Todos los domingos, cuando los relojes dan las 12 del mediodía, por la TV pública (canal 7) se emite el programa: “Amia para Todos”. Su objetivo medular por supuesto es informar sobre las actividades de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), aunque comúnmente se sale de ese marco y se transforma en vocero de todo cuanto atañe a los judíos argentinos, a su vida comunitaria, y a su inevitable ligazón con el Estado de Israel. Y cuando digo judíos, aclaro, me refiero a los judíos en general, que es a ellos a quienes fue y todavía va dirigido el ciclo. Esto porque vista la actual orientación política religiosa pro-ortodoxa de la nueva dirigencia de AMIA no sería improbable que esta transmisión televisiva llegue a transformarse con el tiempo en un informativo exclusivo para los judíos “genuinos” (tal como los motejó y/o clasificó el nuevo presidente Guillermo Borger), aunque eso lo sabremos más adelante y no ahora. De cualquier modo, y puesto que se han planteado dichas cuestiones de legitimidad y pertenencia y dada esta actual orientación sectaria que tiene la mutual, ya se dice entre bambalinas que el nuevo juramento nupcial de las parejas mixtas dejará de ser el clásico “hasta que la muerte nos separe”, cambiándolo por el menos simpático: “hasta que la AMIA nos separe” y cada cual calladito y a su nicho. Esperemos, por el bien de los que quedan vivos y respeto a los muertos, que esto último se trate de una humorada y dejemos entretanto el tan escabroso asunto.
Volviendo al tema de “Amia para Todos”, no cuento con estadísticas ni mediciones de rating pero supongo que no serán pocos los argentinos descendientes de hebreos que a esa hora, listos a almorzar, sintonizan la mencionada emisión; un repaso éste, repito, de las distintas actividades del colectivo judío, salpicado con buena música y algunos reportajes (aunque todo muy pero muy Light), sin confrontaciones ni mucho menos agravios con o hacia nadie en absoluto. Y eso fue y es hasta ahora Amia para Todos, un evento televisivo que nos pone al día sobre lo que ocurre en ámbitos de la colectividad israelita, sin incursionar o criticar para nada políticas o actitudes de terceros, ya sean ellos amigos (a quienes cuando se los menciona es para resaltar alguna actividad conjunta o destacable), o declarados enemigos a los que yo sí, por razones que hacen a mi carácter y estilo, denunciaré más adelante. Pareciera entonces, visto y oído lo que se ve y oye en el tal programa, que la vida judía discurre plácida en esta parte del mundo, y que, salvo conmemorar, cantar, bailar, degustar algún rico bocado y solazarse con la visión de su bella conductora y la voz de su correcto conductor, de nada debemos preocuparnos los descendientes de aquellos patriarcas bíblicos encabezados por el venerado Abraham.
Sin embargo no es tan así. Porque en el programa que lo precede, llamado “Desde el Aljibe” (del que ya me ocupé en un anterior artículo y no para cantarle loas precisamente), llueven las diatribas contra el pueblo israelita, sin disimulos de ninguna especie y aunque quienes llevan en él la voz cantante se ocupen de proclamar repetidamente que no tienen nada contra los judíos, sino sólo contra el Estado… “Sionista”… (como insulto, no como ideología) de Israel. Siendo que lo primero lo reiteran con tal frecuencia, que evidentemente ni ellos mismos se lo creen, caso contrario no tratarrían de demostrarlo a cada rato ni pregonar como hacen los judeófobos cuando les enrostran su odio anti-hebreo que éste no existe, porque tienen un amigo judío. A esta altura y aunque no debería ser necesario que lo aclare dada la acumulación de actos provocativos, cruentos y fatales que venimos soportando sin interrupción los judíos a través de más de dos milenios, a mis escrúpulos difícilmente nadie, salvo los muy malintencionados, puedan atribuirles siquiera visos de paranoia. Menos los actores de Desde El Aljibe, malintencionados y paranoicos en serio, dado su espacio televisivo dedicado más de la mitad de su duración en hablar atrocidades y cosas incoherentes además de capciosas del Estado de Israel (mentiras o embustes, que les dicen) y sugerir, aunque bastante directamente para quien sabe leer entrelíneas, también barbaridades si que improbables y menos todavía demostrables, del judaísmo en general.
