Es para mí un placer hacer los reconocimientos en vida. Homenajear a quienes estan aún con nosotros en cuerpo y alma. Hoy versaré mis palabras sobre alguien que es un mito viviente: Iósele Grinblat. Sólo con nombrarlo me viene a la memoria los años más lindos y tiernos de mi infancia, cuando los niños nos parábamos alrededor de la baranda que circundaba el foso para escuchar las orquestas del teatro idish, de cerca. Creo que no hubo cantante que Iósele no haya acompañado, en la larga trayectoria que es su carrera musical.
Él, sin duda, es el último de los mohicanos de los hoy ya legendarios directores de orquesta del teatro idish de la estirpe de Simón Tenovsky, Jacobo Fisher, Guillermo Gretzer, Misha Straitman, Max Hojberg, Jacob Kumok, Herman Ludwig y tantos otros.
A pesar de los muchos bemoles y modos menores en su vida, Iósele Grinblat, es la música y la melodía judía. Nada se interpone en la nota musical y la letra del cancionero idish, hebreo y ladino.
Nacido como José Bernardo Grinblat, en su casa siempre fue Iósele. Nació en Villa del Parque. Luego se mudó con su familia a Floresta y esto le permitió relacionarse también, con la cultura y la música sefardí.
Comenzó desde temprano a estudiar música. Tenía tan sólo 7 años. A esa edad estudió solfeo; a los ocho ya comenzó con el piano. Su padre quería que Iósele estudiara y sea un músico profesional. Por ello, continuó estudiando de manera formal a los 11 años, en el Conservatorio Municipal, piano y clarinete. Y a los 16 se recibe en el Conservatorio con el título de Profesor. Ya entonces trabajaba con la música, tocaba en orquestas, con Leo Feinman (el papá de Guiora) con Samuel Vigoda( el papá de Leo) , con Sam Liberman, con Hermann Spilman (el papá de José), entre otros.
Lo hacía primero junto a su padre que era músico, era un” klezmer” y tocaba el bandoneón. Juntos interpretaban canciones en ídish, en las famosas excursiones al Delta que organizaba, entre otras instituciones, la Escuela Bialik, cuando estaba en la calle Acevedo 566.
En las orquestas lo llamaban “el pibe de Jaime” -en referencia a su padre. Éste, si bien se llamaba Samuel León, desde chico le decían Jaime, porque según la tradición cuando había alguien enfermo en la familia, se debía cambiar el nombre; Jaime, deriva de “Jaim”que en hebreo significa vida. Y fue precisamente el padre, quien vio en el pequeño Iósele condiciones musicales.
Padre e hijo
Pero vayamos contando la historia de a poco.
Iósele cuando era un pibe, un estudiante le habían comprado un pequeño acordeoncito, un acordeón a piano, un “gramoshkele” como le decían. La familia Grinblat vivía en Floresta, en aquel momento en una zona de compra venta, sobre Av. Rivadavia, compraron el acordeón.
Su padre tocaba en una orquesta que estaba dirigida por el músico Shmuel Flejter cuyos hijos eran Abraham, José e Ignacio, los famosos músicos que tocaran luego en el Colón y en distintas importantes orquestas.
Una vez, acompañó a su padre a tocar en un casamiento. Llegados al lugar que quedaba en Villa Luro, se encontraron con una novedad: no había piano. Entonces “Jaime” le dijo al director Flejter que “el pibe” tenía un acordeoncito y que lo podía ayudar, y él aceptó. Volvíó Iósele a casa a buscar el pequeño acordeón y su mamá que se llamaba Aída Rosenfeld, le preguntó preocupada qué había pasado, después de contarle retornó al salón y tocó toda la noche. Al terminar, el director de la orquesta dijo: -“este pibe me salvó-”, y recibió su primer dinero como músico.
En Pasteur, enfrente de la AMIA, había un cafecito donde se reunían renombrados músicos entre ellos, Flejter el director de la orquesta, y a la semana siguiente la noticia de aquella noche tuvo una enorme repercusión y los comentarios se sucedían uno tras otros sobre el “pibe Grinblat”.
