La Cámara de Casación porteña consideró que el envío de la causa Nisman a la Justicia Federal fue solo un “capricho”, ya que “no hay elementos” en el expediente que muestren “con fundamento jurídico que la muerte del fiscal haya sido resultado del accionar de terceros”
“Sin justificación y autocontradictoria”
La Cámara de Casación porteña consideró que no hay pruebas de que Nisman haya sido asesinado y ordenó que la causa vuelva a la jueza Palmaghini, contra lo que pretendían Arroyo Salgado, la madre del fiscal y una campaña de presiones políticas y mediáticas. “De momento, no es posible aseverar, con fundamento razonable, que la muerte del fiscal Natalio Alberto Nisman haya sido consecuencia de la conducta de un tercero”, dice el fallo de la Cámara de Casación porteña que ordena que la causa donde se investiga la muerte del titular de la unidad AMIA vuelva al fuero ordinario, al juzgado de Fabiana Palmaghini, donde tramitó desde un comienzo. El fallo es una derrota para las querellas de Sandra Arroyo Salgado y de la madre de Nisman, Sara Garfunkel, quienes insistieron hasta el cansancio en la teoría de que el fiscal fue asesinado y que el hecho estaba vinculado con su trabajo en el caso del atentado y con la denuncia que había hecho contra la ex presidenta Cristina Kirchner por supuesto encubrimiento. Con ese argumento, decían que había que mandar el expediente al fuero federal y habían conseguido que pasara al juez Julián Ercolini. Pero los camaristas Mario Magariños, María Laura Garrigós de Rébori y Daniel Morin advirtieron que el planteo del homicidio es una mera “conjetura”, al igual que muchos de los argumentos que fueron utilizados por la jueza Palmaghini cuando se declaró incompetente y por la Sala VI de la Cámara del Crimen al respaldarla en esa decisión. Señalaron que ambos tribunales inferiores fueron “arbitrarios” e incurrieron en múltiples “contradicciones”.
Un aspecto impactante de la resolución de Casación es que parece una clase de Derecho básico para personas que –sin embargo– ocupan cargos de jueces: Palmaghini en el juzgado de primera instancia; y los jueces Julio Luciani, Rodolfo Pociello Argerich y Mario Filozof en la Cámara. A todos les cuestiona un tema central: que de sus fundamentos para mandar la causa a la justicia federal, a la que se recurre por “excepción”, sólo queda claro que no hay ninguna definición sobre el hecho que se investiga, ni una hipótesis mínima delineada, ni datos básicos certeros, sólo dudas y contradicciones. El expediente es hoy el de una muerte dudosa. Si no hay claridad ni un delito identificado, explica Casación, tiene que completar debidamente la investigación el juez que intervino desde el comienzo. “Es imperativa la eficiente puesta en acción de las prerrogativas y deberes propias de la justicia penal en cumplimiento de su misión de esclarecer hechos pasibles de ser subsumidos en alguna figura delictiva, antes que demorar la actuación exigida, con base a cuestiones de competencia” que “distraen su tiempo” y generan “dilaciones indebidas”, dicen los jueces de Casación. Para ellos, es “infundado” y “palmariamente prematuro” un planteo sobre la competencia, por lo tanto, inaceptable. Por más que el fallo llame a la ejecutividad, todo indica que las querellantes recurrirán a la Corte Suprema que, con sus dos nuevos integrantes, deberá decir si confirma o rechaza lo que dijeron los camaristas de Casación.
Es conocido que el fuero federal es permeable a intereses políticos y a operaciones de inteligencia. Casi desde el inicio de esta causa, Arroyo Salgado intentó que allí fuera trasladada la investigación y por eso insistió en la teoría de un magnicidio. La jueza Palmaghini había rechazado la incompetencia en febrero último, pero tres semanas más tarde, tras recibir declaración testimonial por segunda vez del ex jefe de operaciones de la ex SIDE Antonio Stiuso, y de Alberto Moro Rodríguez, un ex agente de inteligencia que tenía amistad con Nisman y quien le había recomendado los servicios informáticos de Diego Lagomarsino, cambió de parecer y la mandó al fuero federal. Luego, el 21 de marzo, la Cámara del Crimen avaló ese pase. La discusión por la competencia llegó a Casación por un recurso de la defensa de Lagomarsino, quien está imputado por haberle entregado prestada a Nisman la pistola Bersa calibre 22 de la que salió el disparo mortal, sin que fuera legítimo usuario. Las querellas siempre intentaron dejar latente la posibilidad de imputarlo por la muerte, pero no apareció nada que lo vinculara. El abogado Gabriel Palmeiro señaló incongruencias del fallo y dijo que la Cámara se había extralimitado, llevando sus conclusiones a cuestiones que no estaban planteadas.