¿Queréis pruebas?, aquí tenéis pruebas. Sucedió el domingo 22 en el programoide citado (del que dicen sus patrocinadores que está diagramado para difundir la cultura árabe-islámica), tras una de las magistrales clases de cocina ídem del Chef Abdala; al que le comunico, aprovechando que lo mencioné y lo apetitoso de su producción culinaria, que si a él le resultase grata mi compañía y quiere, yo aceptaría gustosísimo una invitación suya a comer. Sin embargo estos paladines de la palabra torcida y defensores fervorosos de cualquier dictadura en tanto sea árabe-musulmana, visto que el tiempo en TV apura, no nos iban a permitir hacer una digestión placentera aunque más no fuera visual, ya que inmediatamente detrás de las exquisiteces del mencionado chef nos mandaron un postre digno de la autoría de Yiya Murano*** o peor, imposible de deglutir y maloliente por sus cuatro costados, además de venenoso a carta cabal. Sus ingredientes, desde luego, no eran almendras, miel, almíbar o jengibre, conocidos componentes de los postres mesorientales, sino más bien productos del reino animal. Bien animal si se me permite. Más que animal bestia, si es que buscamos mayores precisiones. Eran ellos, porque se trata de bípedos animados y parlantes: el conductor del programa, de apellido Auad o Awad (un metrosexual de bigotito y cabellera pulcramente recortados que de modo alguno consiguen disimular su mollera cerrada y fanática), su partenaire femenino cuyo nombre no recuerdo pero si su belleza y despiste y un “escribidor”, tal como denomina el diccionario a los pésimos escritores, llamado Gustavo Rojana, falsario que saltó a la fama literaria en el mundo árabe por haber garabateado una sarta de despropósitos, patrañas y embelecos a los que con toda malicia compiló como libro, tituló El Muro y que fue suficiente obra como para que lo invitasen a visitar ese país inexistente en el Levante al que el imaginario popular llama Palestina. Viaje que no hizo solo, sino acompañado por el inefable Pedro Brieger, feo individuo mediático que, judío o no (nunca lo supe y si alguien tiene el dato le pido me desasne, ya que letra más letra menos se parece mucho a Broger, judío “genuino” si los hay), odia al Estado de Israel y a los hebreos en general guardando una pose progre, pero más exacerbadamente que el mismísimo Führer Adolfo.
Pues bien, ya que nombré al presidente de Amia, imaginaré que lo tengo al lado mío y así aprovecharé la ocasión para invitarlo a presenciar juntos la grabación de Desde el Aljibe y acto seguido el de Amia para Todos; y, si ellos lo quieren, que se nos unan también presidentes, secretarios, tesoreros etc. del resto de las instituciones judeo-argentinas, a fin de analizar la provocación que provino ese día del programa árabe-argentino y la falta absoluta de respuesta de nuestros correligionarios. Sentémonos y escuchemos entonces lo que dijo el Cervantes árabe apellidado Rojana de su viaje en complicidad con Pedro I El Ácido (como seguramente lo hubiesen llamado, vista la acritud de su cara, de haber pertenecido a las cortes francesas del siglo XVII). En principio el ilustre de las letras se mostró abundoso en denuncias, pero de esas que normalmente se leen en los diarios antisemitas y antisionistas. Nada nuevo, salvo porque aseguró, enfática y enojosamente, que Pedro I y él las vivieron en carne propia. Teniendo de fondo la única fotografía que aparentemente poseen donde el muro de cemento de escasos kms. bordea una ciudad árabe cisjordana, demonizó a la cerca en su totalidad que es casi toda de alambre y se manifestó atormentado por las largas esperas en los retenes del ejército israelí, montados en centenares si no miles de sitios para hacerle la vida imposible a los palestinos y quedarse con sus propiedades, como aseguró. Y tras ello, siguió con una andanada de mentiras, de esas que ya ni siquiera el diario El País de España se anima a publicar… y esto ya es mucho decir. P.Ej.: Que no se deja pasar a las ambulancias, ni a las mujeres