en la investigación, desvíos, manipulaciones y manoseos, falsas promesas y esperanzas huecas.
D'Elía habló en un extraño panel en la Feria del Libro, emitiendo declaraciones más extrañas todavía. No sirvió para nada, encima, darle tribuna en un lugar supuestamente respetable como lo es un tribunal, para que siga haciendo propaganda.
Pues sólo así se puede entender su declaración de que "un derechista judío mató a Rabin; ¿por qué no podría pensarse igual en el caso AMIA"? En el mismo tono poco profesional, poco académico, poco digno, podría uno preguntarse: "Irán ya ha pagado a otros para que hagan su trabajo sucio; ¿por qué no podría pensarse igual en el caso D'Elía?"
Pero como no soy poco profesional, ni poco académica ni poco digna, no me lo preguntaré: como él, carezco de pruebas. En cambio, intentaré arrojar luz donde el Sr. D'Elía intentó arrojar baldes de oscuridad, por llamarla de modo elegante, y ello por dos razones: la primera, porque, como familiar de una de las víctimas, su declaración me ha lastimado también. La segunda, porque para hacer su propaganda, paga o no, utilizó un artículo de mi autoría, un artículo de la sobrina de una las víctimas del atentado a la Amia y de una de las víctimas del atentado a la Embajada.
Para mí, se trata de una línea roja que D'Elía cruzó sin vergüenza y con cobardía.
Los dichos de D'Elía
Luis D'Elía basó su argumentación “en la opinión de un ex integrante del staff del propio Rabin. En efecto, el señor Gad Ben Ari, quien se desempeñó como vocero y asesor del malogrado primer ministro entre los años 1992 y 1995 ha formulado en una entrevista periodística y en alusión al autor material del magnicidio:
'Igal Amir fue instrumento de un fenómeno marginal de la sociedad israelí, muy a mi pesar, de un fenómeno que todavía existe, aunque no esté tan a la vista. Existe en grupos extremistas, que no son pocos en Israel. Se trata de un fenómeno cuya expresión es que cuando los valores democráticos contradicen o entran en conflicto con los valores judíos como ellos los interpretan –obviamente una interpretación retorcida y enfermiza– entonces sus valores son más importantes que los de la democracia. Y si para eso hay que matar a un primer ministro, se lo mata. Por lo tanto, a mi entender ese hombre es tan sólo un instrumento carente de importancia. Lo que a mí me preocupa son las corrientes con ese tipo de ideas, que todavía hoy en día existen en no pocos sectores de la sociedad israelí” (Entrevista celebrada con la periodista Roxana Levinson, publicada bajo el título 'Igal Amir fue un instrumento. Ese hombre no vale ni siquiera una palabra' para Revista Horizonte que puede consultarse en: “http://www.revistahorizonte.org/articulos/view.asp?id=2174)".
Ciertamente, Igal Amir es judío, israelí, perteneciente a una corriente marginal dentro del abanico ideológico de este país pluralista hasta el desgarro. Esa corriente marginal es mesiánica: cree que todo lo que ocurre en Israel, o bien confirma o bien contradice la redención del pueblo judío. Así lo fue la conquista y ocupación de los territorios en la Guerra de los Seis Días: una victoria relámpago de los pocos contra los muchos, nada menos que en seis días, los mismos que le tomó a Dios terminar la Creación, echando por tierra planes de poderosos enemigos, vistos también como instrumentos del Creador para poner a prueba a su Pueblo.
La conquista de la Margen Occidental, Gaza, el Golán, el Sinaí, y sobre todo la parte de Jerusalén sagrada para el judaísmo, por contener el Muro de los Lamentos, no podía ser otra cosa que parte del plan divino para entregarle al pueblo judío toda la Tierra de Israel.
Por lo tanto, dice esta corriente trasnochada, si alguien pretende entregar a los palestinos todos o parte de los territorios ocupados, no está sino contraviniendo el Plan Divino. Sólo por eso, entendieron, Itzjak Rabin merecía morir.
Pero esta corriente, ignora el Sr. D'Elía, carece de organización cuando de hechos de violencia se trata. Cuando se produjeron brotes organizativos para efectuar actos terroristas, fueron desbaratadas por el estado israelí que, como todo estado de derecho que se precie, tiene tolerancia cero para con grupos armados paralelos. La principal fue la Resistencia Judía y fue desbaratada en 1985.
Cada tanto surge una nueva célula violenta, pero el ejército y la policía israelíes dan cuenta de ellos rápidamente. Igal Amir y Baruj Goldstein, si bien fueron parte de un enfermizo y fanático paradigma religioso, se puede decir incluso sus emergentes, no sintieron, sin embargo, que necesitaran de agrupación ni logística alguna, y actuaron por cuenta propia.
La pertenencia a una agrupación "de la derecha judía israelí" por parte de Igal Amir no fue probada por la justicia israelí. Aun si fuese probada, eso no constituiría siquiera un indicio en una investigación judicial seria. Si fuese probada, todavía no quedaría claro cuál sería el interés de un grupo fundamentalista judío en actuar fuera de la Tierra de Israel, contra hermanos judíos suyos que no violan, como supuestamente lo hacía Rabin, ningún plan de la Divinidad.
Lo injustificable
Si fuera sometido a juicio por calumnias, como se merece, D'Elía debería contestar: ¿a qué razonamiento mesiánico respondería un autoatentado perpetrado por la misma corriente a la que pertenece Igal Amir? ¿Qué plan divino contradecían las 85 víctimas argentinas que se hallaban ese día en el lugar? ¿Qué relación probatoria encuentra entre los hechos? ¿Por qué D'Elía comenzó a hablar del autoatentado después de su visita a Irán, haciéndose eco de la hipótesis del neonazi Ceresolo? ¿Por qué de repente comenzó a interesarle el tema de la AMIA, un tema del que no sabe absolutamente nada, como quedó demostrado en la audiencia ante la justicia? ¿Por qué organizó, a pesar de no entender nada del tema, un panel de "entendidos" en la Feria del Libro? Y, sobre todo, ¿por qué de repente le interesa Irán?
Sus afirmaciones, pues, son un disparate, como ya lo dijo Cristina Kirchner, que sólo logran distraer la atención de lo verdaderamente importante, desviar tiempo y recursos tan necesarios para buscar las verdaderas respuestas y a los verdaderos culpables. Y no me parece una simple distracción de alguien que no había notado este detalle...
D'Elía, así, pasó a integrar la larga lista de quienes pisotearon la memoria de nuestros muertos y la dignidad del reclamo de verdad y justicia. Alguien dijo que la inteligencia humana es limitada, pero la estupidez y la ignorancia no tienen límites. Y yo me permito agregar: la mala leche tampoco, Sr. D'Elía.
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