Corría el año 1949, así fue que comenzaron otros músicos que precisaban formar su orquesta, a llamar a la casa de los Grinblat diciendo:- “Jaime, mandame el pibe”.
Cuando llegó el verano toda la familia, su madre Aída, su padre “Jaime” y su hermanita Mirta -quien es 10 años menor que Iósele-, fueron a Mar del Plata. Fue allí donde junto a su padre vieron en una vidriera, en una casa de música, un acordeón profesional.
Comenzó entonces a tocar el acordeón y su padre en determinado momento le dijo:- “¿Para qué vas a ir a tocar para otros?, vamos a hacer lo propio”. Y a sus 15 años grabó con su papá una canción con el viejo acordeoncito, una canción sin ningún carácter profesional que su padre había dedicado a sus abuelos maternos, Abraham y Jane Rosenfeld, donde había un “ solo” del joven Iósele Grinblat.
Luego, munido de la grabación, el padre se encuentra con el señor Luis Bilevicz, director de la famosa “Idishe Shú” para ver si la puede pasar por la radio. Quien, días después llamará a la casa de los Grinblat y dirá que tiene un inconveniente: el encabezado que decía “Iósele Grinblat dedicado a sus abuelitos”, -la afectuosa dedicatoria- no era procedente para la radio, LS5- Radio Rivadavia.
Jaime le propuso que se grabara una nueva versión sin el encabezado y Bilevicz contestó: “-no hace falta, me interesa que venga a tocar a la radio personalmente-”. Así fue como los sábados comenzó a tocar en radio Rivadavia en la “Idishe Shu”.
Corría marzo de 1950. Los comentarios eran muy buenos y comenzó a tener gran trascendencia. Entonces su padre puso un aviso en el Di Presse y en el “Idishe Tzaitung”, en el que anunciaba “para su próxima fiesta Iósele Grinblat y su orquesta”. Comenzaron a llamar, generándose un movimiento dentro de la colectividad.
En la radio acompañaba a cantantes junto al pianista Yankelevich; los cantantes, a su vez también comenzaron a comentar lo bien que los acompañaba el joven músico.
Una trayectoria ininterrumpida
Mientras tanto, continuaba aprendiendo el clarinete, copiando los arreglos, escuchando la música en ídish que pasaba Luis Bilevicz con la colaboración de Jaime Steiman en la radio y Manuel Levin en la “idishe shu”que se transmitía los domingos por radio Del Pueblo.
Y así fue que comenzó a tocar con el clarinete en la Radio, por 12 años seguidos haciendo un canje de su “cachet”, por la publicidad de su orquesta, que ya también incluía un baterista. En esos años acompañó a todos los cantantes ídish de la época. Iósele además escribía los arreglos para piano, trompeta y el saxo tenor que luego se sumaron a su orquesta.
Ocurrió un día, que estando en la radio, Iósele ve un revuelo: estaban llamando al director para que vaya al teléfono; mientras tanto Iósele continúa tocando. Y en la tanda comercial le dice al oído: “-¿Tenés para tocar un lindo freilaj, largo, porque te quieren escuchar para contratarte para una grabación?”
Quien había llamado era el señor Marcos Yoder, importante comerciante de artefactos eléctricos y musicales y también productor de discos, quien lo esperaba al día siguiente para conversar. Así fue que entre marzo y octubre de 1950 hizo las primeras grabaciones en la RCA Victor, el estudio más importante de Sudamérica.
Los discos por aquel entonces eran de pasta, los famosos “78”. Se vendieron tan bien que a los pocos meses grabó otros cuatro temas de “Freilaj”. Eran canciones que Iósele tan sólo con lápiz, papel y talento, transcribía escuchando la música que pasaban por radio, grabada en Norte América, y que él pasaba al pentagrama. Se trataba de temas aún no grabados aquí, e imposibles de conseguirlos. Así llegó a tener música que ninguna de las orquestas de Buenos Aires poseía, porque para ello había que “sacarlo de oído” como se suele decir.
