Predecir el futuro es algo muy grande. Desde los astrólogos en los diarios a consultantes corporativos, hay mucha gente astuta para aprovecharse de nuestro insaciable deseo de saber lo desconocido. Frecuentemente, cuando contemplo los cambios más grandes en mi vida, estoy tentando a chequear con la lectura astrológica. ¿Hay algo de malo en eso? ¿Puede una persona inteligente creer en la astrología sin sentirse ridículo? Es fascinante notar que los Rabinos del Talmud le daban una credibilidad considerable a la astrología. El Talmud establece que “cuando uno entra al mes de Adar, debe incrementar su alegría. Rav Papa dijo: ‘Por lo tanto un Judío debe evitar los pleitos con los gentiles en el mes de Av, porque su Mazal es malo; y debe posponer su juicio hasta el mes de Adar, en donde el Mazal es bueno’”. La palabra Hebrea que el Talmud usa aquí, Mazal, se traduce como “suerte”, pero literalmente significa “constelaciones”. La astrología no es el único factor que debemos tomar en consideración cuando planeamos los eventos futuros, también influencia a la naturaleza humana. De acuerdo al Talmud, uno que nace bajo la constelación del Sol adquirirá eminencia, uno que nace bajo la de Venus será rico e inmoral. Uno que nace bajo la de Mercurio será inteligente y tendrá una memora de retención. Uno que nace bajo la de la Luna sufrirá maldad. Uno que nace bajo la de Saturno sufrirá frustración, bajo de la Júpiter; será justo, y bajo de la Marte; será o un cirujano o un asesino. Un cumpleaños por lo tanto, es visto por los Rabinos como el día en el que la fortuna astrológica personal está en su máxima potencia. Hay una incómoda contradicción inherente en todo esto. Aunque la astrología es prominente en el pensamiento rabínico, la ley Judía advierte sobre pedir consejos a astrólogos. Pero si la astrología es una ciencia exacta, ¿Por qué no consultarla? La parábola del Midrash a continuación, aclara un poco esto. Un rey conquistó una nueva provincia, la élite que había decidido que precisaban forjar conexiones con los nuevos gobernantes. Algunos habían decidido asociarse con los duques, otros con los caballeros, y otros con los ministros. El más sabio entre ellos declaró, “Yo quiero conectarme con el Rey mismo”. Razonó: “Todos los ministros, caballeros y ministros cambian, sin embargo, el rey siempre será el rey”. Así también, continúa el Midrash, algunas personas atribuyen el poder a las constelaciones y desean servirles. Creyentes monoteístas, sin embargo, se dan cuenta del Supremo poder de Di-s, y que todos los otros poderes no son más que sirvientes obedientes que llevan a cabo Su deseo. Siendo que todo en el universo está sujeto a las leyes de causa y efecto, de acuerdo a la naturaleza, el mes de Adar es el mes de suerte astrológica, y un cumpleaños tiene una única potencia astrológica para el que está celebrando. Sin embargo, confiar en la astrología puede guiar a uno a la conclusión que la naturaleza tiene vida propia, y que las esferas celestiales tienen poderes independientes al deseo de Di-s. La vida mundana busca convencernos que la vida está dictaminada por las leyes de la naturaleza. La plegaria nos recuerda que la naturaleza está controlada por Di-s. El mensaje está claro: la naturaleza y sus leyes, incluyendo las verdades astrológicas, ejercen una influencia en nuestras vidas. Se nos presenta como momentos auspiciosos y circunstancias, y como tales, nos inyectan nuestro carácter con ciertas características y tendencias. Sin embargo, uno debe reconocer que el último poder descansa no en la “naturaleza” sino en el Creador del Mundo.
*Rabino, director de Judaism in the Foothills
|
|
|
|
|
|