WASHINGTON
David Duke, el racista más conocido de EE.UU, ex gran maestro del Ku Klux Klan, ha vuelto.
También volvieron Roberto Faurisson, líder racista europeo que considera el Diario de Ana Frank una patraña;
Wolfgang Fröhlich, dirigente neonazi austríaco, con su idea de que las cámaras de gas fueron un fraude;
George Kadar, supremacista blanco contrario a los inmigrantes, y Georges Thiel, apologista francés de Hitler.
Los rescató del olvido el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad.
Fueron, con otros conocidos fascistas y neonazis, invitados de honor del congreso que organizó el 11 y 12 de diciembre último para mostrar al mundo que el Holocausto fue un mito.
Es una pena que el presidente de Irán no haya invitado a algunos de los criminales de guerra nazis sobrevivientes.
Franz Suchonel, Unterscharführer de las SS en Treblinka, hubiera repetido lo que dice en el célebre documental de Claude Landzman:
"En su momento cumbre, Treblinka procesaba de 12.000 a 15.000 judíos a diario.
Teníamos que pasar media noche dedicados a ellos: un tren cargado de víctimas que pasaban por el conducto en dos o tres horas".
Se queja: "Usábamos gas de escape. En cambio, Auschwitz era una fábrica".
También es una pena que Ahmadinejad no haya mostrado a sus visitantes fascistas fotos del cementerio de Tarnov, en Polonia: "Yacen aquí 800 pequeñas cabezas destrozadas de niños judíos, asesinados cruelmente el 11 de junio de 1942 por los verdugos germanos".
Ni la del campo de Chelmno, donde ingresaron 400.000 judíos y sólo salieron vivos dos.
Hace poco, 190 países aprobaron en la ONU la institución del Día Internacional del Holocausto, por celebrarse el 27 de enero de cada año, el aniversario de la liberación de Auschwitz.
La resolución -presentada por 104 países, entre ellos nueve musulmanes- exige "a los Estados miembros desarrollar programas especiales para educar en la memoria de la tragedia a las futuras generaciones y prevenirnos de que estos genocidios puedan ocurrir otra vez".
El presidente de Irán está haciendo lo opuesto.
El 16 de agosto último inauguró en Teherán la primera exposición de la historia de caricaturas que ridiculizan el Holocausto.
Y ahora tuvo su congreso internacional.
No es un hecho antisemita y racista más.
Hay mucho en juego.
En primer lugar, el hecho de que se esté asesinando por segunda vez al millón y medio de niños, madres, ancianos, humildes artesanos, sastres, campesinos y obreros judíos.
Primero se los arrancó de la vida y ahora se quiere negar que hayan existido.
Pero además se está creando impunidad para todos los genocidios.
Si es posible deslegitimar el Holocausto, ¿por qué no será posible hacer lo mismo con Ruanda, Darfur y todo orden de racismos?
El Nobel de la Paz Elie Wiesel le enrostra: "Vergüenza sobre usted, por ser el mayor negador del Holocausto en el mundo".
Por otra parte, su negación fue acompañada por un llamado genocida.
Señaló, al abrir su congreso: "El Estado de Israel será un día borrado de la faz de la Tierra".
Kofi Annan le contestó: "Cualquier intento de poner en duda la realidad de este único y innegable horror debe ser firmemente resistido por todas las personas de buena voluntad de cualquier religión".
El nuevo secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, condenó el congreso y expresó: "No es aceptable llamar a la eliminación de Estados".
La Presidencia de la Unión Europea declaró: "Condenamos totalmente cualquier intento política o racialmente motivado de usar seudo investigaciones para cuestionar el Holocausto y estamos perturbados por los continuos esfuerzos del gobierno de Irán para cuestionar o trivializar esos innegables hechos históricos".
El Vaticano repudió el congreso, destacando: "La memoria de estos horribles hechos debe permanecer como una advertencia para la conciencia de los pueblos".
Cuarenta instituciones científicas de primera línea mundial han resuelto suspender todos sus programas con el Instituto Iraní de Estudios Políticos e Internacionales, que organizó la conferencia.
Ente ellas, instituciones suecas, polacas, búlgaras, canadienses, francesas, norteamericanas y otras.
Señalan que no es una decisión política, sino moral.
Expresan sus portavoces que cada vez que una línea roja se cruza hay un precio por pagar.
Dicen que la decisión del boicot no será reconsiderada sin un repudio explícito de la negación de Holocausto.
El movimiento islámico de jeques de Israel también censuró la conferencia.
Según el informe de la ONU sobre el desarrollo humano en 2006, Irán, a pesar de ser una de las principales potencias petroleras, tiene el 23% de analfabetismo, una esperanza de vida de sólo 70 años, un gasto en salud muy bajo (498 dólares por habitante y por año), elevadas tasas de mortalidad infantil (mueren 38 de cada mil niños antes de los 5 años) y de mortalidad materna (fallecen 76 madres por cada 100.000 nacimientos).
¿Qué sentido tiene que su presidente concentre sus esfuerzos en despertar el odio de su población hacia el pueblo judío e Israel cuando el país tiene desafíos de esta magnitud por delante? ¿No se tratará de una típica "operación de chivo emisario", tan comunes en la historia contemporánea del antisemitismo y el racismo, en las que frente a los problemas internos se busca descargar tensiones y, al mismo tiempo, ganar puntos a través de la xenofobia y el odio?
Ante el fallo de la justicia argentina que señala al gobierno de Irán por su participación en la masacre de la AMIA y que declara que el crimen cometido es de lesa humanidad y, por lo tanto, imprescriptible, como reclamaron en su larga y valiente lucha de 12 años la DAIA, la AMIA y las organizaciones de familiares de las víctimas, los alegatos de Irán de que no tiene nada que ver con prácticas antisemitas no son bien acompañados por los gestos de su presidente.
Según los más prominentes historiadores del Holocausto, éste no habría sido jamás posible si gran parte del mundo no hubiera callado.
En aquellos países donde la población se rebeló contra el genocidio, como Dinamarca y Bulgaria, gran parte de la población judía se salvó.
Sería inmoral que el llamado a borrar la memoria del Holocausto y destruir Israel fuera acompañado nuevamente por el silencio de muchos
Es hora de hacer sentir la voz de los hombres y mujeres libres para rescatar la memoria y mostrar que no hay más impunidad posible para nuevos racismos y genocidios.
El autor es profesor honorario de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
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