embarazadas, ni a… etc… etc… y más etc.; ahh, y como no podía faltar, también citó la disconformidad de “todo” el pueblo israelí, globalmente favorable a las demandas palestinas, a través de la opinión del profesor de la Universidad de Haifa, Ilán Pappe, individuo al que no se sabe como aún no ha sido expulsado del país a patadas en el tujes o encarcelado por traición a la patria. Cosas de la democracia, digo yo, aunque ciertamente mal entendida. Y una y otra vez, siguió aludiendo a los “genocidas” israelíes, que matan sólo civiles de su pueblo y por gusto nada más. Por último y esto es una evidente invitación al ya de por sí latente crimen de cualquier ciudadano judío de estos pagos cisplatinos a manos de algún fundamentalista, cosa que debería poner en alerta a nuestra dirigencia, lanzó al aire la acusación de que los ciudadanos argentinos que emigran a Israel en verdad no son inmigrantes “genuinos” (linda la palabrita ésta y que bien que suena en la boca de quien sea) a aquel país, sino mercenarios a los que los israelíes traen, ponen un uniforme y mandan a masacrar palestinos.
Bien, como muestra de mala fe, tendencia a la patraña y otras añagazas del enemigo árabe, con esto “nos” tendría que alcanzar y sobrar. “Nos”, digo, pero no es suficiente, lo que necesitamos es que “les” aclare el panorama a quienes están desorientados por tanta y tan mentirosa propaganda y no saben qué o a quien creer. Porque todas estas acusaciones, falsas en la mayoría de los casos así como bélicamente justificadas en los demás por ser la respuesta lógica de un país atacado por terroristas, deben ser bien publicitadas para contrarrestar estas farsas montadas ya desde antes de la creación del Estado de Israel.
Porque ante la queja de que Israel construyó un muro que en realidad es una cerca para evitar la entrada de esos terroristas (“liberadores” para Rojana), cosa que ocurre desde su emplazamiento, queda evidenciado que con apenas unos cuantos alambres y un poco de separación en el terreno, deja de haber atentados en el país hebreo y de ahí su utilidad y justificación.
Que, tal como ellos cuentan llorando, si los israelíes ponen puestos de control donde sea, es para detectar a quienes portan bombas y resulta para bien no sólo para las potenciales víctimas judías, sino, inclusive, también para los palestinos mentalmente sanos.
Que si los “sionistas” detienen y demoran ambulancias y mujeres embarazadas, es porque en ambulancias entraron bombas a Israel y las embarazadas no lo estaban con un crío en la panza, sino que ese abultamiento buscaba disimular una generosa cantidad de explosivos destinados a la perpetración de atentados.
Que Israel sí detuvo y encarceló a un terrorista (héroe para los palestinos por esa acción) que mató a un padre israelí frente a su hijita de 4 años y enseguida despenó a la nena aplastándole el cráneo contra una roca, además de a 2 policías y que también es cierto que detuvo y encarceló a cantidad de otros criminales palestinos por todo tipo de vejámenes a judíos (los que en canje por cadáveres salieron de la cárcel haciendo la V de la victoria, bien comidos y afeitados), cuando en contrapartida (véase la diferencia) dos soldados israelíes que equivocaron el camino fueron linchados por una multitud de salvajes de los que apadrinan Rojana y Brieger, destripados, y sus órganos usados como pelota de fútbol. (¿Fueron tomando nota, Awad, Rojana, Brieger y locutora?).
Y queda por último el profesor Ilán Pappe, desgraciado individuo que tiene la suerte de vivir en Israel (en descompensación deplorable suerte la de Israel de que allí viva semejante traidor que la pasa denostando al país y dándole la razón en todo a los palestinos). Y digo que tiene la suerte, Rojana, porque en Israel sigue trabajando de profesor y haciendo su vida, cuando, en territorio palestino, al que simplemente se lo “sospecha” de traidor (sin pruebas ni nada de nada), se lo ata, apalea, y luego se lo arrastra amarrado a un vehículo por todo el pueblo, hasta que es cadáver.