Lógica pura Tres palabras del fallo de Casación definen al fallo de la Cámara del Crimen: encontraron “indefiniciones”, “contradicciones” e “incertidumbre”. Analizan por separado el voto mayoritario, de Pociello y Lucini, y el de Filozof, aunque llegan a la misma conclusión. En el primero, por ejemplo, una parte dice que “resulta imposible con las actuales constancias del legajo, afirmar o descartar, con la certeza que todos reclaman, que la muerte de Natalio Alberto Nisman haya respondido a su decisión de quitarse la vida o la intervención de terceros”. Según los dos camaristas, los informes técnicos y los videos “no cuentan con solidez suficiente”. Sin embargo, párrafos más abajo el mismo voto concluye: “existen razones más que plausibles para poder dar crédito a la hipótesis de máxima que sugieren los acusadores, tanto públicos como privados, para suponer que la muerte de Nisman también pudo ser el resultado de la actividad de terceras personas en el marco de su función. De ese modo este sumario deberá tramitar en la justicia de excepción”.
Aunque parezca una obviedad, la Cámara de Casación cuestiona: “Es difícil comprender cómo puede realizarse esa afirmación cuando el propio tribunal a quo (la Cámara del Crimen) señaló en forma reiterada que el estado de la investigación no permite dar preeminencia a una tesis sobre otra”. Por eso, advierte sobre una falta de “lógica”. Casación muestra que incluso el voto mayoritario desacredita tanto argumentos de la querella como de la defensa, mostrando que no hay definición sobre el horario de la muerte, la posición del cadáver y las condiciones en que fue hallado, ni parámetros claros sobre quién pudo accionar el arma, ni hay explicación unívoca sobre las salpicaduras en la parte interna de la puerta del baño. Recuerda también interrogantes que la propia cámara señala sin dilucidar: por qué Nisman miró las noticias en la web si recibía el diario; por qué sus comunicacio
nes se interrumpieron en la noche de sábado 17 de enero (la anterior al día que apareció sin vida); por qué recurrió a un tercero para pedir un arma si tenía una idéntica. Por lo tanto, según el fallo de Casación, enviar la causa al fuero federal es solo un “capricho” y para peor se hizo con una decisión “autocontradictoria” y “sin justificación”.
Al juez Filozof, que sostuvo que no se podía escindir la muerte de Nisman de su cargo de fiscal federal, le señalan que lo dice por una suposición. Del mismo modo habla de la “responsabilidad de los custodios” (Luis Miño y Armando Niz) quienes, sin embargo, se encuentran con falta de mérito. También lo reprenden porque habla de un posible móvil financiero de la muerte invocando apenas una nota del diario La Nación, o se refiere a “las delicadas funciones
de Nisman” y no explica cuáles eran.
El papel que tenía Nisman en la causa AMIA, su denuncia contra Cristina Kirchner cuatro días antes de morir y el hecho de que tenía que presentarse en el Congreso a defender su acusación por supuesto encubrimiento de los iraníes el día siguiente a su muerte eran, para los camaristas del crimen, datos de un “contexto” que colaboraban con el pase al fuero federal. Pero Casación insiste en que son todas suposiciones y que el “contexto” sólo sirve como explicación si se lo asocia con una “hipótesis”.
Los espías También fueron muy críticos con Palmaghini. No comprenden por qué la supuesta “contaminación” de la escena de la muerte (con críticas a la fiscal Viviana Fein y las fuerzas de seguridad) se convirtió en una razón de incompetencia en marzo, cuando no lo era para la jueza a mediados de febrero. Para ellos es inadmisible que la jueza tome como pruebas de peso y creíbles los testimonios de Stiuso y de Moro Rodríguez, basados en elucubraciones, teniendo en cuenta que ellos mismos se presentaron casi como “amigos de la familia”. Stiuso había declarado un año antes que no tenía idea de las causas de la muerte; después dijo que podía ser un homicidio. Él mismo dijo que tenía mucha relación con Nisman y Arroyo Salgado, laboral y de encuentros sociales, que lo llevaron a tener trato con las hijas también. Una cita que invoca la jueza y que recuerdan los jueces es que Rodríguez alude a “una conversación con su mujer, cuando supo que el fiscal Nisman estaba muerto, en la cual especulaban, por ejemplo, que el fiscal era un hombre demasiado prolijo, un ‘esteta’ que mal podría haberse dejado encontrar como fue hallado”. De Stiuso, Palmaghini citaba que se persuadió que Nisman murió “por el obrar de otros” en función de rumores y cosas que le contaron. Afirmaba que “en el supuesto de que una persona tuviera por enemigos a los iraníes “no es relevante si uno tiene o no custodia, porque uno, si es blanco, te estudian, te estudian y saben cómo te movés”. La violación de los e-mails de Nisman para la jueza fue la razón formal para mandar el caso a los tribunales federales. Ahí tampoco la Cámara de Casación encontró ningún nexo con la muerte. Le ordenaron que investigue con la debida “celeridad y eficiencia”.
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