Luego grabó para el empresario discográfico Erico Pantzer, de la calle Uriburu y Corrientes el primer Long play. Posteriormente grabó para el sello Radio León, Lavalle y Pueyrredón, y quien lo llamara en aquella oportunidad fue el dueño de la empresa, León Blosko.
Por ese tiempo, también lo invitó a Iósele, Aarón Rosenkrantz, que era un íntimo amigo del señor Jaime Fisher a inaugurar la casa de pianos Fisher, en la calle Entre Rios 1655.
Fueron tantos los cantantes que acompañó, que al nombrar a algunos de ellos, todo un mundo de fantasía se revela ante nosotros, y alcanzará con solo nombrarlos, para que cada uno rememore su historia particular y su vinculación con el teatro y la cultura judías. Entre los cantantes y artistas internacionales podríamos mencionar a Hanna Aroni, Iaffa Yarconi, Uri Sifroni -tenor de la ópera de Tel Aviv-, Sara Gorbi, Menora Zaav, Genny Faierman, Mery Soriano, Genny Lowich, Shífrele Lerer, Ben Bonus y Mina Bern, Max Perelman y Guita Gálina, Herry Guero y Rosita Londner, Pinie Goldstein y Ana Rapel, León Libgold y Lili Liliana cantantes y actores que nos deleitaron en la obra teatral “grine felder” (praderas verdes) en el Teatro Soleil entre muchos otros; inolvidable fue su participación junto a dos genios del teatro judío Dzygan y Shúmajer, en los intermedios musicales.
El debut de Iósele sobre el escenario acompañando a cantantes y artistas, fue en el cine “Tarijo” de la Av. San Martín, en un festival que había organizado la Escuela Tel Aviv de la calle Seguí.
Otra convocatoria importantísima fue en el año 1961 con Zizele y Motele, “los mellizos” Burshtein, y lógicamente con sus padres Peisejke Burshtein y Lilian Lux en el teatro Soleil.
En la Televisión debutó en el año 1952, tocando en una orquesta de música paraguaya, en el viejo canal 7 fundado por Don Jaime Yankelevich. También allí, en ese novedoso medio acompañó a muchísimos cantantes y artistas.
Y algo que no todos recuerdan, Iosele fue por 27 años clarinete solista, arreglador musical y director de la banda de la Prefectura Naval hasta que pasó a retiro.
Recordemos ahora algunos cantantes y artistas de la escena nacional argentina que Iósele tuvo el privilegio de acompañar: Santiago Bal, Alberto Anchart, Divina Gloria, Mourice Jouvet y Nelly Beltrán, Gloria Raines, Cipe Linkovsky, Raul Rossi, Iris Marga, Violeta Rivas, Edith Scandro (la linda que canta lindo), Marcos Zuker, Walter Yomsky, la cantante Laura Eacalada esposa de Astor Piazzola, Juan Manuel Tenuta y Paulina Singerman entre muchos otros. ¡Qué emoción al nombrarlos, cuántos recuerdos!
Casa Verdi
Por esos tiempos se le ocurrió a Iosele entrar en la casa de instrumentos musicales “Antigua Casa Verdi” y probar uno de los sofisticados pianos actuales y también teclados ; comenzó a tocar con la guía que un joven vendedor le facilitó y mientras practicaba entró el dueño del local, quien lo escucha y le dice:- “¡Tocás bien! ¿Querés trabajar acá?”- A lo cual Iósele le pregunta qué podía hacer él en un local de instrumentos musicales, y la respuesta fue: “tenés que tocar y vender”. El músico Iósele no dudó en decirle: “- Tocar sé...pero vender...-”. “-Eso aprendés, no te preocupés-” contestó el dueño. Y comenzó una nueva etapa para Iósele en la que le ofrecieron hasta la gerencia de una de las sucursales de la que fue luego “Casa Verdi”, y finalmente “Promúsica”, que llegó a tener decenas de sucursales , cuyo dueño es el señor Felipe Rozenmuter.