Vistos y oídos todos estos despropósitos en “Desde el Aljibe”, productos de una campaña perfectamente organizada, poco queda por agregar y nada para sorprenderse. De modo que presidentes, secretarios, tesoreros etc. de Amia, Osa, Daia y demás, los invito a presenciar Amia para Todos, el programa que le sigue, para comprobar vuestra respuesta a los frecuentes y solapados ataques de quienes persisten en ser enemigos en vez de mejorar las relaciones y laborar por un futuro mejor entre nuestros pueblos.
Pero… ¿qué vemos en pantalla? ¿qué perciben nuestros oídos? Abrazos, besos, intercambio de plaquetas, medallas y diplomas, una comisión que se va y otra que entra, reportajes a uno y otro, seguramente sendos banquetes para despedir a los idos y recibir a los venidos. ¿Y mientras? ¿nadie le contesta a quienes nos terminan de atacar? ¿qué pasa?, transcurrió todo el programa… y nada. Nada. Absolutamente nada.
Desilusionado me despido de mis invitados, apago el televisor y me pongo a pensar sobre cómo cada vez más nos vamos convirtiendo en ese monigote del parque de diversiones, que recibe los pelotazos que lanzan niños traviesos. Y me pregunto: ¿dónde fue a parar esa altivez del pueblo hebreo que emergió en su seno paralelamente a la refundación definitiva del Estado de Israel? Como no obtengo respuesta, decido esperar una semana más. Seguramente en el próximo programa de Amia vendrá una contestación contundente a Desde el Aljibe, me esperanzo. Es en vano, al domingo siguiente sucede lo mismo: nada, mientras los de Desde el Aljibe siguen tirándonos con más pelotas.
En definitiva, cada día me convenzo más que no tenemos quien nos represente, quien nos defienda, salvo que me demuestren lo contrario. Las instituciones, sus dirigencias al menos, están convencidas que tienen un rol que cumplir y ninguna, aparentemente, está dispuesta a salirse un ápice de lo que el libreto les marca. Y entretanto seguimos esperando y mirando por sobre el hombro, con la incertidumbre de no saber cuando y de donde vendrá el próximo golpe que, como en 1994, segará vidas y futuros y nosotros sin saber a que atenernos vista la pasividad de nuestras instituciones representativas.
Liberada Ingrid Betancourt en Colombia, en la cantidad de reportajes que le hicieron, deslizó la grandiosidad de la maniobra realizada por el ejército colombiano, cosa que solamente los “israelitas” (por israelíes) son capaces de hacer. Seguramente recordó el operativo de Entebbe. Oído esto, que emitieron pocos medios pero que salió al aire, resulta que se valora la política judeo-israelí, solamente cuando se está en una situación límite. Pero, señores de Amia, Osa, Daia, Cuja y demás, estas palabras de Ingrid son verdadera hasbará (esclarecimiento, publicidad y contrapropaganda a la del enemigo), esa que ustedes ignoran porque están enfrascados en dirimir cuestiones políticas pequeñas y de reparto de poder. También hasbará por extensión fueron las palabras que como insulto lanzó el judeófobo venezolano Chávez si alguno de los nuestros las sabe utilizar, cuando acusó a “Colombia de ser la Israel de Sudamérica”.
Caso contrario “quien calla otorga” y toda la gente sin excepción se convencerá que lo que se dice en Desde el Aljibe es la verdad pura e indiscutible, ya que nadie la enfrenta o desautoriza con argumentos. De modo que los compelo a que tomen en serio la tarea de la propaganda y, si ustedes se sienten incapaces, simplemente fináncienla y pónganla en manos de gente competente, que la hay y mucha y que de una vez por todas tengamos una voz institucional que se haga oír como se debe y no dejar todo en manos de esfuerzos individuales que si bien hacen lo que pueden, para nada es suficiente.
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