Acaso estuvieras hoy, plantado sobre mis huellas, esas, que aun frescas el viento no demarcara ni la arena llegó a desdibujar.
Mirarás ese horizonte vasto, ancho, interminable y desconocido tras el cual el sol se está ocultando.
O tal vez, ese galpón que construyera, ciclópeo, gigante, cual monumento de futuro, sin pensar que sería tan efímero como mi propia existencia.
Estarás oyendo el chirriar de ese molino, de engranajes oxidados, que tantos años atrás, mi padre instalara para extraer el agua de las entrañas de esta tierra.
Frente a lo poco que hice y lo mucho por hacer, seguramente me juzgarás con severidad y no estarás equivocado al hacerlo.
Pero quisiera supieras que si emprendí mil caminos y no terminé ninguno. ,fue porque no supe hacerlo, no porque no quisiera.
Tal vez las circunstancias que rodearon mi vida, fueron muy distintas a las de otros y no supe sobreponerme a ellas.
O quizás priorice otros objetivos, o me tomé la vida de un trago, o no supe pensar en un diseño apropiado de la misma.
Viví algunas cosas como si fuera a morir mañana y otras como si fuera a vivir para siempre, tal vez, no supe discernir entre ambas situaciones.
Erré, me caí, levanté la cabeza, volví a tropezar.
No aprendí de mis propios errores, tal vez por soberbia o estupidez natural.
Quise crecer humanamente, privilegié ese contenido, sin guías, mentores ni objetivo definido, puede que por eso, tampoco lo lograra.
Corrí en pos de la vida, amé, sufrí, lloré, conocí la desesperación de la caída y la angustia de sentirse vencido.
Todo eso me pasó, pero hubo constantes que nunca me abandonaron a lo largo de ese sendero remanido y pedregoso.
No podrán decir que alguna vez negué ayuda a otro, aun sin saber de él.
No podrás vos, mi hijo, decir que alguna vez no te inundé con mi cariño, no te faltó mi mano callosa de trabajador en tu hombro ni en tu testa, cuando fue necesario o requerido.
No habré sabido serlo, pero intenté transmitir todo lo bueno que aprendiera, mis hijos no han tenido un padre brillante, pero sí creo que al menos, han tenido un padre que los amó entrañablemente.
Intenté ser un hombre bueno, mi naturaleza no daba para otra cosa, pero tal vez, también en eso erré el camino y no fue esa la imagen que queda de mi.
Sin embargo nunca he falseado mis sentimientos y tu bien sabes, que mi rodilla no se dobló nunca ante ningún poderoso de turno.
Si me juzgaras por los resultados, es obvio que debiera haber sido distinto y actuado de otro modo, tal vez, más genuflexo y menos soberbio.
No escapará mi recuerdo a la crítica dura, o tal vez, ni esa importancia tenga para los que me sucedan.
Estúpida vanidad que pretende dejar recuerdos y encima, ser reconocido con amor por los mismos.
No olvides anotar a mi favor que formé una familia de gente buena, con hijos que se aman entre sí entrañablemente.
Que dejé algunos escritos pobres, que han despertado emociones profundas en gente que desconozco.
Que intenté pasar por la vida, siendo un elemento que aportara algo a la dignidad humana, más allá de lograrlo o no.
Que puedes levantar la frente y mirar a cualquiera a los ojos, el recuerdo de tu padre no te avergonzará ante nadie.
Ahora sabes de mis límites, vacilaciones, intentos, logros y fracasos.
Ya puedes, sabiendo todo esto, levantar tu planta de mi huella, inicia tu propio camino, tu viejo ausente deseará te colme el altísimo de bendiciones, para que, algún día te juzgue tu propio hijo, con la benevolencia y el amor con que lo has hecho conmigo.
Papi.
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