En el 1997 le propusieron trabajar en la confitería Ideal, pero Iósele estaba ocupado en el teatro Tabarís tocando con el elenco de “Varietei” que dirigia Lía Yelin. Entonces, Grinblat invitó al dueño de la Ideal a que lo fuera a ver al teatro y finalmente en junio de aquel año comenzó a tocar hasta hoy en la célebre Confitería Ideal donde especialmente los días Domingo, impregna a ese centenario local con alegría y danzas , en las cuales no faltan las melodías y los bailes judíos.
La creación de su familia
Iósele se casó con Juana - Jane Guevandshnaider en diciembre de 1959. Sus hijos nacieron ambos el día 28, Gabriela el 28 de septiembre del año 1961 y Víctor el 28 de noviembre de 1968. El número 28 es especial para él, además del nacimiento de sus hijos, fue también un día veintiocho que compró su casa y 28 también el día que tomó posesión de ella.
Juana, su esposa fue maestra jardinera del ídishe Shule “Moishe Rubin” de la calle San José que dirigía Max Furmansky, quien también es jazán y cantante hasta hoy en día, y vive actualmente en Israel. Como es lógico cada vez que nos visita y realiza un concierto, no es otro, sino Iósele Grinblat quien lo acompaña.
Gabriela fue a la escuela “Medinat Israel” y Víctor comenzó el jardín en la misma institución, luego se cambió de jardín.
Iósele fue uno de los que inauguraron el “Bet Kneset” sefaradí “Shaarei tefilá” (puertas de oración) en la calle Paso 733. Lo inauguró acompañando como organista. Luego, cuando Víctor fue un poco más grande, alrededor de los 5 o 6 años, lo llevó al Templo y lo impulsó a cantar en el coro. Fue el integrante del mismo, Isidoro Shraiber, quien le enseñó las melodías y los rezos pertinentes y por ende a cantar en el coro.
Gracias a su talento y buen oído, de niño ya aprendió y sabía acompañar musicalmente las ceremonias de los casamientos. Y así aprendió además, a querer al judaísmo y se incluyó en nuestra tradición, para orgullo de Iósele y de su familia.
Iósele relata muchas veces con orgullo, que Víctor es más talentoso que él, pues “logra más resultados con menor inversión”. Hoy en día se dedica plenamente a la música, siendo un “idisher Motzart” como lo llama su padre, él es también papá de una nena, Martina que tiene 4 años y medio y va a la escuela Medinat Israel - Marc Chagal.
Gabriela también hizo abuelo a Iósele y tiene una hija Iara de 6 años y medio. Gabriela también tiene inclinaciones artísticas propias. Desde chica le gustaba actuar, cantar y bailar. Estudió teatro con distintos maestros. Trabajó como protagonista en el Teatro Popular Judío bajo la dirección de Jakes Arnt y Max Berliner en obras teatrales como “Difícil ser judío”, “El Duke” y “Zona libre”. En los espectáculos “Varietei” I y II, en el “ IFT”, en “Hebraica” y en el “Tabaris” , donde fue prácticamente una estrella. En esos shows participaban también Marga Grager, Julio Nudel, Martha Lissa, Tzirele Birenbaum, Daniel Chudnowsky y David Schnek, todos bajo la dirección musical de nuestro querido homenajeado y la dirección general de Lia Yelin y la directora e investigadora María Marta Sicilia.
En la Quinta de la Sociedad de Actores Judíos
Cerremos por un momento los ojos y recordemos esos maravillosos encuentros que se realizaban en los meses de Noviembre y Diciembre en la Quinta de la Sociedad de Actores Judíos en la localidad de La Reja, donde se invitaba a toda la comunidad y era una forma de financiar a la institución, que luego compró su sede en la calle Jean Jaures 746.
