A 19 meses de haber asumido en la UFI-AMIA misma hipótesis. Los fiscales que reemplazaron a Nisman para investigar el atentado no logran avanzar más allá de las conclusiones que retomaron.
Un año y medio después de haber asumido al frente de la Unidad Fiscal AMIA, los doctores Sabrina Namer, Roberto Salum y Leonardo Filippini no tienen mucho para aportar al proceso que investiga el atentado contra la sede de la mutual judía, ocurrido hace 22 años hoy. Los reemplazantes de Alberto Nisman se tomaron su tiempo para emitir un informe de 34 páginas en el que se limitaron a señalar que continuarán con el rumbo investigativo emprendido por su antecesor, es decir la famosa “pista iraní, aunque no descartarán la no menos célebre “pista siria”. O sea, prácticamente nada nuevo. “La UFI-AMIA ha definido su principal hipótesis de investigación a partir de los dictámenes ya presentados que fueron, en su momento, judicialmente refrendados”, señala el documento en el que destacan que “mantendrán vigentes las alertas rojas de Interpol” contra los iraníes acusados de organizar el atentado y que trabajarán para “la verificación genética de la identidad de Ibrahim Hussein Berro -miembro de la organización terrorista Hezbollah a quien se le atribuye haberse inmolado para provocar el atentado- y los nuevos peritajes bajo evaluación sobre los restos de la Trafic”. La causa más manoseada e intervenida de la historia judicial argentina sigue teniendo a los iraníes como los autores intelectuales del atentado y a los miembros del Partido de Dios como los que perpetraron las acciones a través de una conexión local, aun cuando las pruebas colectadas e incluso varias de las declaraciones de los testigos presenciales contradicen esta hipótesis y plantean otras nunca exploradas por los investigadores. Los nuevos fiscales convocaron al Equipo Argentino de Antropología Forense para obtener el perfil genético de Berro a través de una prueba que ya se les solicitó a sus hermanos residentes en los Estados Unidos, a fin de compararlo con los de los restos no identificados. “Está claro que quienes efectuaron el atentado contaron con la necesaria complicidad de los que encubrieron las pistas para desviar el curso de la investigación e impedir de este modo que alguna vez pudiera llegarse a la verdad”, sostiene Daniel Schnitman, director de LA VOZ y la opinión. Para el periodista -que dedicó los últimos veinte años a investigar la trama del encubrimiento- “detrás de esta maniobra se ve claramente la mano de los agentes de la ex Secretaría de Inteligencia del Estado (Side) que lograron el objetivo que se proponían: que los culpables quedaran impunes”. Sin perjuicio de la pista iraní, los tres fiscales informaron que siguen investigando también la pista siria, basada en el rol de Kanoore Edul, un ciudadano sirio que habría mantenido contactos con Carlos Telleldín y Mohsen Rabbani, agregado cultural de Irán en la Argentina y uno de los acusados del atentado, apuntado en su momento por Nisman.
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