Participaban ahí acompañados por Iósele Grinblat y otros músicos, como así también en innumerables conciertos musicales y obras teatrales, Isuger Handfus y Bela Ariel, José Griminger, Norman Erlich, Lidia Glodberg, Iojeved Fij, Jacobo Denker y Dorita Windler, Michel Blumental, Zalmen Hirshfeld y Esther Rapel, Iosef Shtraitman, Pedro Apel, Raúl Tabatchnik, Jaikele Sztarkshtein, Tzivia Klein, Iosef Maurer y Paulina Tajman, Eleonora Noga Alberti, Jaki y Frida, Max Klos, Miriam Lerer, Walter Yomsky, Sarita Solnik, Clara y Salomón Shtramer, Samuel y Ana Feldboim (hermana y cuñado de los Shtramer), Herman Klatztkin y Sofía Rafalovich, Mijl Mijalovich, Anita Lang, José Magazanik, Leon Vainer y Rivka Klinintzky , Jorge Shusheim, Iehudith Terkel, Max Noifeld y Elvira Bochcovska, Sonia Lemberg y Simón Nusboim, José Derasner y Pinie Klops, Max Zalkind y Fanny Zolszinsky entre otros.
“Tocando al toro”
Una vez volvía de la “ídishe Shu”, aún era soltero y mientras comía suena el teléfono y era Max Perelman ofreciéndole acompañarlo ese mismo día: “-ahora mismo, tome un taxi, un helicóptero y venga urgente al Teatro Mitre.-” fueron las palabras que escuchó Grinblat. Al llegar al Teatro Mitre ya el público estaba en la sala. Y así lo salvó varias veces. “tocando al toro” -como se dice en el teatro cuando no hay ensayos, ni preparación previa, sólo asesorado por el primer violín minutos antes.
Iósele hizo infinidad de trabajos como músico; en todas las diversas vías que incursionaba, se destacaba dentro del campo musical; lo llamaban y lo reconocían como tal. Su trayectoria fue una incesante secuencia de ofrecimientos que él supo llevar adelante con profesionalismo.
Hoy en día, ya un hombre y artista maduro continúa tocando. Su mayor anhelo es que en sus hijos perdure esa impronta artística, que él supo legarles.
Podemos decir que Iósele Grinblat es un músico de melodías judías por excelencia, tal como exclama el salmista bíblico:
“Kol atzmotái tomana!”, es decir: “¡en mi melodía va todo mi ser!”. Precisamente todo su ser, su historia y su presencia misma emana do- re- mi- fa- soles, un caudal musical en constante renovación.
Y mencionando un versículo de la Biblia no quisiera dejar de recordar sus participaciones en recitales con nuestros cantantes litúrgicos como Muni Balaban, Kalmen Dashevsky, Moshé Alón, Dudi Faier, Blejarovich del templo Libertad, Pinjas Boreshtein, Abraham Rozenmajer, Arele Gutman, Eliauh Borujovich, el clan de los Halperin, el padre Oscar y los hermanos Jorge, Ruben y Jaime Halperin que hoy también actúa, Mordje Katz, Abraham Szmirevich el clan de los “Wichel Brothers”, integrado por los hermanos Iankl, Usher, Nathan y Iosl Wichelevsky, Leibele Szwartz, Tedy Horovichtz, y el rosarino David Itzcop entre otros.
De Iósele podemos volver a mencionar, que a pesar de los muchos bemoles y modos menores en su vida, él es la música y la música es Iósele Grinblat. Nada se interpone entre la nota musical y las letras del alfabeto castellano, idish y hebreo.
No exageraríamos, si dijéramos, que su musicalidad no tiene medida ni límite. Él la ejerció y la ejerce, a lo largo de su fecunda existencia, durante las 24 horas del día.
Nuestro homenajeado es un ejemplar único de una gran estirpe de músicos, y quisiera concluir estas palabras diciendole: Iósele, fuerza, trabajo y creatividad; por ahora, “Ad mea keesrim!” (¡Hasta los cien, como a los veinte!). “Ko lejai!” (¡Por la vida!).
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